Faltan pocas horas para la audiencia que fijó el Tribunal Ambiental de Valdivia, instancia que revisará la medida cautelar decretada el pasado 27 de marzo y que restringió la profundidad de las tronaduras de Mina Invierno, el proyecto carbonífero instalado en el corazón de la Patagonia.
En efecto, el Tribunal Ambiental de Valdivia lo que ha determinado es restringir que las tronaduras se sitúen por debajo de los 100 metros sobre el nivel del mar.
La minera, por cierto, se ha opuesto a la medida, la cual ha definido como "en extremo gravosa", determinación que impediría la extracción de aproximadamente 97,5% de las reservas de carbón del yacimiento. En la práctica, según la versión que plantea la empresa, si se mantiene la decisión de no más tronaduras, se haría imposible la viabilidad económica del proyecto.
El dilema que esgrime Mina Invierno es simple y con cierto aire de chantaje: O los dejan usar explosivos o deberán cerrar la mina y dejar desempleados a decenas de trabajadores. En esta cadena de sucesos, por cierto, la compañía tendría escasa o nula responsabilidad.
Lo cierto es que Mina Invierno omitió –para no emitir un juicio más severo- información desde un primer momento respecto de su proyecto, ya que nunca planteó la necesidad de hacer explotar un pedazo de la Patagonia con tal de garantizar su viabilidad comercial.
Nunca dijeron que los explosivos eran la garantía para que los trabajadores pudieran mantener sus fuentes de trabajo. O, dicho de otra manera, se suponía que Mina Invierno sería un negocio próspero sin la necesidad de detonaciones.
En concreto, Mina Invierno nació y fue autorizada en sus operaciones porque, se suponía, no necesitaba tronaduras.
Hoy, la empresa, intentando desligarse de su propia responsabilidad respecto de la viabilidad del proyecto, ha preferido culpar a los grupos ambientalistas y opositores a la carbonífera respecto de la suerte final que tendrá el yacimiento ubicado en la cuarta isla más grande del país y a 130 kilómetros de Punta Arenas.
Por supuesto, en medio de este contexto de complicaciones judiciales, desde Mina Invierno no se hace referencia a sus propias falencias respecto de las condiciones mínimas que debía tener su proceso productivo para ser sostenible en el tiempo.
Tampoco han hecho referencia a una cuestión clave: la enorme responsabilidad en el daño medioambiental que han generado. Y no solo en la Patagonia que debe aguantar su insistencia en el uso de explosivos en la frontera de los Parques Nacionales, sino en el carbón que desde sus entrañas viaja a la zona central de Chile para convertirse en combustible de las termoeléctricas que llevan ya demasiado tiempo manteniendo con vida a las zonas de sacrificio, esos espacios en donde miles de chilenos viven sin la garantía constitucional de vivir en un entorno libre de contaminación.
No hay que olvidar que ha sido en estos lugares, como Quintero-Puchuncaví, en donde lo que se han cerrado han sido los colegios para atender a sus niños intoxicados y no las empresas contaminantes que han seguido funcionando sin problema.
Mina Invierno debe hacerse responsable, o al menos reconocer, la estela de consecuencias que su funcionamiento ha generado. Y, si es que llega el momento de su inviabilidad económica, entonces poner su atención central en la protección de sus trabajadores a través de una transición justa para sus empleados.
Ya existe documentación y reportes con ejemplos exitosos de transiciones en este sentido, donde las oportunidades de empleo en energías renovables aparecen como alternativas más atractivas que las ofrecidas por las opciones centradas en los combustibles fósiles.
En un contexto de país que aspira a la descarbonización (desde Greenpeace aspiramos al fin del carbón en Chile el 2030), Mina Invierno aparece como ejemplo empresarial que va en el sentido contrario de la historia que hoy escribe el mundo.
Este contrasentido no es culpa de los ambientalistas ni de la sociedad civil, sino de los responsables del negocio y sus inversionistas, quienes han apostado por un tipo de mineral que va en retirada y que ha sido uno de los principales responsables del cambio climático.
Mina Invierno funcionaría perfecto en el contexto de la revolución industrial, pero hoy a aparece como ejemplo de una iniciativa empresarial lejana de la apuesta por energías limpias en la que se mueven los verdaderos generadores de riqueza en combinación con apuestas que protejan el medioambiente.