Duro informe mundial revela grave impacto del cambio climático en la salud de los chilenos
The Lancet Countdown es el estudio más relevante en el mundo para medir las consecuencias del calentamiento global en el planeta. Desde 2023, el documento incluye una versión específica para América Latina y Chile, cuyo capítulo fue desarrollado por la Universidad Católica. Los principales indicadores son sombríos.
Los últimos cuatro años han sido los más cálidos registrados en la historia. Hoy, según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMS), la temperatura promedio del planeta está -de acuerdo con los modelos más conservadores- al menos 1°C por encima de los niveles preindustriales.
El cambio climático es una de las crisis más urgentes de estos tiempos, y avanza a un ritmo más rápido de lo que se esperaba. Según el secretario general de la ONU, António Guterres, “estamos perdiendo la carrera de la emergencia climática”. El impacto del fenómeno no solo es medioambiental, sino que los seres humanos están sufriendo graves consecuencias sanitarias.
Informe mundial revela el grave impacto del cambio climático en la salud de los chilenos
Uno de los barómetros más importantes para medir este impacto en la salud es el informe global The Lancet Countdown, que se publica anualmente desde 2016, y que desde 2023 cuenta con una versión específica para América Latina.
El capítulo chileno de este año fue desarrollado por el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica y liderado por la investigadora Yasna Palmeiro.
La colaboración responde a la urgencia de abrir un diálogo público sobre los efectos del cambio climático y encontrar soluciones desde la política pública. Desde 2019, el Centro de Políticas Públicas UC ha trabajado estrechamente en la elaboración de este documento, aportando datos y análisis para mejorar la toma de decisiones y promover estrategias que enfrenten esta crisis de manera integral.
Esto, porque el cambio climático está teniendo un impacto directo en la salud de los chilenos, según el informe respecto a nuestro país.
Palmeiro, autora del reporte nacional, destaca que los cambios en el clima están alterando las condiciones ambientales a las que la población estaba acostumbrada, afectando la salud de diversas maneras.
También señala que a pesar de la creciente conciencia sobre esta problemática, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen en aumento. “Durante la pandemia de Covid-19 hubo una leve disminución debido a la paralización global, pero fue temporal, y las emisiones han continuado al alza”, se lamenta Palmeiro.
Desde una perspectiva global, el informe muestra avances en la inversión en energías renovables, pero aún persisten contradicciones. “Aunque intentamos avanzar hacia un futuro más sustentable, seguimos destinando más recursos a los combustibles fósiles, lo que agrava el problema”, explica.
Este contraste refleja una lucha entre las iniciativas para mitigar el cambio climático y la persistencia de prácticas dañinas para el medioambiente y la salud.
En América Latina las disparidades entre países son notorias. Mientras algunas naciones enfrentan impactos severos del cambio climático, otras no están preparadas para abordar sus consecuencias. Los fenómenos climáticos extremos, como sequías, olas de calor, lluvias intensas e incendios forestales, están ocurriendo con mayor frecuencia y simultaneidad, incrementando los riesgos para la población.
Incendios y más calor
En el caso de Chile, el informe advierte un aumento de días calurosos y un alto riesgo de incendios forestales.
Entre los grupos más vulnerables al cambio climático están los mayores de 65 años, los niños pequeños, las personas con enfermedades crónicas y trabajadores expuestos a altas temperaturas o condiciones extremas. “Las altas temperaturas durante el verano agravan estas condiciones, especialmente para quienes trabajan bajo el sol o en espacios mal ventilados”, detalla Palmeiro.
El reporte advierte que las olas de calor están aumentando significativamente en Chile, afectando de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables. Según el informe, la exposición a olas de calor ha crecido 94% en mayores de 65 años y 88% en menores de un año.
“En las personas mayores el calor extremo puede provocar deshidratación, fallas renales y complicaciones cardiovasculares como arritmias o infartos, debido a que los mecanismos de termorregulación del cuerpo se sobrecargan”, explica la autora del reporte.
El impacto en los menores de un año también es preocupante debido a la creciente cantidad de días con olas de calor. “Desde 2010, hemos observado veranos más calurosos y prolongados, lo que representa un riesgo significativo para esta población, que es especialmente sensible a los efectos del calor extremo”, dice la investigadora, lo que refleja cómo el cambio climático está intensificando las consecuencias en la salud de las personas.
El problema se agrava entre los más desfavorecidos. Desde una perspectiva social, la inequidad juega un rol crucial en la vulnerabilidad al cambio climático. Las personas con menor nivel educativo, quienes enfrentan discriminación o trabajan en condiciones precarias, sufren mayores riesgos.
Por ello, Palmeiro subraya que estas desigualdades evidencian la urgencia de establecer políticas sociales adecuadas para reducir la vulnerabilidad de estos grupos y mitigar los efectos del cambio climático en la salud.
Menor calidad de vida
El calor no solo afecta la salud, sino también la calidad de vida y la economía. Según el informe, Chile pierde anualmente 14,2 millones de horas laborales debido al calor extremo. Esto se debe a que las altas temperaturas generan enfermedades relacionadas con el estrés térmico, que pueden resultar en ausencias laborales y, en casos extremos, hasta en la muerte. “La capacidad de las personas para trabajar se ve limitada, y esto impacta directamente en su calidad de vida”, enfatiza la autora.
El impacto varía según el tipo de trabajo. “No es lo mismo trabajar en la agricultura o la construcción, donde la exposición al calor es directa, que en una oficina con aire acondicionado. Sin embargo, incluso en oficinas mal ventiladas, el calor puede afectar la salud y la productividad”, señala Palmeiro.
Las altas temperaturas obligan al cuerpo a utilizar mecanismos de termorregulación que, cuando se sobrecargan, pueden generar letargo y disminuir la capacidad mental.
La pérdida de horas laborales tiene un efecto dominó en la productividad y el bienestar. “El calor excesivo no solo reduce el desempeño, sino que también genera ansiedad en las personas que no logran cumplir sus objetivos laborales”, explica Palmeiro.
Esta situación se agrava en quienes carecen de acceso a sistemas de seguridad social, lo que puede traducirse en una reducción de ingresos económicos y afectar la estabilidad y tranquilidad de sus familias.
En este contexto, el informe subraya la necesidad de políticas públicas que aborden tanto las causas como los efectos del cambio climático, para mitigar los riesgos y salvaguardar la salud y el bienestar de la población.
Menos áreas verdes
El estudio también revela una preocupante carencia de áreas verdes, ya que estas son fundamentales para los ecosistemas urbanos: absorben agua durante lluvias intensas, reducen inundaciones, mitigan el calor extremo y protegen la biodiversidad, explica Palmeiro.
De los tres centros urbanos analizados en el estudio, Viña del Mar figura con un nivel de verdor “bajo”, mientras que Santiago y Concepción presentan niveles “muy bajos”. El problema es que desde 2015, ninguna de estas ciudades ha mejorado en este aspecto; por el contrario, Concepción retrocedió de “bajo” a “muy bajo”.
El impacto de la falta de áreas verdes no solo es ambiental, sino también sanitario. “Estas zonas contribuyen a la salud física y mental al absorber contaminantes, reducir el ruido y fomentar la actividad física. Sin ellas, las enfermedades cardiovasculares aumentan, al igual que los niveles de estrés y los riesgos asociados a la contaminación del aire”, señala la autora. En un escenario de cambio climático, su ausencia podría exacerbar las desigualdades en salud y calidad de vida.
Indicadores al alza
Pese a las cifras del reporte, éste también consigna algunas mejorías. Por ejemplo, establece una leve mejora en la mortalidad prematura relacionada con el material particulado fino (PM2.5), que ha disminuido un 3,2% a nivel global. Esta tendencia se explica por la reducción del uso de carbón en algunos países.
Sin embargo, en el caso de Chile el problema persiste, especialmente en invierno, debido al uso de leña en el sur y la contaminación vehicular en las ciudades. “Para acelerar esta tendencia, es crucial implementar políticas que fomenten el uso de energías más limpias tanto en contextos urbanos como rurales”, enfatiza Palmeiro.
Al menos, dice el informe, en el ámbito global, las inversiones en energías limpias han crecido considerablemente y Chile destaca como líder regional en generación de energía solar y eólica gracias a sus condiciones geográficas únicas.
“El país destaca en la región por su liderazgo en energías renovables, especialmente solar y eólica”, resalta Palmeiro.
La investigadora dice que este reconocimiento se debe a las políticas públicas que han impulsado estos avances, convirtiendo al país en un modelo en Latinoamérica.
Sin embargo, advierte que en comparación con países desarrollados, Chile debe mejorar en infraestructura y almacenamiento energético para reducir su dependencia de combustibles fósiles.
Leyes protectoras
El cambio climático también ha exacerbado problemas como olas de calor, incendios forestales y sequías, afectando la salud pública. “La contaminación atmosférica sigue siendo significativa, y los efectos climáticos ya están impactando a las comunidades vulnerables”, comenta Palmeiro.
Aunque Chile ha implementado planes estratégicos, como la Ley Marco de Cambio Climático, todavía está rezagado en relación con países como Dinamarca o Alemania, que cuentan con sistemas avanzados de resiliencia energética y adaptación.
La preparación en salud pública es otra área en la que Chile enfrenta desafíos. Países como Francia y Canadá han desarrollado infraestructura sanitaria resistente al cambio climático, incluyendo hospitales con energías renovables y protocolos para emergencias climáticas.
“En Chile, estas iniciativas son todavía limitadas, y se necesita capacitar mejor al personal médico para abordar enfermedades relacionadas con el cambio climático”, advierte la investigadora.
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