En 2003 en Indonesia, en la cueva Liang Bua en la isla de Flores, se descubrieron los restos de un pequeño cráneo. Los primeros análisis sugirieron que se trataba de un homo sapiens con alguna deformación congénita, pese que su descubridor insistía en que se trataba de una nueva especie.
Tras un intenso debate, finalmente la comunidad científica confirmó que se trataba de una nueva especie, a la que bautizaron Homo floresiensis, corroborando la teoría de que nuestro planeta estuvo habitado en algún momento por varias especies de humanos. Richard Roberts, de la Universidad de Wollongong, Australia, investigador del equipo que lo descubrió, destacó que era el hallazgo de una especie que vivió hasta hace relativamente poco, “acabó de un solo golpe con la idea de una progresión lineal en la evolución”. Fue catalogado como el hallazgo de la década.
Por su baja estatura, de a penas un metro y su pequeño cerebro del porte de una mandarina, fue apodado como “hobbit”, por su similitud con la raza que el escritor John Ronald Reuel Tolkien crea y describe en sus libros.
Inicialmente se pensó que esta especie había sobrevivido hasta hace relativamente poco tiempo, hace unos 12.000 años, antes de que un análisis más detallado retrasara esa fecha a alrededor de 50.000 años. Pero un retirado profesor de antropología en la Universidad de Alberta (Canadá) lanzó una controvertida hipótesis: que la evidencia de la existencia continua de la especie puede haberse pasado por alto, y que el hobbit aún puede estar vivo hoy, o al menos en la memoria viva.
En un artículo de opinión, y para promocionar su libro Entre mono y hombre, el antropólogo Gregory Forth argumenta que los paleontólogos y otros científicos han pasado por alto el conocimiento indígena y los relatos de “hombres mono” que viven en los bosques de la isla de Flores.
“Veinte años antes del descubrimiento de estos restos, cuando comencé el trabajo de campo etnográfico sobre Flores, escuché historias de criaturas parecidas a los humanos, algunas supuestamente vivas aunque muy raramente vistas. En palabras del líder del equipo de descubrimiento de H. floresiensis, el difunto Mike Morwood, las descripciones de estos homínidos se ajustaban a floresiensis.”
“Mi objetivo al escribir el libro era encontrar la mejor explicación, es decir, el apoyo empírico más racional y mejor, de los relatos de la gente de Flores (llamados Lio) sobre las criaturas”, escribió en la columna. “Estos incluyen informes de avistamientos de más de 30 testigos oculares, con todos los cuales hablé directamente. Concluyo que la mejor manera de explicar lo que me dijeron es que los homínidos han sobrevivido en Flores hasta el presente o hace muy poco”, agregó.
Él escribe que la zoología popular local del pueblo Lio que habita la isla contiene historias sobre humanos que se transformaron en animales a medida que se movían y se adaptaban a nuevos entornos, una especie de Lamarck.
“Como reveló mi trabajo de campo, estos cambios putativos reflejan observaciones locales de similitudes y diferencias entre especies ancestrales putativas y sus distintos descendientes”, escribió.
El pueblo Lio identifica a estas criaturas como animales y no tienen el lenguaje ni la tecnología complejos que tienen los humanos. Sin embargo, se nota su curioso parecido con los humanos.
“Para los Lio, la apariencia del hombre mono como algo no humano hace que la criatura sea anómala y, por lo tanto, problemática e inquietante”, escribió Forth.
Por ahora, dice el antropólogo, la fecha más temprana que podemos decidir que el Homo floresiensis todavía existía hace 50.000 años. Pero Forth insta a que se incorpore el conocimiento indígena a medida que investigamos la evolución de los homínidos.
“Supongo que nuestro instinto inicial es considerar a los hombres-mono de Flores como totalmente ficticios. Pero, tomando en serio lo que dice la gente, no he encontrado ninguna buena razón para creer eso. Lo que dicen sobre las criaturas, respaldado por otros tipos de evidencia, es muy consistente con las especies de homínidos sobrevivientes, o una especie que se extinguió solo en los últimos 100 años”.