Cómo una ley chilena podría poner fin al popular tigre Tony de Kellogg’s en México y EEUU
La empresa multinacional de cereales cuestionó la irrupción de sellos negros en el etiquetado de sus envases en norteamerica, después que México intente replicar la Ley de Etiquetados de nuestro país. La discusión incluso abrió el debate para exportar esta ley a Estados Unidos.
La Ley de Etiquetados en Alimentos, la misma que fue exportada desde Chile, ahora cruza una gran polémica en México. Todo esto, debido a que el gigante norteamericano de cereales, Kellogg’s, se resiste a poner los llamativos octágonos negros junto al típico “tigre Tony” o a “Sam el tucán” de sus envases.
¿La razón? Las autoridades mexicanas incluyeron una disposición en la política que requería que las empresas también advirtieran cuando los productos contenían edulcorantes artificiales. Pero, según informes de prensa, la industria alimentaria presionó con éxito al gobierno mexicano para que no clasificara la alulosa como edulcorante. Sin embargo, esto hizo que al no ser considerada como edulcorante, los productos no puedan ser catalogados como “bajo en azúcar agregada” para así evitar los sellos negros.
Kellogg’s lidera oposición de empresas a Ley de Etiquetados en México
“Cumplimos plenamente con los requisitos de regulación, mientras que al mismo tiempo desarrollamos diferentes opciones de nuevos alimentos para nuestros consumidores”, señaló Kellogg’s en un comunicado. Además agregó que “la alulosa está claramente etiquetada y cumple plenamente con los requisitos reglamentarios en México”.
Ante esta situación, a través de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación en México, unieron esfuerzos para presentar ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios todos los soportes que probaran que la alulosa no es un edulcorante.
Ante los reclamos, las autoridades emitieron la confirmación de criterio y determinaron que la alulosa no es un aditivo, sino un ingrediente y que sería retirado del acuerdo de aditivos. Sin embargo, se establecieron nuevas disposiciones para poder regularla.
Dentro de la normas que definieron, una de ellas dice que los azúcares son todos los monosacáridos presentes en el alimento o en una bebida no alcohólica. Por lo que al hacernos la pregunta si la alulosa es un azúcar, la respuesta sería que es un monosacárido. Sin embargo, la alulosa es considerada un componente agregado a los productos alimenticios, por lo que se podría suponer que es un azúcar.
Esta política incluso podría cruzar la frontera norte de México. Esto, porque los reguladores estadounidenses están considerando una política similar, alegando que esto podría ayudar a los consumidores a tomar decisiones más saludables. Los detalles aún no se han resuelto: la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) acaba de anunciar que está estudiando la idea.
“Hay un fuerte argumento de que, en la medida en que la FDA impusiera los esquemas que está probando como requisitos de etiquetado obligatorios, serían vulnerables a un desafío constitucional”, escribió en una declaración la Asociación norteamericana de la Industria Alimentaria (FMI) en comentarios recientes a la FDA.
¿Será esta instancia crucial para que la Ley de etiquetados entre en Estados Unidos? Según afirma, las posibilidades de que se implementen todas las normas que se aplican tanto en Chile o en México se ven un poco lejanas. Es probable, según acusan expertos, que muchas indicaciones sean apeladas constitucionalmente en Estados Unidos.
Ley de etiquetado de alimentos: ¿Cómo es en Chile?
Ha pasado por vetos, presiones de la industria y constantes cuestionamientos por especialistas en nutrición. Al mismo tiempo, también ha sido reconocida a nivel mundial, valorada por la ONU y replicada en varios países de Latinoamérica y otras latitudes. Esta norma ‘made in Chile’ cumplió una década desde su primera promulgación y ahora es nuevamente puesta bajo la lupa. ¿Por qué sellos negros y no otra simbología?
La Ley 20.606 sobre composición nutricional de los alimentos y su publicidad comenzó a ser escrita en 2008 por el entonces parlamentario, Guido Girardi y por el médico especialista en Nutrición, profesor emérito de la U. de Chile y Premio Nacional de Ciencias Aplicadas, Ricardo Uauy.
Dicho proyecto obliga a los fabricantes de alimentos envasados a, entre otras cosas, indicar en la etiqueta los ingredientes utilizados, incluyendo todos sus aditivos, su información nutricional y los contenidos de calorías, azúcares, sodio y grasas saturadas y los demás que el Ministerio de Salud determine. Además, la legislación hizo que los alimentos que superen ciertos límites establecidos deben rotularse como “alto en” dependiendo del caso. A esto, también se sumaba la prohibición de publicidad dirigida a menores de 14 años de los alimentos con altos índices en ingredientes nocivos y la entrega de regalos, concursos, juguetes o caricaturas asociadas en productos con sellos. Fue el fin del “Kínder Sorpresa” en Chile, por dar un ejemplo.
“Cuando fui director del Sesma, en los 90, me tocó hacer cumplir que las industrias cumplieran con las normas de emisión. Ahí se me ocurrió clasificarlos en un semáforo y publicarlos en los medios de comunicación todas las semanas, para que se expusieran a la sanción pública. El 90% era amarilla y roja, y en seis meses no había ninguna roja, producto de la presión mediática”, recuerda en conversación con Qué Pasa, Guido Girardi. El político ocupó esa idea para replicarla en alimentos procesados, pero su visión era que fuera una especie de semáforo advirtiendo sobre los componentes más nocivos para la salud. ¿Por qué terminaron siendo octágonos negros?
“Fue la propia Presidenta Bachelet quien nos pidió que sacáramos el semáforo de la ley, debido a las presiones de la industria”, recuerda Girardi. Durante su primer gobierno, se les pidió modificar el proyecto para que no aparecieran estas señales de colores rotuladas en los envases. Luego de eso, la ley pudo ser promulgada en 2012, pero el mandatario de ese entonces, Sebastián Piñera, vetó la iniciativa.
El veto fue quitado en el segundo periodo de Michelle Bachelet, pero ahora se debía redactar el reglamento a la ley. Ésta decía que debía tener un etiquetado frontal, pero no especificaba cuál ¿Se debía volver a la simbología del semáforo? Girardi y Uauy estaban convencidos de que esa era la opción, pero una serie de focus groups a niños y niñas a lo largo de todo Chile les dijo otra cosa: “Les mostramos una serie de figuras, de todos colores y formas. Para nuestra sorpresa fueron los niños quienes nos dijeron que entendían el octágono negro mucho más efectivo que los semáforos. Lo entendían mejor y era lo que ellos asociaban como algo negativo”, recuerda el exsenador.
Fue así que la Ley de Etiquetado de alimentos entró en funcionamiento en 2016, y en el intertanto la idea se ha replicado en Perú, México, Brasil, Uruguay y muchos otros países de América Latina y el resto del mundo. Incluso, la norma obtuvo el reconocimiento por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Hasta 2019 la norma tuvo un avance progresivo en las cantidades máximas de sal, azúcar, grasas y calorías para no tener sellos. ¿Se debía contar por cada porción del producto o por 100 gramos del mismo? En la ley se optó por este último criterio, pero el debate sigue abierto hasta hoy.
Sellos negros y semáforos
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reflejó que en 2019, el 34,1% de los adultos chilenos presentaron obesidad, mientras que el 44,5% de la población infantil también presentó rasgos de esta condición. Y el objetivo de los sellos en la Ley de Etiquetado es precisamente reducir esas cifras, pero la pandemia remeció el paradigma y ahora los octágonos negros son vistos como contraproducentes por expertos en trastornos alimenticios.
“Hay que darle importancia también a los niños que están dejando de comer, o que están desarrollando Trastornos de Conducta Alimenticia (TCA). Antes de la pandemia podía ver dos personas con TCA al año, y ahora veo dos al día. Es una explosión”, advirtió a Qué Pasa la nutricionista Paulina Mella.
Según detalla, la gente trata de evitar estos productos que tienen octágonos negros “pero no saben muy bien por qué. Solo lo atribuyen como algo malo, sin saber la contribución que pueda tener cada alimento. Hay alimentos que pueden ser altos en calorías, pero también están fortificados en vitaminas que son más importantes. Ha llevado a mucha confusión esto”.
No obstante, Girardi es férreo defensor de su iniciativa que lleva 10 años desde su promulgación y 6 desde que comenzó a aplicarse. “Si fuese una mala ley, no habría sido replicada en muchas partes del mundo”, sostiene. De hecho, académicos de la Universidad de Chile y Universidad Católica realizaron un estudio que buscó resolver cómo cambia la decisión del consumidor cuando se enfrenta a un producto con los sellos versus cuando no está con sellos. Los resultados: el volumen de compra se reduce un 6,2% cuando trae sellos de advertencias y la probabilidad de compra de este producto se reduce en un 5,8% cuando incluye al menos un sello.
Además, una investigación desarrollada en la Universidad de Stanford analizó las principales conductas y efectos sobre las políticas en la Ley de Etiquetados. Frente a esto, la demanda por productos con sellos disminuyó un 26% con respecto a los productos sin sellos; la concentración promedio de azúcar y calorías bajó un 12% y 3% respectivamente; y el precio promedio de productos sin sello aumentó en 5,5% con respecto a otros.
¿Qué falta entonces? Por su parte, el Dr. Javier Vega, nutriólogo de la Red UC-Christus, expresa que los sellos “si bien, creo que ha servido, el gran problema es que el octágono es restrictivo y no hay alimentos que tengan ‘sellos verdes’, por así decirlo. No hay alimentos que nos digan que son más saludables, o que tienen un mayor aporte de nutrientes, sino que nos quedamos con lo prohibitivo”. Según concluye, la respuesta a mejorar la nutrición en Chile apunta más a educar que al restringir.
Paulina Mella complementa que actualmente se enfrenta la alimentación desde otro punto de vista. “Se busca más educar a las personas sobre alimentos, que darle una lista de alimentos prohibidos”. Además, la especialista destaca que es necesario remarcar los aspectos positivos de los alimentos. “Podría ser mucho más educativo mostrar la cantidad de vitaminas que tiene un producto en verde, y el azúcar, por ejemplo, en amarillo”, postula.
Pero los octágonos negros no son los únicos de su tipo. Actualmente existen otros tipos de etiquetado de alimentos en el mundo que siguen distintas lógicas a las aplicadas en Chile. En los países nórdicos, por ejemplo, los productos con alto contenido de elementos perjudiciales para la salud lleva la imagen de un cerrojo negro, mientras que los que tienen un aporte nutritivo importante llevan mismo ícono de color verde. Asimismo, en Australia y Nueva Zelanda existe un sistema de puntuación para determinar qué tan saludable es cada alimento y en Reino Unido el aporte nutricional lleva colores de un semáforo para advertir el aporte de su contenido.
Pero Girardi insiste que dichas experiencias se deben a que “el lobby está ganando la pelea. Ellos prefieren el semáforo, porque en todas partes del mundo están empezando a tener los discos negros y se están apurando para no tenerlos también. Si saben que Latinoamérica tiene los discos negros, y si la iniciativa está apoyada por la FAO y la ONU, se va a avanzar en esa dirección”, cierra. De hecho, uno de los pendientes que tiene esa ley, según manifiesta, es la incorporación de sellos a comidas preparadas en el momento, como pizzas y hamburguesas, además de la prohibición de que existan juegos infantiles en recintos de venta de comida chatarra.
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