El peluquero haitiano que emprendió una fundación para ayudar a sus compatriotas
Timounyo promueve la inserción de la comunidad de Haití en el país. Jean Demezier, su director, pide apoyo para llevar el proyecto adelante.
Junio de 2006. Frío invernal. Jean Demezier baja del bus en camisa de mangas cortas y 200 dólares en el bolsillo. Tiene 28 años. Está solo. Entiende poco el idioma. La ciudad, un laberinto desconocido, lo recibe por primera vez. Pero Jean no se amedrenta. En su Haití natal aprendió a enfrentar las adversidades de la vida. Con ímpetu luchador, y a más de 6.000 kilómetros de casa, llega a Santiago para quedarse, abrigado por la esperanza de un futuro mejor.
"No habían muchos haitianos en Chile por aquel entonces. Me reconocían fácilmente y era famoso" relata Jean a Qué Pasa, y recuerda también el rigor de los primeros tiempos: "Mis almuerzos consistían en un pedazo de pan con palta, no tenía dinero para mucho más, pero conseguí un trabajo y pude avanzar".
Las puertas se abrieron para Jean, lentamente, gracias al esfuerzo. Fue empleado en un centro comercial de Lo Barnechea y en un restaurant en Las Condes. Se interiorizó en el idioma, muy distinto al creol de Haití. "Los modismos chilenos son difíciles para un extranjero", explica hoy, en un perfecto español. Compró libros, conoció gente y estudió Administración de Edificios y Condominios y Corretaje de Propiedades. Esas herramientas lo ayudaron a crecer, paso a paso, en su tierra adoptiva.
Sin embargo, lejos de regocijarse con el éxito personal, Jean siempre se preocupó por los pesares de su pueblo. La situación de Haití empeoró tras el devastador terremoto en Puerto Príncipe, en 2010, y el éxodo masivo de la población a destinos más prometedores. Jean veía a los niños haitianos en las calles chilenas, perdidos y sin educación. Lanzó la página web Somos Haití para brindar asesoramiento a los residentes en Chile, pero la falta de una visa definitiva le impidió obtener fondos para impulsar el proyecto como hubiese querido.
Crece la comunidad haitiana
Mientras tanto, la cantidad de haitianos en Chile siguió creciendo año tras año. Y Jean, definitivamente asentado y con una peluquería propia en Peñalolén, sufría por las carencias de sus coterráneos en Santiago. "Si quieres emprender una fundación, yo te ayudo", le dijo Elizabeth Cifuentes, su socia chilena en la peluquería. Así nació Timounyo, en 2018, una agrupación que impulsa la inserción de los haitianos en Chile mediante distintas iniciativas de apoyo. La palabra Timounyo significa "niños" en creol. Jean la preside y Elizabeth se encarga de la tesorería.
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Jean Demezier junto a compatriotas que ayuda en su fundación.[/caption]
"Hablé con varios amigos que empezaron a traer ropa y alimentos a la peluquería. Así fuimos juntando ayuda. Actualmente entregamos canastas familiares en Santiago y Paine, tenemos un comedor comunitario y ofrecemos talleres de oficio: manicura, pedicura, barbería, peluquería y depilación, entre otros. El objetivo es generar salida laboral. También brindamos charlas para haitianos que no tienen trabajo. Hay mucha gente desorientada, que no sabe por donde empezar".
En paralelo, la comunidad haitiana se convirtió en la tercera de mayor tamaño en Chile, rondando las 200.000 personas en 2019, de acuerdo al último informe del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Y pese a que Jean y la Fundación Timounyo ya asistieron a más de 200 necesitados, la situación de ilegalidad sigue siendo crítica. Para regularizar su estadía en Chile, los haitianos deben pedir el certificado de antecedentes en su país y es muy común que ese trámite dure varios meses. Las personas esperan una solución en un contexto desesperante, sin trabajo y sin papeles.
Jean, incansable, mueve cielo y tierra para que la Fundación siga existiendo. Toca puertas, se postula a fondos concursables, escribe cartas a empresas y a funcionarios públicos. Necesita fondos para llevar a cabo las actividades, pero la desconfianza y los prejuicios que caen sobre los haitianos son piedras en el camino: "La solución no es que los niños vuelvan a Haití. La embajada no nos acompaña y necesitamos hacer algo urgente. Los haitianos llegamos aquí sin saber el idioma, estamos en una posición de desventaja. Toda ayuda es bienvenida para Timounyo", concluye, con la ilusión de que sus compatriotas puedan forjar un futuro que se parezca a su presente.
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