Un estudio inédito sobre hidrología forestal que resume 47 años de investigación sobre el bosque chileno, fue publicado recientemente por la revista académica internacional Journal of Hydrology. La investigación fue liderada por Francisco Balocchi, investigador del centro de Investigaciones Forestales Bioforest y Mauricio Galleguillos, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, miembro del Centro del Clima y la Resiliencia (CR2) e investigador de Data Observatory y contó con la participación de 18 autores nacionales e internacionales los cuales son referentes en la temática.
El estudio tuvo por objetivo proveer una visión general de la hidrología forestal en Chile, revisar y clasificar la investigación realizada en Chile e identificar los vacíos de conocimiento de manera de orientar el futuro de la investigación de esta matera. La investigación concentra 75 publicaciones de la base de datos de Web of Science (WOS) donde se identifica que la mayor parte de los estudios corresponden al año 2010 en adelante y más de la mitad se han localizado en la región de los Ríos.
Para el académico e investigador Mauricio Galleguillos, “la hidrología forestal es un tópico fundamental para entender muchos de los problemas del cambio global, en efecto, en las últimas décadas diversas investigaciones de alcance global han demostrado la importancia de los ecosistemas y su funcionamiento en el devenir del ciclo hidrológico y por ende en los recursos hídricos.”
El análisis de los avances presentados en el artículo muestra que la mayoría de los conocimientos globales sobre la relación de bosques y el ciclo del agua están en línea con los hallazgos locales. Por ejemplo, los caudales de cuencas forestales aumentan luego de una operación de cosecha de madera, los bosques nativos parecen ser menores consumidores de agua que las plantaciones o que los cauces provenientes de cuencas con bosque nativo transportan menos sedimentos que aquellos provenientes de plantaciones o praderas y matorrales.
Dentro de los hallazgos del estudio, se identifican 20 vacíos de conocimiento los cuales se pueden agrupar en los siguientes tópicos: Escasez de sitios experimentales de larga data, funcionamiento de aguas subterráneas en bosques es desconocido, poco conocimiento de las propiedades de suelos en sectores de montaña, pobre conocimiento sobre el efecto de las coberturas arbóreas en la recuperación de suelos, efecto de los manejos forestales y la restauración en la hidrología, efecto de la vegetación ribereña en el ciclo hidrológico, funcionamiento ecohidrológico de bosques nativos, y el efecto del cambio climático y el cambio de uso de suelo en el recurso hídrico.
El estudio también aborda cómo afrontar estos desafíos, proponiendo cinco elementos claves los cuales se basan en el complemento de sistemas de monitoreo, tecnologías, participación de agentes territoriales, ciencia ciudadana, y la co-creación de una comunidad científica especializada en la materia. Al respecto se debe potenciar el uso de un nuevo sistema de monitoreo de ecosistemas de largo plazo, los cuales se conocen a nivel internacional como sitios LTER, por la sigla en inglés “Long Term Ecosystem Research”. “Estos sitios están pensados en cubrir microcuencas con una extensa red de mediciones bajo diferentes condiciones de clima, vegetación, suelo y geología. Estos se pueden complementar al sistema de monitoreo nacional dirigido por la Dirección General de Aguas (DGA), pudiendo abordar procesos a diferentes escalas espaciales y temporales.
Asimismo, Francisco Balocchi comenta que las empresas forestales “han tenido un rol relevante en sitios LTER, tanto en mantener estas cuencas y en publicar los resultados que se han obtenido desde ellas”.
Otro de los puntos a considerar es el uso de nuevas tecnologías tales como sensores remotos de diferente índole, sensores de terreno de última generación para medir los flujos de agua en árboles por ejemplo o trazadores isotópicos los cuales se han vuelto menos costosos de analizar.
Otro aspecto clave es involucrar a las personas que habitan en las cuencas, muchas de ellas proveedoras de agua potable rural y donde usualmente hay bosques y plantaciones forestales”. En ese sentido, se destaca el rol de la ciencia ciudadana, que representa otro nivel de involucramiento por parte de la ciudadanía haciéndose parte de la solución y no solo del problema. En esta dirección la creación de un sistema de soporte de decisión para entidades o personas que manejen el agua se vuelve fundamental para poder planificar el desarrollo territorial de la mejor manera. Finalmente, desde el área científica la creciente comunidad científica del área es llamada a favorecer la creación de una comunidad de hidrología forestal de manera de poder difundir y consensuar los variados esfuerzos individuales existentes, además de tener un espacio temático en los comités científicos del estado, de manera de poder planificar de mejor manera instrumentos que permitan garantizar esta relevante investigación para el desarrollo del país y del mundo.
Todo esto, concluyen Galleguillos y Balocchi “debido a la alta calidad del capital humano de investigadores nacionales, muchos de ellos reconocidos a nivel mundial en el ámbito de la Hidrología Forestal”.