Un estudio elaborado por el Núcleo Milenio DISCA, a partir de la última versión de la Encuesta Nacional de Discapacidad y Dependencia (ENDIDE), reveló que el 47,8% de las personas con discapacidad en Chile es madre o padre conviviendo con sus hijos. Dato muy similar a la de la población sin discapacidad con hijos (46,0%).

Esta información viene a desafiar el estigma asociado a este segmento de la sociedad, quienes, de acuerdo con el mismo centro y el Fondecyt DISPAR, se ven enfrentados usualmente a la discriminación en este aspecto, pues se asume que, por su discapacidad, no tienen hijos.

El estudio entrega por primera vez un aproximado de cuántas personas con discapacidad en el país tiene hijos. Este dato debió ser construido, ya que, si bien ENDIDE caracteriza sociodemográficamente a la población, la encuesta no pregunta directamente si las personas tienen hijos.

Sin embargo, sí identifica a todos los miembros del hogar, e indica la relación de cada uno de ellos con el jefe de hogar. Con esta información se pudo identificar a las personas que son jefes de hogar o sus parejas y conviven con hijos.

De esta manera, las cifras revelaron que, del total de personas adultas con discapacidad que son jefes de hogar o sus parejas, un estimado de 1.291.936 vive con sus hijas e hijos (de ambos o de uno de ellos). De estas, un 31,5% son hombres (407.312 personas) y 68,5% son mujeres (884.624 personas). Más de la mitad de estas madres y padres tienen hijos de menos de 25 años (670.333 personas).

Hasta el día de hoy no sabíamos cuántas personas con discapacidad son madres y padres en Chile, explica la directora de DISCA y autora del estudio, Florencia Herrera, quien agrega que “los datos oficiales de parentalidad no preguntan por discapacidad y los datos oficiales de discapacidad no preguntan por presencia de hijas o hijos. Este es un dato trascendental para orientar las políticas públicas respecto a familia e infancia”.

La cifra que se presenta es una subestimación, ya que, “por la metodología de ENDIDE, no podemos identificar a las personas con discapacidad que tienen hijos, pero no viven con ellos. Asimismo, podría haber hogares intergeneracionales donde vive una persona con discapacidad con su hija o hijo, pero al no ser la persona con discapacidad jefa de hogar o pareja de jefa de hogar, no logramos identificarla”, añade.

Los datos muestran que los jefes de hogar o sus parejas con una discapacidad severa que viven con sus hijas e hijos son 822.016, mientras que aquellos con discapacidad leve a moderada son 469.920. En cuanto a quintil por ingreso autónomo, se observa que el número de personas con discapacidad que viven con hijos en el hogar va disminuyendo a medida que aumenta el ingreso del hogar.

Se estima que 282.223 jefes de hogar con discapacidad (o su pareja) que viven con hijos pertenecen al primer quintil de ingresos. Asimismo, del total de jefes de hogar con discapacidad que viven con hijos, el 64,1% son mujeres (606.636 mujeres). El equivalente a esta cifra en la población sin discapacidad baja a 46,6%.

“Tener estas cifras nos permite echar por tierra el mito de que las personas con discapacidad no son madres y padres. Esta información debería ser considerada al momento de diseñar políticas públicas e implementar programas. Estos deben contemplar que las personas con discapacidad se embarazan, están criando, deben llevar a sus hijos a controles de salud, son apoderados de colegio y trabajan para mantener a sus hijos, como toda madre o padre. De no considerarse, muchas personas con discapacidad, y sus hijos, seguirán siendo excluidas”, enfatiza Herrera, quien también es académica de la Escuela de Sociología de la Universidad Diego Portales.

La sociedad no puede seguir considerando que es excepcional que las personas con discapacidad sean madres y padres, porque de acuerdo con estos datos, más de la mitad de las personas con discapacidad tiene hijos y viven con ellos”, sentencia.