Ingeniería para el Desarrollo Sostenible: Ingeniería para la paz
Justo cuando empezábamos a salir de dos años de la peor pandemia en un siglo, nuestra ya afligida salud mental puede ahora seguir siendo atormentada por los vientos de guerra que soplan en el Viejo Continente.
Si bien estamos bastante lejos geográficamente –exactamente 13.745 kilómetros entre Santiago y Kiev–, la hiperconectividad del siglo XXI nos da la posibilidad de ver en tiempo real los terribles sucesos que están ocurriendo en Ucrania. Más relevante aún es que esa alta velocidad de transmisión de información e interconexión global hacen increíblemente volátil y compleja la situación, con acciones y reacciones ocurriendo aceleradamente que, por lo mismo, vuelven muy difícil de predecir el desenlace de este conflicto y sus alcances globales. Tal como decía Thomas Friedman en el New York Times hace unos días: “El mundo nunca será el mismo”.
Es en este sin duda triste nuevo teatro que recientemente celebramos el Día Mundial de la Ingeniería para el Desarrollo Sostenible, iniciativa lanzada por la UNESCO en 2019, en un esfuerzo por enfatizar el rol clave que tiene la Ingeniería para poder abordar exitosamente los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Estos ambiciosos objetivos van desde lograr el Fin de la Pobreza (ODS 1), Hambre Cero (ODS 2), Energía Asequible y No Contaminante (ODS 7) hasta Acción por el Clima (ODS 13), Paz, Justicia e Instituciones Sólidas (ODS 16) y Alianzas para Lograr los Objetivos (ODS 17). Sin duda que todos estos propósitos son claves para el bienestar de nuestra y futuras generaciones.
También, es fácil ver que requerimos de la Ingeniería para abordar, por ejemplo, la transición energética hacia fuentes menos contaminantes, pero ¿qué rol pueden tener los ingenieros e ingenieras para garantizar la paz?
Volvamos al conflicto Rusia-Ucrania. Pudiendo haber tomado medidas más disuasivas contra Rusia para evitar la invasión y mantener la paz (ODS 16), varios países europeos titubearon. Alemania, por ejemplo, tomó la decisión más bien de carácter político de eliminar su energía nuclear en 2011 luego del desastre Fukushima y, en 2019, de cerrar sus centrales de carbón. Con estas restricciones auto-impuestas, a lo que se agrega lograr su objetivo de carbono neutralidad para 2045 (ODS 7 y 13), su estrategia de transición energética la llevó a aumentar su dependencia en el gas ruso (ODS 17) sin acelerar la inclusión de fuentes locales renovables no convencionales. Con la crisis escalando rápidamente en Ucrania y una tremenda presión política e internacional, recién la semana pasada se suspendió el proyecto Nord Stream 2 y se anunció una serie de medidas en materia energética que tomará tiempo en rendir frutos.
Lo anterior refleja la intrincada relación inherente entre los ODS y la necesidad de contar con una mirada sistémica para enfrentarlos. De hecho, en 2018, el Consejo Global de Decanos de Ingeniería definió la Ingeniería para la Paz como “la aplicación intencional de pensamiento sistémico de Ciencia, Tecnología y principios para directamente promover y soportar condiciones para la paz”.
Siguiendo esta visión, nuestra Facultad busca impactar positivamente sobre los ODS por medio de la formación de estudiantes, generación de conocimiento y la transferencia de estos a la sociedad. En un mundo de creciente incertidumbre y complejidad, la ingeniería y las ciencias son cada vez más necesarias para tomar mejores decisiones, evitar conflictos y, sobre todo, mantener la paz.
*Decano Facultad de Ingeniería y Ciencias, Universidad Adolfo Ibáñez
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