“Hola a todos, acá Volcán Lascar… ¡Erupción!”

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El volcán Láscar durante el pulso eruptivo registrado el sábado.

Así comienza el inédito relato del guía de montaña que tuvo que arrancar de la intempestiva erupción del volcán Lascar con sus pasajeros a cuestas, al mismo tiempo que intentaba reportar los hechos con su celular.

La experiencia es impactante, pero la mayor sorpresa es que las personas que se ven en el video hayan podido sobrevivir, ya que la inesperada erupción volcánica, junto al dramático relato del guía -quien deja en evidencia que no “sabe que va a pasar”, al mismo tiempo que se despide de un par de familiares- constituyen un testimonio vivo de cómo NO debemos enfrentarnos a este tipo de fenómenos.

Para comprender a la naturaleza es necesario convivir con ella en estrecho y profundo conocimiento y en este sentido, las erupciones volcánicas suelen ser precedidas de sismos que dan cuenta de la fragmentación de roca y el avance del magma hacia la superficie de la Tierra. En este caso, lo sucedido el sábado 10 de diciembre no tuvo mayor antecedente que nos permitiera anticipar el fenómeno.

La erupción se manifestó en un pestañeo, dando cuenta de una aparente imposibilidad de predicción, ya que la cámara que monitorea al volcán, solo captó el momento mismo de la explosión, mostrando el torbellino de cenizas y piroclastos que emergieron del volcán hasta una altura de 8 kilómetros.

Además y según el registro sísmico del día 9 de diciembre de 2022, todo se mantenía dentro de lo normal, aunque los sensores registraron un incremento de una actividad sísmica desde 2 a 3 sismos por día a 26 sismos del tipo volcano tectónico al día y 55 sismos del tipo largo periodo diarios. La magnitud de estos temblores fue tan baja (menor a ML 1.8) que los habitantes del sector no pudieron advertir alguna anormalidad y la alerta vigilante del volcán se mantuvo verde durante horas, incluso cuando ya había ocurrido la erupción.

El guía de montaña salvó su vida y la de sus pasajeros, no por conocimiento, ni por haber subido 700 veces el volcán. Salvó su vida y las de sus acompañantes fortuitamente y gracias a qué la topografía del lugar y la dirección de los vientos, hicieron que la columna de ceniza no los cubriera. De lo contrario, hubiesen muerto en el acto.

Dado lo anterior, esta riesgosa experiencia debe ser capitalizada para que los procesos de la naturaleza no se conviertan en desastres. Aunque en Chile se monitorean y vigilan los volcanes, no hemos sido capaces de transmitir el mensaje más importante a la población, y en especial, a los operadores turísticos que deben mantenerse fuera del radio de acción de un volcán activo.

Lo que debemos considerar a partir de la última erupción volcánica es que las alertas de vigilancia no funcionan como un reflejo exacto de lo que sucederá con un volcán. El volcán Villarrica, por ejemplo, es uno de los volcanes más activos del sur de Chile, permanece en alerta amarilla hace un tiempo, pero el registro de su actividad no da indicios para decretar una inminente evacuación. El Lascar en tanto, no presentaba signos de despertar al momento de la erupción y también puede que una alerta advierta una erupción y esta no llegué. Ante esta dicotomía, la educación y prudencia son las mejores apuestas para salvar vidas.

*Gabriel González, subdirector de CIGIDEN y académico de Geología UCN.

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