En 2017 y 2018, dos guanacos machos fueron liberados en zona del Santuario de la Naturaleza Cascada de las Ánimas (Cajón del Maipo) en la Región Metropolitana, como parte de un proyecto de investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) que busca reintroducir estos animales para que actúen como un "jardinero natural" del amenazado bosque esclerófilo.

Un año después de la última liberación, se ha comprobado que ambos ejemplares se establecieron con éxito en el territorio. "Los dos guanacos están súper bien. Se les ve en buenas condiciones, sin signos de que hayan sido atacados. Han armado sus territorios, marcándolos a través de defecaderos. Incluso la última ocasión que fuimos a verlos, presenciamos conductas territoriales, lo cual es excelente, sobre todo pensando en su peor amenaza, que son los perros asilvestrados", señala Matías Guerrero, coordinador del proyecto quien, junto a la investigadora del IEB, Meredith Root-Bernstein, publicaron un artículo en la revista Biodiversity sobre los experimentos y desafíos de esta iniciativa.

El paso que sigue, es conseguir más recursos para poder liberar una manada.

Esta especie habitaba todo el continente sudamericano antes que llegaran los europeos. A partir de la colonia su número fue descendiendo hasta casi desaparecer.

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Macho liberados sector de Cascada de las Ánimas. FOTO: Matías Guerrero[/caption]

La nueva manada que pretenden llevar al Cajón del Maipo proviene de Villarrica, y está integrada por un macho y cuatro hembras. La idea es que se reproduzcan en este lugar de la zona central, en un cerco de pre-adaptación, para posteriormente ser liberados en Cascada de las Ánimas, siguiendo un estricto protocolo, tal como se hizo con los dos machos que residen actualmente en el sector.

Según explica Guerrero, los dos guanacos contribuyen de forma preliminar a develar aspectos básicos, tales como el uso de hábitat, pero no son suficientes para representar el comportamiento de la especie en el bosque esclerófilo. De ahí la necesidad de sumar individuos para instaurar una población. El guanaco ha sido clasificado en estado "vulnerable" en gran parte del país, salvo entre las regiones de Aysén y Magallanes, pero este proyecto no busca su conservación sino la recuperación la relación guanaco-bosque esclerófilo, aclara Guerrero.

En la zona central, este bosque ha sido fuertemente degradado debido a que concentra la mayoría de la población chilena y, por ende, las actividades económicas, agrícolas y forestales con sus respectivos impactos. Pero como la salud de los ecosistemas depende de las interacciones entre especies y el área central perdió a su mayor herbívoro nativo, la investigación busca restablecer y estudiar este vínculo.

En palabras simples, el guanaco actuaría como dispersor de semillas, a través de la ingesta y posterior formación de defecaderos (montículos de fecas), permitiendo con ello el enriquecimiento del suelo y la germinación de diversas especies de flora, lo que iría en beneficio directo del bosque esclerófilo.

Ya se comprobado que cuando el guanaco ramoneaba (comía) los espinos, estos crecían con una mayor cantidad de ramas, formando una copa más densa que entrega más sombra, humedad y agua. Esto "permitiría la posterior germinación y crecimiento de otros árboles y arbustos debajo de él".

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Brote de espino tras haber sido comido por guanacos. FOTO: Matías Guerrero[/caption]

"Nos estamos enfocando en un bosque altamente amenazado. Es por eso que también este proyecto busca rescatar esta urgencia de generar información respecto a la restauración de este ecosistema. Es importantísimo que, donde haya bosque esclerófilo, se pueda evaluar la reintroducción de guanacos", dice Guerrero.