"Cuando una métrica se vuelve un objetivo, deja de ser una buena métrica". Esta ley, reconocida por el economista Charles Goodhart, nos ha advertido por más de 40 años que los seres humanos, incentivados por estos objetivos, nos enfocamos sólo en la métrica y dejamos de lado lo que realmente debíamos hacer.

Chile vuelve a bajar en el índice de competitividad IMD, pasando del puesto 19 en 2005, al 42 en 2019. Estamos antepenúltimos en patentes de alta tecnología, 54 en inversión en I+D y 50 en exportación de tecnología, entre otros tristes valores.

¿Y qué tiene que ver la Ley de Goodhart con esto? Según un estudio de la Asociación Nacional de Investigadores en Postgrados (ANIP), más del 90% del capital humano con doctorado que tenemos en el país está en las universidades. Pero a estos investigadores, y a sus casas de estudio, se les mide principalmente por una métrica: publicaciones científicas.

La carrera académica (con su jerarquización interna), la postulación a proyectos de investigación de Conicyt, y la acreditación de programas de postgrado por parte de la CNA -incluso los profesionales-, tiene como elemento central medir cuántas publicaciones científicas tiene el investigador o el equipo docente de una universidad e incluso valorar los cuartiles de las revistas en que están.

Transferencia tecnológica, proyectos con empresas o patentes tecnológicas, en muchos casos, son irrelevantes en esta evaluación. Y la consecuencia es clara: la métrica se ha vuelto el objetivo. Hoy Chile destaca a nivel latinoamericano en el ranking de publicaciones científicas. Según el prestigioso ranking de Nature Index, Chile sólo está tras Brasil en la región, en la posición 33 de 160 a nivel mundial (Brasil está 23). Un tremendo logro para un país que destina alrededor de un 0,38% de su PIB a esto, mientras que el promedio de la OCDE es de 2,5%.

Pero el objetivo de hacer ciencia es apoyar el desarrollo del quehacer humano, mejorar nuestro entorno, entender nuestro universo y satisfacer la curiosidad de nuestra especie. Eso en Chile, en unas décadas, pasó a significar sólo la cantidad de artículos a publicar en revistas científicas indexadas por "Web of Science", que es un servicio de la empresa Clarivate Analytics.

Y como la métrica se volvió un objetivo, es la labor principal esperada de la gran mayoría de los científicos que tenemos en el país. Nos hemos transformado en líderes en la región en publicar artículos científicos, para que otros los implementen, los patenten y luego nos los vendan de regreso.

Sin un cambio desde las instituciones que han definido esto como un objetivo, será imposible cambiar la tendencia en caída que tenemos en aplicar la ciencia en el país y desarrollar una economía alrededor de ella. La capacidad está en el país, ahora falta que la direccionemos.

Es sólo una de las aristas, pero es de esperar que el nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación haga el cambio para que no terminemos en la posición 60 en una próxima medición del índice de competitividad.