En 1980, un equipo de investigadores dirigido por el físico ganador del premio Nobel Luis Alvarez, su hijo, el geólogo Walter Alvarez, y los químicos Frank Asaro y Helen Vaughn Michel descubrieron que las capas sedimentarias que se encuentran en todo el mundo en el llamado límite Cretácico-Paleógeno, también conocido como límite K-T, contiene una concentración de iridio cientos de veces mayor de lo normal.
Los científicos teorizaron entonces que este inusual nivel solo podría ser explicada por una razón: el impacto de un asteroide, que de paso explicaría la desaparición de los dinosaurios. La tesis reafirmaba la expuesta en una publicación de 1953, de los geólogos Allan O.Kelly y Frank Dachille como posible causa de la extinción de estos animales.
La teoría, aunque todavía tiene detractores, se solidificó a principios de la década de los 90, cuando se descubrió un cráter de 180 km de diámetro en Chicxulub, en la península de Yucatán, considerado el lugar más probable del impacto.
Desde entonces, esta tesis demostró lo vulnerables que pueden ser las distintas especies que habitan el planeta frente a la amenaza de un posible impacto de un asteroide y es por eso, que desde entonces se ha intentado ver la manera de detener una hipotética colisión.
Una de ellas es modificando su trayectoria mediante el impacto de una nave espacial, que es precisamente lo que busca probar la misión DART de la Nasa, una nave espacial enviada en dirección al asteroide lunar Dimorphos (“dos formas”), una roca de 160 metros de ancho, que orbita un asteroide más grande llamado Didymos (“gemelo”), que alcanza 780 metros de diámetro.
Y este lunes la misión logró exitosamente la mitad de su cometido: dar en el blanco. La nave espacial del tamaño de una lavadora impactó a Dimorphos tal como lo había previsto la agencia espacial.
La colisión de la nave espacial -que viajó a una velocidad aproximada de 24.000 kilómetros por hora con la roca espacial- se produjo a las 20.16 hora de Chile.
Mientras la nave de la Nasa impactaba a Dimorphos, el choque era documentado a corta distancia por un pequeño satélite llamado LICIACube (Light Italian Cubesat for Imaging of Asteroid), un pequeño satélite de la Agencia Espacial Italiana, el que fue desplegado desde la propia DART, con el objetivo de capturar imágenes de los efectos del impacto en la superficie y la pluma de eyección generada.
“Por primera vez en la historia, cambiaremos de manera apreciable la órbita de un cuerpo celeste en el universo”, profetizó Robert Braun, jefe del Sector de Exploración Espacial del Laboratorio de Física Aplicada Johns Hopkins (APL, por sus siglas en inglés) en Laurel, Maryland, institución encargada de desarrollar la nave espacial. Pero su vaticinio aún debe ser comprobado.
Tras el impacto, telescopios en la Tierra, así como los dos telescopios espaciales de la Nasa, James Webb y Hubble, deben corroborar si el impacto tuvo la suficiente fuerza para cambiar la órbita de Dimorphos.
La misión, llamada “Prueba de redireccionamiento del asteroide doble” (DART, por sus siglas en inglés), es la primera en el mundo que pone a prueba una tecnología para defender a la Tierra de posibles peligros de asteroides o cometas.
La segunda etapa
Realizado el impacto, ahora viene la segunda parte de la misión: comprobar si efectivamente esta colisión fue capaz de cambiar la órbita del asteroide respecto a su roca nodriza.
Si las mediciones revelan que Dimorphos cambió su órbita, demostrará que una nave espacial puede navegar de forma autónoma hacia un asteroide y colisionar con él de forma intencionada para cambiar el desplazamiento de dicho asteroide de manera que se pueda medir con telescopios basados en tierra. DART contribuirá a datos importantes para ayudar a preparar mejor para un asteroide que pueda suponer un peligro de impacto para la Tierra, si alguna vez se descubre uno.
“Lo que estamos tratando de aprender es cómo desviar una amenaza. En esencia, DART es una misión de preparación, y también es una misión de unidad y colaboración internacional”, señaló Thomas Zuburchen, administrador asociado de la Dirección de Misiones Científicas en la Sede de la Nasa en Washington, poco después del lanzamiento de la misión en 2021.
Juan Carlos Beamin, astrónomo de la Fundación Chilena de Astronomía, explica que el objetivo principal es demostrar un método de defensa planetaria, “que consiste en lograr cambiar ligeramente la órbita de un asteroide al hacer colisionar una nave espacial, a gran velocidad, contra éste”.
En este caso se impactará un asteroide que es parte de un sistema binario, es decir, dos asteroides. “La misión lo hará con el más pequeño con la esperanza de ver cómo cambia su órbita, el objetivo que persigue la Nasa es ver si se puede reducir gracias al impacto de DART”, señala Beamin.
Si bien durante los próximos 50 años la Tierra no será impactada por algún asteroide del Sistema Solar, los astrónomos han señalado que es muy importante contar con las herramientas para hacerlo en caso de que sea necesario. Al momento de la colisión no se verán efectos desde la Tierra, ya que es muy pequeño, sin embargo, será filmado por una sonda para luego enviar la información y analizarla.
El proyecto tuvo un costo de US$ 330 millones y es el primero de este tipo. La nave cuenta con dos “brazos”, los que se extienden alcanzando 8,6 metros de largo por 2,3 metros de ancho. Andy Rivkin, jefe del equipo de investigación DART, señala que el período orbital actual es de 11 horas y 55 minutos. “El equipo espera que el golpe reduzca en unos 10 minutos la órbita de Dimorphos”.
Beamin señaló que esta expedición tiene valor e importancia, tanto para la ciencia como para las instituciones de defensa, “pues sabemos que los asteroides han chocado en el pasado con la Tierra, en algunos casos sin graves daños, pero en otros casos sí, como en Tunguska, Rusia en 1908, cuando un asteroide de 60 metros aplastó unos 80 millones de árboles en un área de 2.150 km² de bosque. Esta misión probará si es posible desviar de su curso a estos asteroides lo suficiente como para prevenir un desastre mayor”.
Los objetivos científicos de la misión van de la mano con la teoría que señala que hace alrededor de 66 millones de años, un meteorito de unos 10 kilómetros de diámetro impactó contra la Tierra, provocando la extinción del 75% de las especies, incluidos los dinosaurios, que dominaban el planeta.
Aunque han pasado millones de años, eventualmente esto podría volver a repetirse, por lo que la Nasa, de cierta manera, pretende anticiparse y estar preparada frente a cualquier eventualidad.