Lo ocurrido ayer en algunos centros comerciales de Las Condes y Vitacura, donde cientos de personas acudieron a tiendas de ropa y artículos electrónicos cuando estas abrieron apenas se levantó la prohibición post cuarentena, no es única de nuestro país.

La misma situación se vio en ciudades de China, Japón, Brasil y Reino Unido, cuando después de semanas de cierre y prohibición de funcionamiento, las tiendas no esenciales levantaron sus cortinas: inmediatamente se generaron largas filas de personas en busca de algún objeto o producto deseado.

¿Por qué se produce este tipo de conducta?

Pedro Maldonado, investigador del Instituto de Neurociencia Biomédica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, dice que este tipo de compras responden a una necesidad que tiene que ver con el sistema de recompensa en el cerebro.

Compradores hacen filas en la tienda Primark en Birmingham (Reino Unido) en junio, cuando por primera vez vuelven a abrir tras su cierre en marzo. FOTO: REUTERS

Para algunas personas, la compra produce placer y considerando que durante un tiempo prolongado muchas personas han estado sin salir y la acción de visitar la tienda, escoger el producto y comprar directamente es también parte importante del proceso de compra, las filas que hemos visto en los últimos días obedecen esta acción placentera, explica el neurobiólogo.

“La compra, activa nuestro circuito de placer. Se libera dopamina que es un neurotramisor que produce placer. Una compra, la comida son recompensas que liberan placer en el corto plazo. Los viajes, las reuniones sociales, generan placer a largo plazo”, explica Maldonado.

Antonio Villalba, psicólogo de Clínica Vespucio, dice que el acto de comprar genera una cascada de neurotransmisores que trabajan en distintos sectores del cerebro. “Lo primero son las vías de recompensa, se libera dopamina que es el neurotransmisor que trabaja la vía del reguerzo, también se liberan endorfinas que nos hacen sentir mejor, el ánimo mejora”. Además, existe también un sentimiento de autorealización.

Paulina Lucherini, psicóloga de Clínica Las Condes, dice que frente al desconfinamiento, las personas también quieren recuperar todas esas necesidades que estaban guardadas y que no solo tienen que ver con ir a comprar de forma impulsiva y ansiosa el primer día que se abre el mall, sino también, de recuperar un poco la vida, la libertad de estar con otros, de recuperar la actividad física.

La especialista también reconoce que existe un grupo de personas que tiende a regularse emocionalmente desde la búsqueda de objeto, de éxito, de tener y activar el circuito de recompensa y el disparo domaninérgico que da el comprar algo, comer chocolates, irse de viaje, salir a pasear. Lucherini dice que esta forma de “regularse emocionalmente” no es ni buena ni mala, solo es la forma que algunas personas tienen y que según pase el tiempo y podamos recuperar nuestras actividades, pasará.

Fila de personas esperando ingresar a tiendan en Mall Sport. Foto: Patricio Fuentes.

¿Adicción?

Maldonado señala que si bien, salir inmediatamente a comprar cuando se levanta una cuarentena, puede ser una conducta de deprivación, no significa que las personas que lo hicieron sean adictas a las compras.

“No significa que sean adictas a las compras, la mayoría de las personas en nuestra sociedad de consumo tienen con cierta regularidad esta conducta. Ocurre además en cierto sector de la sociedad. No tiene que ver con la necesidad de tener hambre o sed, sino con un grupo que tiene una conducta donde su fuente de placer es adquirir algo, la compra de algo es parte de sus fuentes normales de placer. No hacerlo durante un tiempo prolongado generar una necesidad, por eso apenas puede, lo hace. La persona que es deportista, cuando pueda hacerlo, una de las primeras cosas que hará, será salir a practicar su deporte”, aclara el neurobiólogo. “La pregunta es, ¿qué será lo primero que hagas cuando puedas salir”, agrega el investigador.

Necesidad social

Juan Pablo Westphal, psicólogo de Clínica Santa María, dice que en este tipo de situaciones se conjungan por un lado las necesidades de cada uno (cuando las necesidades básicas están cubiertas, surgen otras), los problemas que genera el encierro y el modelo de consumo que desde hace tiempo está creando o inventando necesidades que en realidad no lo son (necesidades socialmente construidas”). Así, “cuando una persona compra una bebida en realidad son amigos, si compra un determinado producto es felicidad y si compra un auto es aventura. Entonces, estamos hablando de conectar la compra con satisfacción emocional”, explica Westphal.