En los humedales y ríos de Chile, diminutas criaturas acuáticas cumplen una función clave: actuar como centinelas del agua. Es decir, pueden ayudar a evaluar la salud de los ecosistemas vitales y determinar la calidad del agua en entornos urbanos. Fue así como investigadores identificaron a ciertos insectos como bioindicadores naturales de la contaminación y el cambio climático.

Su monitoreo no solo revela la salud de los ecosistemas hídricos, sino que también podría transformar las estrategias de conservación en el país. Esto se encuentra retratado en un publicación titulada “Utilizando insectos como bioindicadores: una aproximación para la conservación en ecosistemas lénticos urbanos en Chile central en la revista Insects.

Insectos centinela: los bioespías del agua que revelan la salud de los ríos chilenos

Principalmente utilizaron cinco métodos métodos para evaluar la calidad del agua mediante estos bioespías. En primer lugar, el muestreo de insectos acuáticos se realizó a través de una recolección de muestras de familias de estos en los cuerpos de agua. Esto se hizo mediante técnicas de muestreo estandarizadas para asegurar que éstas fueran representativas de la diversidad de macroinvertebrados presentes.

En esta misma línea, se midieron diversas variables fisioquímicas en los niveles de agua, tales como la temperatura, el oxígeno disuelto, el pH, la conductividad eléctrica, entre otros. Por último, se estableció una correlación entre estas dos aristas para identificar la implicancia entre las especies de insectos presentes y las variables físicoquímicas. De esta manera fue posible entender cómo los diferentes factores ambientales afectan la salud de las poblaciones de insectos.

Humedal Batuco

El término “centinela” se refiere a una especie o grupo de organismos que sirven como indicadores de cambios en el ecosistema, especialmente para detectar contaminación o alteraciones ambientales. Pero ¿por qué estos pequeños insectos son tan eficaces como bioindicadores?

Los macroinvertebrados acuáticos son muy valorados para medir contaminación y cambios ambientales en ecosistemas acuáticos antes que otros sistemas de monitoreo por varias razones. Según explican los investigadores de este estudio, tienen una alta sensibilidad a los cambios en la calidad del agua, a condiciones como la contaminación química, cambios en la temperatura, y variaciones en la oxigenación del agua. Su presencia, ausencia o cambios en la diversidad y abundancia pueden reflejar rápidamente estas alteraciones.

Esto mismo es evidenciado en el estudio. Por ejemplo, la presencia de insectos de la familia Corixidae y Chironomidae están asociadas con muy mala calidad del agua, mientras que la presencia de especies de la familia Baetidae indican una buena salud del acuífero. “Considerando la diversidad de estos cuerpos de agua es posible determinar no solo la calidad del agua, sino también el estado de conservación de todo el entorno”, describen los investigadores en el estudio.

Además, los grupos de macroinvertebrados tienen diferentes niveles de tolerancia a la contaminación. Algunas especies son muy sensibles a cambios en la calidad del agua. Esto permite que los investigadores utilicen índices bióticos para evaluar la calidad del agua según la composición y la abundancia de estos organismos.

La presencia de insectos de la familia Corixidae y Chironomidae están asociadas con muy mala calidad del agua.

Estos pequeños espías del agua forman parte de la base de la red trófica acuática. Según agregan los responsables del estudio, esto no solo revela la salud de su población, sino que también indica el estado general del ecosistema acuático, incluyendo la salud de especies superiores, como peces y aves.

¿Cuál es la importancia de este estudio en el contexto del cambio climático?

Una de las coautoras de esta investigación, Amanda Huerta, comentó en un comunicado que “este estudio se sitúa en una de las principales preocupaciones de la sociedad frente a la crisis climática y ecológica como lo es el impacto sobre los recursos hídricos”. Asimismo, reveló que este trabajo forma parte de un proyecto colegiado entre la Universidad de Chile y la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) a través de la Facultad de Ciencias Forestales, que podrían significar importantes hallazgos científicos para mitigar los efectos del cambio climático.

El estudio sobre el uso de insectos acuáticos como indicadores biológicos resalta su importancia en el monitoreo de cambios ambientales provocados por el cambio climático, revelando cómo estos alteran la calidad del agua y la salud de los ecosistemas acuáticos. Al evaluar la diversidad de estos organismos, se puede determinar la resiliencia de diferentes ecosistemas frente a condiciones cambiantes, lo que permite informar estrategias de conservación efectivas.

La eutrofización de todos los cuerpos de agua estudiados implica serias preocupaciones ambientales y de gestión de recursos hídricos. Este fenómeno, caracterizado por un exceso de nutrientes, compromete la calidad del agua, reduce la biodiversidad, y deteriora los hábitats acuáticos, llevando a zonas muertas que afectan tanto a organismos acuáticos como a especies dependientes de estos ecosistemas. Además, genera costos económicos debido al aumento en la purificación del agua y afecta actividades recreativas. Es esencial implementar estrategias de manejo y monitoreo continuo, junto con políticas públicas más estrictas, para abordar este problema y proteger la salud ambiental y la sostenibilidad de los recursos hídricos.

La presencia de ciertos insectos revelan la calidad del agua y la salud de los ecosistemas acuáticos.

En este mismo sentido, Sebastián Rodríguez, biólogo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y coautor principal del estudio, enfatizó a través de un comunicado la necesidad de utilizar los insectos acuáticos para tener noción de la calidad del agua en ambientes urbanos. “Ciertas especies podrían ser indicadoras de aguas de mejor o peor calidad, indicando por sí mismas el estado de conservación de un ecosistema tan frágil como en la Laguna Carén, en Pudahuel, o en el Humedal de Batuco, también estudiados”.

La ciencia ciudadana se erige como una herramienta para involucrar a las comunidades locales en la vigilancia de sus ecosistemas, especialmente ante los crecientes desafíos medioambientales. En Chile, iniciativas como “Vigilantes del Agua” en la Región de Los Ríos capacitan a los ciudadanos en la identificación de macroinvertebrados acuáticos, lo que no solo promueve el conocimiento sobre la biodiversidad local, sino que también incita a los participantes a incidir en este aspecto. A través de talleres prácticos, los participantes aprenden a reconocer grupos de insectos que indican la calidad del agua, como efímeras y plecópteros, que sugieren ambientes limpios, frente a organismos más tolerantes a la contaminación.

La implementación de bioindicadores, como los insectos acuáticos, se presenta como una estrategia prometedora para la conservación del agua. Estos organismos sirven como herramientas efectivas para evaluar la salud de los ecosistemas acuáticos y proporcionan datos esenciales que pueden influir en las políticas ambientales. Según Rodríguez “el uso de insectos como bioindicadores permite un enfoque más dinámico en la conservación de los recursos hídricos”, adaptándose a las necesidades locales y promoviendo un futuro más sostenible.