Indígena, esclavo, árido y pobre: la imagen del norte grande luego de la Guerra del Pacífico
Un nuevo libro muestra cómo a través de los medios de comunicación de la época se buscó reforzar la soberanía nacional en la frontera norte recientemente anexada, con estereotipos que perduran hasta hoy. Se propagó en reportajes, caricaturas y fotografías, la superioridad chilena versus la de los vecinos del altiplano.
,Imágenes y conceptos que construyen el imaginario y la realidad, y que hace siglos se instalaron, pero que aún permanecen. Esas fueron las pistas que investigadores de la Universidad de Tarapacá buscaron en las publicaciones magazinescas nacionales desde 1880 a 1930, para indagar sobre cómo era visto el norte grande.
Un norte grande en “construcción” luego del conflicto de la Guerra de Pacífico, y que las revistas de la época, producidas principalmente en Santiago, buscaban “chilenizar”, indica el libro Imaginarios nacionales de la frontera norte chilena. Revistas magazinescas (1833-1930), de los académicos del Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas de la Universidad de Tarapacá, Rodrigo Ruz, Luis Galdames y Alberto Díaz.
Elaborado a partir de dos proyectos de investigación financiados por Conicyt a través de su Programa Fondecyt, el estudio recoge análisis de revistas y da cuenta de la construcción de la chilenidad, además de los principales prejuicios que existían con respecto a los países vecinos después del conflicto.
Rodrigo Ruz, explica a Qué Pasa que partieron con la idea de determinar la forma en la que el norte grande y los espacios fronterizos eran observados desde la metrópoli, una mirada que venía particularmente desde Santiago. "Lo importante era ver cómo se veía a los nortinos y cómo se creó en cierta manera una especie de imagen del norte grande en un momento de la historia nacional relativamente compleja, que tiene que ver con la post Guerra del Pacífico y con la incorporación de los territorios y la cultura nortina al ideario nacional chileno hacia fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX ", indica.
Revistas de época
Usualmente la historiografía se acerca al pasado o lo reconstruye por documentos históricos. Las visualidades de las revistas son dejadas de lado por parte de los historiadores, “como que generan cierto resquemor”, admite Ruz.
El abordar el trabajo con fuentes periodísticas exige un perfil de investigador abierto a la multidimensionalidad y al desarrollo de ciertas técnicas de interpretación de imágenes, dice Ruz. Esa innovación, indica, “permite descubrir los valores y los climas de época con respecto en una situación particular, que en este caso era cómo el norte grande era percibido por la comunidad que tenía acceso a las revistas en el centro del país”.
Investigaron material escasamente trabajado por historiadores en Chile sobre el tema, revistas, imágenes, caricaturas, fotografías, biografías de fotógrafos y columnistas de medios de comunicación. Información que esperaba ser abordada desde una historiografía más cultural y antropológica, dice Ruz, para entender la construcción de las representaciones de un territorio, “es decir, no estamos detrás de verdades objetivas, sino de ciertas formas de cómo interpretar el pasado”.
El trabajo consideró las revistas del sello Zig-Zag, el principal proyecto editorial en el Chile de inicios del siglo pasado, que contaba con las más reconocidas revistas magazinescas de tiraje nacional, y dirigidas a distinto tipo de público, como Zig-Zag, Sucesos, Corre Vuela, entre otras.
La Universidad de Tarapacá posee tres salas dedicadas exclusivamente a una extensa colección del sello Zig-Zag. Invaluable material que perteneció al periodista, bibliófilo e historiador, Roberto Hernández, donada en 1968 por su hijo, Gabriel Hernández a la entonces Universidad del Norte.
El análisis de todos esos documentos permitió corroborar ciertas intuiciones que los investigadores tenían inicialmente. Vieron que la manera de apreciar el norte grande, era como “un norte desierto, árido, con recursos mineros, el ‘sueldo’ de Chile, el ‘motor’ del desarrollo, pero siempre visto desde un tenor despectivo”, explica Ruz.
Por otro lado, las revistas daban cuenta que se trataba de una zona con una cultura que no era propia del centro sur chileno, “con una presencia indígena importante, con una presencia negra afrodescendiente y negra importante, y todo eso cargado de una serie de antivalores, algo que nos sorprendió y que de alguna manera responde a la forma en que desde el centro se ve el norte, estructuras que se mantienen en el tiempo”, sostiene Ruz.
Las razones de ese enfoque, explica Ruz, se inscriben en una intencionalidad: era una zona incorporada al territorio chileno después de una guerra, que estaba habitado por antiguos enemigos del país. “Había una campaña por estigmatizar a esa población, la ex población peruana, a la ex población boliviana, y poner sobre ellos la idea de progreso, desarrollo y de modernidad, que de alguna manera u otra debía reemplazar a las estructuras existentes en la zona. Hay una ideología detrás de esa construcción estereotipada del norte”.
Esa imagen se instala en los valores. Un área donde existe una veta de investigación todavía por desarrollar, explica el académico, “que tiene que ver con el sentido común y cómo se instituye ese sentido común en las comunidades nacionales, y el pequeño aporte de nuestra investigación es que los medios de comunicación épocales contribuyen también a la generación de ciertos ambientes intelectuales y creencias que permanecen en el tiempo”.
De esa forma, las revistas muestran mensajes como la importancia de industrializar el norte grande chileno. Hay ejemplos claros, detalla Ruz. El norte grande se industrializó, existió la pampa salitrera, la industria del cobre y la industria azufrera, fueron una realidad. “Se muestra la necesidad de percibir el norte grande como un sector que está en permanente proceso de desarrollo y que requiere una modernización para producir su espacio y su naturaleza, es una idea fuerza que logramos constatarla, también la importancia de urbanizar los espacios desérticos, altiplánicos y cordilleranos”, explica.
Además, esos registros relataban de la necesidad de civilizar los supuestamente incivilizados. Especialmente el componente indígena, “educarlo, incorporándolo en la estructura de desarrollo imperante de la época, es decir una construcción del norte en oposición a la ‘virtuosidad’ de lo chileno”, indica Ruz.
Se exaltan así, la imagen de caricaturas, como la de ciertos personajes populares como el “roto chileno”, y era minimizado el “cholo” (negro) de Perú. El primero, se situaba como un sujeto con mayor fuerza, carácter y virtudes. “El virtuosismo chileno, reflejado en la caricatura, se transformó en una propaganda directa en el contexto de la postguerra, que enfatizó las diferencias entre ambas naciones”, detalla el libro.
Esa imagen de carencia en que se encontraba el norte, desde la mirada de los textos de época, dice el investigador, permanece: “El extremo norte, como también puede ser el extremo sur, está en permanente demanda y necesidad de ser intervenido por parte de una suerte de desarrollo que no es propio de la región, sino que tiene que venir desde el centro y que sigue siendo percibido así, como en un estado de permanente carencia”.
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