Reconocida internacionalmente como un instrumento que facilita el estudio de la química, la tabla periódica de elementos ideada por el científico ruso Dimitri Ivánovich Mendeléyev cumple siglo y medio y lo festejará con un Año Internacional destinado a su difusión.

"La tabla periódica es el alfabeto de la química que, a su vez, es el alfabeto de la vida", explica el presidente de la Real Sociedad Española de Química, Antonio Echavarren, que participará este martes en el lanzamiento en París del Año Internacional.

Coloquios, congresos, exposiciones y todo tipo de actividades servirán para recordar este instrumento clave de la investigación científica y a su creador.

"Todas las ciencias tienen sus héroes. La biología tiene a Darwin, la física a Einstein y la química tiene pocos. Entre ellos Mendeléyev es uno de los más importantes", agrega Echevarren.

Su hallazgo tuvo lugar a raíz de un congreso químico que se reunió en la localidad alemana de Karlsruhe en 1860 para responder al desafío de ordenar y dar una terminología clara a los elementos conocidos.

El científico ruso se dio cuenta de que existían pautas de comportamiento en función de su peso químico, lo que le permitió establecer un ordenamiento.

Y fue más lejos. Se dio cuenta de que, en esos patrones, había huecos que consideró que respondían a elementos que todavía no se habían descubierto.

A partir de ello, estableció un sistema de ordenación en una tabla que, además, dejaba abierta la puerta a la incorporación de nuevos elementos. Hasta entonces inconexa, la química había encontrado un léxico en el que poder basar sus trabajos.

A sus 35 años, este científico nacido en Siberia pero que vivió casi toda su vida en San Petersburgo, no podía imaginar que su invento fuera esencial para la química. Cuando lo ideó se conocían 63 elementos, pero pronto su carácter flexible se reveló muy útil, ya que se fueron añadiendo nuevas entradas.

Apenas seis años después de su creación, tal y como había previsto el científico ruso, ingresó el galio; y en 1879 lo hizo el escandio, antes de que lo hiciera el germanio ocho años más tarde.

La tabla fue cobrando forma "hasta convertirse en un instrumento icónico de un gran valor", señala el investigador del Instituto de Química Orgánica General del Centro Español de Investigaciones Científicas, Bernardo Herradón.

"Es un instrumento clave para conocer más de cerca los instrumentos de la materia", señala el profesor, que considera que es "la mayor aportación de la química a la cultura de la humanidad" y que la compara con los números de la escuela pitagórica en la Grecia clásica.

La ciencia ha identificado ya los 94 elementos que se encuentran en la Tierra de forma natural. Pero desde que en la década de los 40 del siglo pasado se descubrió la radiación artificial, no se ha dejado de trabajar en la incorporación de otros.

Su búsqueda es compleja y precisa de un fuerte esfuerzo financiero, por lo que solo cuatro instituciones en el mundo, situadas en Estados Unidos, Rusia, Alemania y Japón, trabajan en nuevos elementos.

Los cuatro últimos fueron validados en noviembre de 2016, el nihonio, el moscovio, el téneso y el oganesón, aunque ya hay indicios de que el 119 y el 120 están listos.

Pero la frontera, una vez más, está en el espacio. Se considera que la tabla de Mendeléyev no contiene más que el 5 % de los elementos, puesto que el resto están en el Universo en forma de energía o materia oscura, todavía no descubierta.

La Asamblea General de la ONU declaró 2019 el Año Internacional de la Tabla Periódica y encargó a su agencia para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) su gestión, que será canalizada a través de una serie de actividades que comenzarán mañana, martes.

"El objetivo pasa por mostrar la importancia de la tabla periódica en los avances científicos, pero también en promover la ciencia entre los jóvenes y sacar a la luz el trabajo de los investigadores, en particular de las mujeres", señaló a Efe la directora de la división de Políticas Científicas de la Unesco, Peggy Oti-Boateng.