Hasta el momento hemos revisado el sistema de creencias de lideres obsesivos, paranoides y narcisos y ahora es el turno de los dramáticos o histéricos, sujetos cuyo virus mental se alimenta de la creencia de que “tengo que conseguir la atención de los demás e impresionarlos”. Ellas y ellos son la nueva tendencia y es por esa razón que a partir de esta columna exploraremos con mayor profundidad a personalidades como Elon Musk, Jeff Bezzos, Bill Gates, Richard Branson y Steve Jobs.

Y es que estos líderes dramáticos, al igual que los narcisos, cuentan con un mindset que los impulsa a realizar grandes cosas y a entusiasmar a sus audiencias. ¿Están listos y listas para una columna emocionante? Tim Higgins, autor de Juegos de Poder, relata como el público enloqueció cuando el dueño de Tesla y SpaceX salió al escenario a presentar su auto eléctrico. Escuchemos a Higgins:

“Cientos de clientes se presentaron para la ocasión. No era cuestión de perderse una fiesta de Musk; tanto si tenían que ver con Tesla como SpaceX, sus eventos atraían a una ecléctica mezcla de emprendedores de Silicon Valley, estrellas de Hollywood y clientes fieles y fanáticos de los coches. Hasta entonces, Tesla había sido una marca de lujo exclusiva, un sueño para los ecologistas californianos que se había transformado en un capricho para ricos”.

Musk quiere ir más allá del mundo del lujo y democratizar los autos eléctricos, pues sabe que para emular o superar las hazañas de Henry Ford tendrá que aspirar a lo imposible. Y la gracia del nuevo dueño de Twitter y de otros líderes dramáticos, es que nos hacen creer. Nos hacen soñar.

Si a esta altura de la columna no sabes bien quien es Elon Musk, acá van unas pistas que nos regala Higgins:

“Musk, un hombre hecho a sí mismo y multimillonario a los 20 años, que soñaba con utilizar su recientemente adquirida riqueza para cambiar el mundo, entra en escena. Su fe en los coches eléctricos era tan firme que apostó su fortuna al éxito de estos, tambaleándose al borde de la quiebra a causa de ello y destrozando tres matrimonio -dos con la misma mujer- por el camino”.

A muchas y muchos este estilo de liderazgo motiva y encanta, a otros y otras asusta o genera un visceral rechazo, razón por la cual le pondremos cabeza al comportamiento de estas estrellas, pues siguiendo a los coach y analistas Manfred Kets de Vries y Danny Miller, una de las características más llamativas de este estilo es la excesiva expresión de emociones. Escuchemos a Higgins hablar de Musk:

“Su misión de cambiar el mundo y tal vez incluso de salvarlo (y probablemente enriquecerse con ello) fue la que le habían ayudado a atraer a un equipo de ejecutivos para convertir sus ideas en realidad (…) Sobre el escenario, Musk trasteaba con varias gráficas relativas al aumento de la polución provocada por el dióxido de carbono, mientras se lamentaba del daño que ha sufrido el planeta. <<Esto es realmente importante para el futuro del mundo>> dijo provocando la ovación del público”.

Elon Musk durante la presentación de uno de sus autos. Foto: AFP

Sí, estos sujetos son hábiles para atraer talento y para gestionar a sus fans, pues saben llegar a lo que les importa. Al corazón. Y saben expresarlo como nadie, pues motivar a otros, alimenta su exacerbada demanda de atención. Además, si el público responde positivamente a sus profundos anhelos de admiración, estos sujetos lo darán todo y se involucrarán de lleno en actividades emocionantes que movilicen a su séquito de admiradores y admiradoras, mientras que la resistencia más obsesiva y paranoica descubrirá, al poco andar, que la vitalidad del nuevo líder es equivalente a sus serias dificultades para concentrarse. ¡Prendan las alarmas!

Pese a estos reparos, las heroicas proezas de estos líderes llenan de energía y revitalizan organizaciones, razón por la cual se les dejará actuar, introducir cambios, nuevos planes de negocios, proyectos y aventuras insospechadas. ¿Te sumas ? ¿Quieres revolucionar el mercado? ¡Bienvenido a mi mundo!

Hasta ahí todo bien, pero después de un par de temporadas empieza a surgir el cansancio de las tropas. Precaución: estos líderes no resisten las críticas y los malestares. ¿Ahora que hice todo esto por ustedes ya no me quieren? ¡Ingratos! En varios pasajes de los Juegos de Poder, se pasea un Musk cabreado, cansado y enojado. Abatido y encorvado en su escritorio, este hombre de un metro noventa usa su energía residual para pelear por Twitter-a través de su iphone- con sus detractores.

De repente los vigorosos brazos de estos titanes se desinflan y se escuchan las voces de los líderes paranoicos y obsesivos. No por nada Peter Drucker, uno de los padres del management, señalaba que “el único rasgo de personalidad que compartían los líderes eficientes con que me he encontrado era algo que no tenían: tenían poco o ningún <<carisma>> y les servía de muy poco esa palabra o lo que ella significa”.

Para Drucker, como para muchas personas que se sienten más cómodas alrededor de líderes y organizaciones obsesivas, los líderes dramáticos corren riesgos muy altos, pues cuando pierden el control -o el interés- caen con facilidad en acciones temerarias y alimentan una sensación de “despilfarro”. De hecho Musk, siguiendo con Higgins, “cree firmemente en el poder del impulso, en que un éxito conduce a otro”.

Bajo estrés, estos líderes rigidizan su estilo, lo que los torna excesivamente intensos y dispersos, pasando con facilidad de idealizar proyectos y personas a devaluarlos en un arranque pasional. ¿Me contradigo? No hay tiempo para tonteras, pero a ojos de los demás, no es más que una reacción superficial y sugestionable de alguien que decide confiar en sus “pálpitos” cuando pierde el control de la realidad. Vayamos con la filosofía de Musk en Juegos de Poder:

“A diferencia de la mayoría de los ejecutivos del sector, la filosofía de la toma de decisiones de Musk procede de su ecosistema californiano, donde es mejor tomar rápidamente una decisión equivocada que puede corregirse enseguida que pasar tiempo perfeccionando situaciones hipotéticas. Para una start-up, el tiempo es oro, cosa aún más cierta en el caso de una empresa automovilística que, ya desde el principio, ha estado gastando millones de dólares cada día”.

Amazon, SpaceX, Apple, Virgin son buenos ejemplos de entidades hiperactivas, impulsivas, aventureras y, en algunos casos, peligrosamente desinhibidas. A sus líderes les gusta tomar rápidamente decisiones, pues los motiva vivir y moverse en un mundo de corazonadas e impresiones. Aquí se sienten cómodos y les encanta la idea de aprovechar estos vientos para embarcarse en atrevidas empresas sin consultar a nadie, pero cuando las cosas no empiezan a funcionar se desmoronan.

No por nada, Higgins nos recuerda que Iron Man, interpretado por Robert Downey Jr, se inspiró en Elon Musk. Controvertido e imprevisible, cuando las cosas salen bien es un líder que representa la visión, el entusiasmo y la determinación para triunfar. Se da tiempo para conversar con sus seguidores de Twitter o para felicitar a las selecciones de fútbol que han triunfado en el Mundial. Pero cuando la realidad no se ajusta a sus planes, su ego -mezquino y paranoico a ojos de Higgins- se toma la película y arriesga todo.

“Exhausto. Estresado. Preocupado. Desesperado. Inseguro. En resumen: vulnerable. ¿La ambición desmedida de Musk le permitiría poner patas arriba la industria del automóvil para hacer lo que antes se consideraba imposible? ¿O su soberbia sería su perdición?”

Es cierto; a líderes como Musk la evidencia en contra los aburre y abruma y es por ello que enfrentan la realidad de una forma poco metódica. Así, cuando las cosas no se dan como esperaban o se demoran más de la cuenta, amplían su abanico de proyectos, productos y mercados enormemente dispares. En definitiva, en vez de sentarse a analizar seriamente el futuro de la industria automotriz… ¿Qué tal revolucionar las redes sociales? ¿Triunfará?

Mientras esperamos la respuesta, vamos conociendo a estos héroes en sus caídas, pues es en los descensos donde se evidencia que les gusta centralizar el poder en ellos, por lo que no es raro que en los pasillos se los empiece a tildar de líderes narcisos y auto-referentes que gozan de jugadas audaces y de la asunción de riesgos como un niño con un juguete nuevo.

En definitiva, cuando las cosas no se dan en el planeta tierra como yo quisiera es momento de preguntar ¿Quién me acompaña a Marte? A diferencia de los líderes paranoicos que estudian el entorno -o de los obsesivos que creen en los procesos-, los líderes dramáticos como Musk o Bezzos, intentan imponerse a éste. Que el entorno diga lo que quiera. Yo tengo una visión y no la voy a cambiar. Por eso en las crisis, más que observar y escuchar, obedecen ciegamente a su propio sistema de creencias, ese mismo que los impulsa a sorprender a los demás con algo nuevo, genial, único; algo en lo que ningún otro mortal haya triunfado.

Continuará…

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