En 2019, la revista Nature incluyó en su lista de las 10 personas más influyentes de la ciencia mundial al microbiólogo Jean-Jacques Muyembe Tamfum. Como una aproximación a los temas que marcaría los próximos 12 meses el trabajo científico y las preocupaciones mundiales, la destaca revista científica incluía a quien fuera parte del equipo de investigación del primer brote conocido de la enfermedad por el virus del ébola en 1976.

El investigador, quien ha dedicado las últimas cuatro décadas al estudio del virus del ébola, formó parte en el equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que implementó medidas de detección y control en el primer brote urbano documentado en Kikwit en 1995 en la República Democrática del Congo.

Esta semana en entrevista con CNN en la capital de la República Democrática del Congo, Kinshasa, Muyembe realizó una dramática advertencia: “La humanidad se enfrenta a un número desconocido de virus nuevos y potencialmente mortales que emergen de las selvas tropicales de África”.

Jean-Jacques Muyembe Tamfum, fue parte del equipo de investigación del primer brote conocido de la enfermedad por el virus del Ébola en 1976.

Muyembe es director general del Instituto Nacional de Investigación Biomédica y profesor de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Kinshasa en la República Democrática del Congo. Trabajó en el Instituto Pasteur de Dakar en Senegal en 1981 y en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. También ha presidido varios comités internacionales para el control de los brotes de Ébola.

Enfermedades zoonóticas

Después de graduarse de Medicina, Muyembe decidió hacer un doctorado en virología en la Universidad de Lovaina en Bélgica. Ahí comenzó a investigar sobre el tratamiento de infecciones virales, trabajando con ratones.

Pero al volver al Congo, entonces llamado Zaire, reconoció en entrevista a la OMS, “no pude seguir con mi trabajo, porque allí no había laboratorios ni animales de laboratorio”. Era el año 1974, cuando hubo un brote de cólera en el puerto de Matadi y lo enviaron a investigar. “Al año siguiente me enviaron a investigar un brote de meningitis bacteriana que estaba matando a muchos soldados en el campamento militar de Kitona en la provincia central de Kongo. Fui al lugar y aislé la bacteria. El gobierno lanzó una campaña de vacunación y ese fue el fin de la epidemia”, comentó.

Esas dos experiencias le hicieron darse cuenta de que no podía simplemente estudiar microbios en el laboratorio. Necesitaba estar en terreno.

Luego, en 1976, hubo un brote de una misteriosa enfermedad en una misión católica dirigida por monjas belgas en Yambuku, en el norte del país. Muyembe fue enviado a investigar en la zona.

Era una aldea remota en el bosque y cuando el científico llegó el lugar estaba desierto. “Era como si nadie viviera allí. Lo mismo sucedió en el hospital. La mayoría de las enfermeras estaban muertas y todos los pacientes habían huido, excepto un paciente, un niño. La madre dijo que el niño tenía malaria, pero luego el niño murió durante la noche”, señaló Muyembe a la OMS.

Al día siguiente, los aldeanos se presentaron en el hospital. Se habían enterado de que habían llegado médicos desde Kinshasa. Muchos de ellos tenían fiebre y diarrea. Muyembe pensó que tal vez tenían fiebre tifoidea, y recogió muestras de sangre. “Pero noté que cuando quitaba la aguja de los brazos de las personas, las heridas punzantes sangraban mucho. Mis dedos y manos estaban cubiertos de sangre. Entonces usé agua y jabón para lavarlas”, señala. Se trataba del ébola.

En esa aldea en que se registró el primer brote, Muyembe tomó muestras de los cadáveres sin protección. No tenía mascarilla ni guantes de látex, reconoció en la entrevista a la OMS. “En ese entonces, usábamos nuestras manos desnudas, no teníamos ropa protectora. Más tarde, tomé algunas muestras de hígado de dos cadáveres, con una varilla de acero y por supuesto que había aún más sangre, y nuevamente me lavé con agua y jabón. Si no me hubiera lavado las manos, habría muerto”.

Esas muestras de sangre se enviaron luego a Bélgica y Estados Unidos. Los científicos encontraron un nuevo virus en forma de gusano al que llamaron “ébola”, por el río cercano al brote en el país que entonces se conocía como Zaire.

En ese momento su identificación se basó en un trabajo que conectaba a partes remotas de las selvas tropicales de África con laboratorios de alta tecnología en Occidente. Hoy eso ha cambiado. Es Occidente el que debe confiar en los científicos africanos en el Congo, dijo Muyembe, los que en otros lugares deben actuar como centinelas para advertir contra enfermedades futuras.

En 1976 los científicos encontraron un nuevo virus en forma de gusano al que llamaron “Ébola”, por el río cercano al brote en el país que entonces se conocía como Zaire.

Y hoy son muchas las enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas que saltan de los animales a los humanos, las que están por venir, adviertió el científico.

La fiebre amarilla, diversas formas de influenza, rabia, brucelosis y la enfermedad de Lyme se encuentran entre las que se transmiten de los animales a los humanos, a menudo a través de un vector como un roedor o un insecto. Ellas han causado epidemias y pandemias antes de que el VIH surgiera de un tipo de chimpancé y se transformara en una plaga moderna mundial, resaltó.

También están el Sars, Mers y el SARS-CoV-2, todos coronavirus que saltaron a los humanos desde “reservorios” desconocidos o huéspedes naturales del virus, en el reino animal. El virus Covid-19 se cree se originó en China, posiblemente en murciélagos.

Covid-19

¿Las pandemias futuras podrían ser peores que el Covid-19? “Sí, sí, eso creo”, respondió Muyembe en la entrevista a CNN.

Muyembe, este año no solo fue el coordinador de respuesta al ébola en la República Democrática del Congo, enfrentado al segundo brote más grande de la historia, con más de 3.400 casos y 2.200 muertes, sino que además encabezó los esfuezos contra el Covid-19.

¿Qué consejo le daría a otros países para evitar en este tipo de epidemias? “No declare la victoria demasiado pronto”, respondió en entrevista al Banco Mundial en mayo pasado. “No debemos pensar que, solo porque hemos logrado avances significativos en la lucha contra el Ébola, será fácil vencer al Covid-19″, aseguró.

Virus distintos, pero que se pueden enfrentar con estrategias de respuesta similares. En ese sentido el científico destaca la importancia de la participación de la comunidad y las campañas de concienciación para que las personas comprendan la gravedad de la situación y se involucren. “Las organizaciones de base comunitaria, los líderes tradicionales y los líderes de opinión juegan un papel fundamental en estos esfuerzos de movilización. Las personas deben tomar conciencia de esta enfermedad y comprender cómo evitarla y no propagarla”, indicó.

“También es importante tener en cuenta el contexto y las costumbres específicas de cada país al implementar las medidas adoptadas por las autoridades públicas. El estilo de vida africano a veces difiere del de otras culturas”, señala el investigador sobre los aspectos a tener en cuenta para ajustar las estrategias de respuesta al Covid-19, ya sea que se relacionen con la aplicación de medidas de encierro o con la práctica del distanciamiento social.