Hipertermia, sequía e incendios: así se prepara Chile para un verano con temperaturas sobre los 43°C
Ante un verano inminentemente caluroso, con récords de olas de calor en la zona centro sur del país, tanto el ecosistema como la salud de las personas podrían verse amenazadas por máximas históricas que podrían haber en Chile. Estas son las principales consecuencias y medidas para contener los efectos de las altas temperaturas pronosticadas para los próximos meses.
Las olas de calor que recientemente se dejaron sentir en Europa, China y Estados Unidos solo puede significar una cosa para nuestro territorio. Debido a la presencia de El Niño y al calentamiento global en gran parte de planeta, las temperaturas extremas en verano han superado todos sus récords, y es muy probable que las máximas en nuestro país también lleguen a máximos históricos.
Bajo esos antecedentes, para el próximo verano en Chile se pronostica que los termómetros superarán, incluso, los 43°C en la zona centro-sur del país, cifra que si se concreta sería la más alta registrada en sectores poblados. Esto podría traer grandes consecuencias al ecosistema. Podrían intensificarse los incendios forestales, las sequías, la disponibilidad de agua potable e incluso podrían aumentar las muertes por golpes de calor y deshidratación.
De acuerdo a un análisis realizado por el académico Patricio González del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (CITRA) de la Universidad de Talca, que el verano se extenderá y las temperaturas alcanzarán los 34°C a partir de noviembre. Además, según su proyección se espera que se registren olas de calor de larga duración, “de 3 a 10 días consecutivos, con temperaturas máximas extremas promedio sobre los 35° C”.
Además, señala que habría momentos en que, por uno o dos días, se presentarían “temperaturas máximas extremas diarias que oscilarían entre los 37 a 39°C en Santiago; 39 a 40°C en Talca; y de 41 a 43°C en Chillán y en Los Ángeles”.
Hay una alta probabilidad de que el sistema mundial climático sea alterado y que produzca estas olas de calor que puede operar en nuestro verano también. El bioclimatólogo y académico de la Universidad San Sebastián, Fernando Santibáñez, añade que las olas de calor se dejarán sentir con mayor intensidad en la zona central y sur, hasta por lo menos la Región de Los Lagos.
Estas olas de calor tienen múltiples efectos. Uno, que es muy palpable, tiene que ver con al agricultura. “Los cultivos se estresan y dejan de producir, se desploman los rendimientos. Sobre todo en la fruticultura, donde la producción crece en número pero la calidad que alcanzan los ejemplares quedan por debajo de los estándares necesarios para poder exportarla”, comenta Santibáñez. Incluso, mucha fruta se logra embarcar, pero debido a su prematura maduración llega en muy malas condiciones al puerto de destino porque no resiste los 20 días de viaje.
Para evitar eso existen técnicas para paliar estas olas de calor. En árboles frutales que no sean muy altos -como frambuesa, arándanos y kiwis- se pueden instalar mallas sobre la vegetación, de manera de atenuar la carga de energía solar y crear un microclima más fresco. Las otras posibilidades son productos químicos que ayudan a disminuir el estrés del calor.
También hay productos que no influyen de manera química, como sales que hacen que las hojas reflejen la radiación. Actúan como una especie de bloqueador solar para las plantas. “Todos estos paliativos ayudan, pero también hace que aumente el costo de la fruticultura, y en Chile las condiciones no está muy fulgurantes en temas de rentabilidad”, manifiesta Santibáñez. De modo que no se le hace fácil a los agricultores enfrentar estos problemas y que puede afectar a uno de los mayores sectores productivos del país.
Pero la agricultura es solo uno de las áreas afectadas. Si las altas temperaturas llegan muy temprano, como ya ocurrió en Brasil, es muy posible que a partir de octubre podamos tener las primeras señales de calor. “Lo cual es muy temprano, porque la nieve que cayó en invierno sobre la cordillera central, lo hizo con temperaturas relativamente altas”, problematiza Santibáñez.
Según detalla, después de la última nevazón no bajó la temperatura, lo que hizo que la nieve no se consolidara, quede con baja densidad y mucho aire, y por lo tanto muy susceptible a derretirse rápidamente. Es probable que si llegan olas de calor tempranas, estas nieves se derritan prematuramente, cuando no necesitemos tanta agua. Y después se desplomarían los caudales de agua desde mediados de enero en adelante, agrega el académico.
Esto lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo se enfrentan las olas de calor en un escenario estresado por la escasez hídrica? Si bien, las lluvias recientes y la acumulación de nieve hacen que las empresas de agua potable y saneamiento enfrenten esta temporada estival con las fuentes en mejor pie que en veranos anteriores, esto no quiere decir que la sequía haya terminado.
Una ola de calor puede anticipar los deshielos y mermar las reservas para la temporada próxima. Además, las consecuencias de los cambios en los patrones de lluvia sobre el consumo de los hogares son visibles hace tiempo para las empresas de agua. “Si hace 15 años el mayor consumo era entre noviembre y marzo, ahora la temporada alta se extiende de septiembre a junio”, apunta Lorena Schmitt, presidenta ejecutiva de la Asociación Nacional de Empresas Sanitarias, Andess.
Como parte de sus planes de desarrollo, las sanitarias realizan estudios que les permiten planificar con anticipación las obras necesarias para acompañar el crecimiento urbano, desarrollando nuevas instalaciones y buscando fuentes de agua adicionales. Según explica Schmitt, durante la última década se han incorporado iniciativas de adaptación al cambio climático que buscan reforzar la resiliencia de los sistemas productivos, como tranques de acumulación de agua para sobrellevar episodios de turbiedad y estanques de acumulación de agua potable para incrementar la autonomía de los sistemas.
Sólo en 2021 y 2022, las inversiones en producción y distribución de agua potable sumaron unos US$ 509 millones “y, pese a los 14 años de sequía, no hemos tenido restricciones al consumo por esa causa”, afirma.
¿Cómo se planifica la industria del agua potable con las distintas autoridades reguladoras ante esta situación? Las sanitarias, que son supervisadas por la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), tienen como principal herramienta de control un plan de desarrollo, obras y acciones que cada empresa sanitaria a lo largo de Chile ejecutará para mantener los servicios sanitarios en su área de concesión. “Ese plan es de cinco años, de modo que estructuralmente las sanitarias estamos mirando al menos cinco años al futuro”, agrega Schmitt.
Y esa planificación se realiza muy de la mano con la SISS, como también en coordinación con otras autoridades de Salud y de las organizaciones de respuesta a emergencias. “A la larga, todos los usuarios de una cuenca están sometidos a las consecuencias del cambio climático y se requiere la suma de esfuerzos para enfrentarlo”, comenta.
La escasez de agua también contribuye a un fenómeno que viene afectando al territorio durante los últimos años: los incendios forestales. El calor es un tremendo empuje que tiene a los siniestros, que de acuerdo a la Oficina para el Medioambiente de la Organización de Naciones Unidas, cada vez se hacen más frecuentes y voraces. “Cuando hay una onda de calor, la atmósfera se vuelve más inestable y a la primera chispa enciende el fuego incontrolable”, dice Santibáñez.
De hecho, el bioclimatólogo de la Facultad de Ciencias de la Naturaleza de la USS detalla que en los últimos incendios que afectaron a la zona centro y sur del país, las brigadas de control nunca habían visto este patrón que arrasó con más de 400 mil hectáreas. “Ahora los incendios avanzan hasta en tres direcciones distintas. Antes solo avanzaban en una sola, en la dirección del viento. El pasto y las ramas secas se convierten en gasolina, que arden a una gran velocidad”, destaca el académico.
Ante esto, y previendo que la situación podría intensificarse en este próximo verano, el gobierno del Presidente Gabriel Boric presentó a la ciudadanía el Plan de Prevención, Mitigación y Control de Incendios Conaf 2023-2024. Esto contempla un aumento de un 47% en su presupuesto respecto a la temporada anterior, correspondiente a 148 mil millones de pesos.
Este aumento del presupuesto permitirá también reforzar la presencia de brigadistas a lo largo de Chile y aumentar los recursos y equipamiento para combatir incendios forestales. De esta manera, el plan contra incendios forestales de esta temporada considera más de 3.330 brigadistas distribuidos entre Atacama y Magallanes. Junto a eso, están contemplada la operación de 70 aeronaves, entre aviones y helicópteros con maquinaria y vehículos especializados.
Cómo Chile se prepara para temperaturas sobre los 43°C
Pero el calor excesivo no solo afecta a la vegetación del país ni a la disponibilidad de agua. Al estar expuesto a temperaturas muy altas, con índices de radiación extremos, el cuerpo comienza a presentar síntomas de deshidratación que pueden desencadenar en cuadros de hipertermia (o golpes de calor).
De acuerdo a lo dicho por el epidemiólogo y académico de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Gabriel Cavada, durante días con temperaturas extremas se produce mucha mortalidad de gente mayor. “Por un proceso fisiológico propio de la vejez, tienden a deshidratarse con mayor facilidad. Entonces, si se exponen a estas grandes olas de calor, se produce un aceleramiento del ritmo cardiaco que puede generar incluso infartos agudos al miocardio en mayor proporción a lo esperado”, anticipa.
Ante esto, la única forma de poder prevenir este tipo de problemas es que la gente se hidrate y que no se exponga a la intemperie en los momentos de mayor calor. El cuerpo funciona a una temperatura que fluctúa entre los 36 y 37°C. Cualquier temperatura superior a esa comienza a generar alteraciones al organismo.
El Dr. Pablo Aguilera, jefe de la Red de Urgencia de la Clínica UC-Christus, detalla que cuando alguien ya está en un shock por calor, en instancias graves, “no hay mucho que hacer”. El golpe de calor sin tratar puede dañar rápidamente el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos. El daño empeora cuanto más se retrasa el tratamiento, lo que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones graves o la muerte. “Lo importante es prevenir, para que eso no llegue a pasar”, enfatiza el médico.
Según detalla la Clínica Mayo, los principales síntomas de un golpe de calor son:
- Temperatura corporal alta. Una temperatura corporal central de 40 °C o más.
- Alteración del estado mental o del comportamiento. La confusión, la agitación, la dificultad para hablar, la irritabilidad, el delirio, las convulsiones y el coma pueden ser el resultado de un golpe de calor.
- Alteración de la sudoración. En caso de golpe de calor provocado por el calor, la piel se sentirá caliente y seca al tacto. Sin embargo, en caso de insolación provocado por el ejercicio extenuante, la piel puede sentirse seca o ligeramente húmeda.
- Náuseas y vómitos. Es posible que se sienta enfermo hasta el punto de presentar mareos o vómito.
- Piel enrojecida. Su piel puede enrojecerse a medida que aumenta la temperatura corporal.
- Respiración rápida. Su respiración puede volverse rápida y superficial.
- Frecuencia cardíaca acelerada. Su pulso puede aumentar significativamente porque el estrés por calor ejerce una tremenda carga sobre su corazón para ayudar a enfriar su cuerpo.
- Jaqueca. Es posible que le palpite la cabeza.
Básicamente en periodo donde el calor es muy alto, hay que tener ojo a las poblaciones más vulnerables, sobre todo a quienes están menos expuestas a beber agua. No solo en personas mayores, sino que también en todos quienes no tengan un buen acceso a hidratarse por sus propios medios.
“Entendamos eso en bebés, niños pequeños, adultos mayores, personas con alguna discapacidad física a mental son grupos de riesgos que pueden deshidratarse con mayor facilidad”, enumera Aguilera. A estas personas también se le agregan a quienes estén bajo un tratamiento farmacológico -como diuréticos- que impida que puedan tener una sudoración óptima para regular la temperatura.
Por otro lado está un grupo grande que son los deportistas, personal que trabaja expuesto al sol -como obreros o mineros- o bien en industrias cerradas expuestas al calor. “Algunos tienen la noción de un golpe de calor, pero otros no. Sobre todo los deportistas de fin de semana, que hacen esfuerzo físico y si no se resguardan ante estos signos de golpe de calor, puede ser catastrófico. Hemos visto gente que incluso ha muerto en situación a esto”, remarca el Dr. Aguilera.
Eso sí, el urgenciólogo reconoce que la hipertermia es una patología que no se ve a menudo, porque estas temperaturas no son tan frecuentes. “Pero el cambio climático y la experiencia que vimos en el hemisferio norte nos dice que se está acercando y es probable que lo veamos. El desafío es que tenemos que estar preparados como servicios de urgencia para nuestros pacientes, que no es el habitual”.
Los servicios de urgencia, en general, están preparados para recibir varios pacientes a la vez con esta enfermedad. El manejo es bajar la temperatura de manera agresiva. Hay algunos equipos que se pueden usar para bajar la temperatura, pero -según explica Aguilera- la primera medida es mojar a estos pacientes y que por evaporación se pueda bajar la temperatura del paciente, ya sea con agua, hielo o con compresas frías.
“A nivel de salud pública sería bueno dar el acceso a líquido en lugares donde se concentre la gente. En Europa hay lugares donde dan agua potable, de fácil acceso. Pero la prevención es lo fundamental”, concluye el especialista.
Es muy probable que nuestro país sufra durante la próxima temporada estival del hemisferio sur eventos climáticos extremos y en particular la ocurrencia de episodios de altas temperaturas u olas de calor. Para ello, desde el Ministerio de Salud informaron que se están preparando en disponer planes de emergencia que permitan prevenir y evitar daños.
El encargado de la Unidad de Cambio Climático del Ministerio de Salud, Jorge Monreal, detalló que se ha trabajado en la identificación de grupos de población vulnerables con enfoque territorial. “Se han establecido mapas con la ubicación y características de los Establecimientos de Larga Estadía para Adultos Mayores (ELEAM); se han elaborado directrices de intervenciones preventivas frente a la ocurrencia de altas temperaturas y olas de calor y se han llevado a efecto simulaciones y simulacros con la participación de las autoridades sanitarias de los respectivos lugares.
Además, el Minsal está participando, junto a otros organismos bajo el liderazgo del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), en la formulación del “Plan frente Altas temperaturas y altas temperaturas extremas” para la próxima temporada estival. “El objetivo es establecer las acciones de preparación y respuesta a nivel nacional, en las distintas fases operativas, ante situaciones de emergencia generadas por eventos de altas temperaturas, con énfasis en la directa afectación en la salud de las personas”, establece.
Este plan que prepara el Minsal establece una mejor coordinación y preparación de la red asistencial; el reforzamiento de las acciones de educación y comunicación a la población respecto de problemas de salud que pueden presentarse o agravarse durante los días de altas temperaturas, y las principales medidas de autocuidado.
Adicionalmente a lo anterior, está en curso la actualización del Plan de Adaptación al Cambio Climático del Sector Salud, para estar en fase de implementación a junio 2024, de acuerdo a lo establecido por la Ley Marco de Cambio Climático. Este plan aborda específicamente medidas para hacer frente a los fenómenos meteorológicos extremos, entre los cuales se encuentran los eventos de altas temperaturas y las olas de calor.
Del mismo modo, el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago puso en marcha desde el verano pasado el plan “Código Rojo”, el cual involucra una serie de medidas y recomendaciones en días en que las temperaturas asciendan por sobre los 35°C.
Según el gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, el código rojo es una instancia interinstitucional, liderada por el gobierno regional, donde participan las seremis de Salud, Educación, Trabajo y Medioambiente; además de la Dirección Meteorológica de Chile, el Departamento de Redes de Monitoreo de Calidad del Aire, el Ministerio de Medio Ambiente y Senapred. El plan implica, entre otras cosas, recomendar la paralización de faenas y eventos masivos en días donde el calor sea extremo.
Además, Orrego comenta que junto a eso iniciaron un plan de arborización de Santiago, el que implica la plantación de más de 30 mil árboles de bajo consumo de agua en las áreas llamadas “islas de calor”. Esto, según dice, de la mano de una campaña educativa en colegios “ayudará a reducir la temperatura de la superficie y del aire a través del sombreado y la evapotranspiración y beneficiará a medio millón de santiaguinos”.
Junto a eso, el gobernador detalla que hace muy poco implementaron aire acondicionado en 69 ambulancias del sistema SAMU, para que los pacientes que son trasladados con efectos de golpes de calor tengan mejores condiciones para la recuperación a la hora de ser atendidos por el sistema sanitario.
Los puntos de hidratación han sido contemplados por el gobierno regional, pero como parte del proyecto Bosques de Bolsillo, el que comenzará a licitarse antes de fin de año y que implica la construcción de 33 bosques con la técnica Miyawaki en la RM. “Estos servirán como refugios climáticos, bajando la temperatura y contemplando la hidratación de las personas”, agrega Orrego.
Las olas de calor afectan principalmente a la población más vulnerable, como son niños, niñas y personas mayores o con enfermedades crónicas, las que se pueden descompensar y agravar sus condiciones de base. Así lo explica el jefe de Epidemiología del Ministerio de Salud, Christian García. Esto se suma a las complicaciones que pueden presentar las personas mayores, ya que al deshidratarse empeoran sus patologías y eso puede llevarlos a una descompensación importante.
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