Luego de las 23.59 del próximo sábado 10 de septiembre, los relojes de Chile continental -excepto la Región de Magallanes- deberán adelantarse una hora. Este cambio en el huso horario que se realiza desde fines de los 60 conlleva una serie de afecciones a corto y largo plazo en nuestro cerebro, así también como en nuestro comportamiento. Otro factor importante que aparece durante los primeros días después de un cambio horario de este tipo, apunta a un aumento en infartos cardiacos y otras afecciones al corazón.

La presencia o ausencia de luz solar determina en gran medida cómo el cerebro orquesta las distintas funciones de nuestro organismo. Un cambio abrupto, según las fuentes consultadas, dificulta el modo en que debemos reordenar nuestra rutina en función del horario de amanecer y atardecer. Para John Ewer, investigador del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso, el horario de verano produce grandes problemas en nuestro día a día.

“Tenemos un reloj biológico que funciona como reloj suizo. Vamos a perder horas de sueño, lo cual hará que estemos más dormidos y podamos estar frente a más situaciones de tener un accidente”, afirma Ewer. Según el investigador, existe un cambio abrupto en nuestro metabolismo durante los primeros días después de este cambio, que paulatinamente se van reduciendo a medida que avanzamos hacia el verano.

Según la Dra. Evelyn Benavides, neuróloga especialista en Medicina del Sueño de Clínica Dávila, luego de un cambio horario como éste, existe un mayor grado de irritabilidad en las personas. “El cerebro necesita una cierta estabilidad en su esquema diario. Que el horario de día y de dormir sea más estable. Al correr el horario, el cerebro censa que vamos a despertar de noche, en un ciclo cambiado de sueño. Las primeras horas del día van a ser más difícil porque vamos a estar más somnolientos”, manifiesta.

Asimismo, la especialista explica que este cambio abrupto genera reacciones similares a un jetlag, igual como se hubiese viajado a través de varios husos horarios. “Baja nuestra capacidad cognitiva durante las mañanas después del cambio de hora”, añade la Dra. Benavides.

El Dr. Esteban Basáez, jefe del departamento de Neurología de Clínica Las Condes, detalla que el cuerpo está acostumbrado a tener cambios graduales en la posición de la luz solar. “Cuando se cambia el horario en forma arbitraria, puede generar durante los primeros días una menor concentración cognitiva y un estado de somnolencia, hasta que paulatinamente el cuerpo se logre acostumbrar a este cambio”, recalca.

Además, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Ferrara, en Italia, observó un riesgo significativamente mayor de infarto agudo al miocardio en personas mayores de 18 años en las dos semanas posteriores al cambio de hora de verano. “Hay un cambio agudo en los primeros días del cambio horario, que es mucho mayor a cuando pasamos a horario de invierno, porque allí se duerme más”, agrega el Dr. Ewer.

Ausentismo escolar y problemas de seguridad

En 2015, se implementó en Chile un plan para prolongar el horario de verano durante todo el año. Sin embargo, diversas organizaciones se resistieron a este cambio, argumentando que al amanecer más tarde podrían existir problemas de seguridad en las mañanas, así también como más frío y menos concentración de los escolares. Actualmente, Chile es uno de los 70 países en el mundo que modifica su reloj. Por el contrario más de 140 naciones no realizan cambios a su zona horaria durante todo el año.

La medida fue creada en 1968, con el fin de optimizar el gasto energético y aprovechar las horas de Sol. Sin embargo, ¿Cuáles serían los motivos para sostener este cambio de hora en la actualidad? Según Ewer había un tema principalmente económico que tenía que ver con el gasto en electricidad, pero que hoy en ninguna parte del mundo se justifica. “Hoy tenemos más antecedentes, más información, sabemos más acerca de cómo funciona el cerebro. Entonces, sabemos que los cambios de hora le hacen mal a nuestro cerebro, a nuestro cuerpo porque conocemos cómo funciona el reloj biológico del ser humano. Es mejor fijar una hora y no modificarla durante el año y de esto se han dado cuenta los demás países como los de Europa”, insiste el especialista.

Pero, mientras tanto, se recomienda proyectarse ante este cambio y tomar algunas medidas. La Dra. Benavides detalla que es recomendable “adelantar la hora de acostarse unos 20 minutos diarios, unos cuatro días antes, para que cuando ocurra el cambio de hora el cuerpo no lo enfrente de forma más abrupta”.

En el caso de los niños y niñas, que necesitan en promedio dos horas más de sueño que un adulto, es necesario prepararlos durante las noches anteriores para que la cantidad y calidad del descanso nocturno no se vea afectado por el cambio de hora. La Dra. Paola León, neuróloga infantil de Clínica Vespucio asevera que “es posible que los niños y niñas sigan en estado de somnolencia, y eso los puede hacer más irritables durante las mañanas”. La transición se debe hacer un par de semanas antes, cambiando un poco la rutina. “Acostándose no tan tarde y respetando las 12 horas de sueño en preescolares, 10 horas en escolares y 8 o 9 en adolescentes. También, la especialista recomienda que se deben evitar las comidas muy tarde, las bebidas energéticas y el uso de pantallas hasta muy tarde.

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