La angustiante desaparición de Nayareth, la niña de 13 años en Valparaíso: ¿Sabes con quién habla tu hijo en WhatsApp o Instagram?
Nayareth Nocetti Covarrubias salió de su casa en el cerro San Roque, en la V Región, la madrugada del martes 8 de junio. Su madre dice que su hija escapó con un hombre -mayor de edad- que conoció a través de Instagram, y a quien ella ya había denunciado hace un año por violación. En agosto de 2020, Qué Pasa publicó un artículo que daba cuenta de los riesgos de los menores en redes sociales. Revisa el artículo.
Clases on line. Juntas con los amigos y amigas por Zoom. Videos y tareas por WhatsApp. Publicaciones en Instagram. Videos por TikTok. La vida de niños, niñas y adolescentes en pandemia está más digitalizada que nunca. Por eso, para Alejandra Hernández ver que su hija a de 11 años pasara gran parte del día en su celular no era extraño.
Sin embargo, cuando notó que continuaba con el mismo ritmo el fin de semana, le llamó la atención. “Empecé a notar que a cada rato sonaba su celular con nuevos mensajes”, comenta. Fue ahí cuando le pidió el teléfono para revisarlo.
Al ingresar a Whatsapp vio que había grupos que no estaban la última vez que lo revisó. Le preguntó qué quiénes eran, tenían muchos integrantes. “Me dijo que uno era de un juego, y que en el otro compartían trucos y stickers de otro videojuego, y que una amiga le había dicho que entrara. Pero era mucha gente. Ninguna de esas personas, que no sé si eran niños o adultos, mi hija los conocía. Empecé a ver los comentarios y varios eran subidos de tono. Incluso una de esas personas le habló directamente a ella de forma insinuante, pero antes todos los días la saludaba, le mandaba stickers de gatos”, dice Alejandra.
Su sorpresa fue mayor cuando se fijó en los códigos de los números. Algunos eran de Chile. Pero otros correspondían a Perú, Argentina, España, Italia entre otros.
Le dijo que se saliera de esos grupos. “Al principio no quería. Me dijo que eran todos niños. Después entendió que no hay cómo saber. Sentí terror de pensar que quizás quiénes estaban ahí. Como siempre le reviso el celular, porque esa fue la regla para que lo tuviera, pude darme cuenta”, cuenta sobre su experiencia.
La vivencia de Alejandra se inscribe dentro de lo que se conoce como grooming. Un fenómeno que, para muchos padres, madres o adultos, es desconocido. Un riesgo en aumento a medida que los niños continúan encontrando nuevas formas de conectarse entre sí en diversos dispositivos y plataformas.
¿Qué es? El grooming es cuando un adulto establece amistad con un menor de edad o adolescente a través de redes sociales, y en ese proceso le hace creer que es de su misma edad, explica Marcela Arriagada, psiquiatra infanto-juvenil de la Clínica Universidad de los Andes. Así, generan paulatinamente un vínculo de confianza, “para luego involucrarlo en temas sexuales a través de conversaciones inapropiadas, solicitar fotos o videos, pudiendo llegar hasta un encuentro en persona”.
Es un fenómeno que tiene como víctimas principalmente a niños y niñas de 11 a 13 años, señala Mauricio Araya, Comisario de la Brigada Investigadora del Cibercrimen Metropolitana de la PDI. “Es importante saber que el grooming siempre es un abuso sexual y que la persona que lo hace es un pedófilo”, acota.
Ese acoso se hace por medios de las TI, indica Carlos Montoya, académico del Centro de Investigación en Ciberseguridad de la Universidad Mayor, presidente y fundador WHILOCOM. Hoy se ven muchas de estas situaciones mediante redes sociales como Facebook, Instagram o TikTok, explica, “donde perfiles (muchas veces falsos) incitan conversaciones o mensajes de hostigamiento hacia menores”. Un peligro especialmente en espacios donde no existe supervisión de los adultos, como en juegos on line.
Carlos Calles Consultor TI de Santana Red de Negocios (SRN), agrega que en la actualidad hay infinitos casos de grooming en la web. Muchos menores de diferentes edades son persuadidos de diferentes maneras. “Muchas de las veces utilizan la misma información de sus publicaciones en redes sociales, por ejemplo, un super héroe favorito los invita a un concurso donde el adulto detrás de esta fachada se gana su confianza y lo conduce a realizar actos en contra de su integridad”, dice.
Una vez que se establece una relación de confianza, los especialistas indican que el agresor comienza a incorporar temas sexuales en la conversación. Suelen preguntar a los niños, niñas o adolescentes sobre sus experiencias sexuales, compartiendo pornografía con ellos o pidiéndoles fotos de ellos mismos.
Riesgo en alza
Durante 2019, la PDI recibió 64 denuncias por actos de grooming en el país, lo que representa un aumento del 19% en relación con 2018. En lo que va del 2020, según cifras hasta junio de este año de la PDI, van 29 denuncias.
El Comisario de la Brigada Investigadora del Cibercrimen Metropolitana de la PDI, advierte que hay una cifra negra: “Esto solo contempla denuncias en PDI, otras puedes ser hechas en Carabineros o Fiscalía. En general se denuncia como abuso sexual impropio. La persona que toma denuncia tiene dudas de cómo clasificarlo posteriormente, es una figura que engloba una gran cantidad de delitos que no se pueden clasificar para investigar”.
A lo anterior se suma el desconocimiento. “Hoy todos saben lo que es el bullying, pero muchos profesores y alumnos antes no sabían que era el grooming, de a poco se ha ido concientizando a las personas que es un riesgo en especial en el caso de niñas y niños pequeños”, dice Araya.
Especialistas coinciden que con el uso intensivo de las tecnologías en tiempos de pandemia se incrementa el riesgo para niños y adolescentes de ser víctimas de grooming.
Lorena Contreras Taibo, directora del Magíster en Psicología Jurídica y Forense de la Universidad Diego Portales, explica que “están más expuestos a encontrarse con un acosador en alguna de las plataformas que utilizan”. Por otra parte, las cuarentenas y el asilamiento físico dificultan el acceso de perpetradores eventuales a las víctimas, debiendo recurrir entonces a medios virtuales para concretar sus objetivos.
Norah Maier, psicóloga clínica, miembro de Psyalive.com y perito técnico judicial, resalta que el principal aspecto que niños y adultos también deben tener en cuenta es que Internet no es igual a la vida real, “es mundo virtual y en un mundo virtual las personas tampoco se muestran cómo son (no todas las personas) y hay muchas que son adultos que simulan o mienten acerca de su edad, su apariencia o su ocupación”.
“Los amigos virtuales que nuestros hijos se encuentran en sus aplicaciones favoritas en la mayoría de las ocasiones son solo eso, pero siempre hay que tener en cuenta que nadie está exento de sufrir un caso de grooming”, advierte Calles. Por este motivo los padres y cuidadores deben tener una supervisión activa en el uso de la tecnología que sus hijos ocupan.
Dinámica del abuso
Quienes están detrás del grooming suelen hacerse pasar por niñas, niños o adolescentes para entablar una comunicación. Al principio se pueden mostrar “buena onda”, dice Maier: “comparten intereses, hasta que después, como son adultos, comienzan a pedir fotos personales, fotos íntimas, datos familiares o personales, no con buenas intenciones”.
Al hacer amigos en la vida real y por internet, siempre hay que tomar precauciones, agrega Arriagada, lo que se complica más por internet es que cuando se entabla una nueva relación, “uno no sabe realmente quién es esa persona, ¿será verdad que tiene la edad que dice tener y todo el resto de información que me está dando?”.
Utilizan el engaño, la presión, la intimidación o la amenaza, advierte Taibo. Todo para que la víctima acceda a sus solicitudes de carácter sexual, las cuales se envían a través de medios virtuales, como fotos, grabaciones, o conversaciones sexuales por chat. “Finalmente, cerca de un tercio de ellos solicitan un encuentro cara a cara, en donde el abuso sexual puede progresar hacia delitos con contacto físico”, advierte.
El Comisario de la Brigada Investigadora del Cibercrimen Metropolitana de la PDI, dice que tienen un repertorio claro. Saben muy bien cómo engañar y manipular emocionalmente. “Los contactan de diversas formas y la más fácil es decirle cosas que elevan su autoestima, como que ‘son lindas’, etc. Son muy insistentes”.
En ese proceso de crear un vínculo, Arriagada explica que el agresor que finge una edad cercana a la víctima, para ganar su confianza. “Puede que el abusador haga regalos a través de internet, que escuche sus problemas y utilice esa información para chantajearlos después”, alerta.
También, como en todo abuso, realizan un proceso de aislamiento de la víctima. En esta fase, explica Arriagada, el agresor persigue separar al menor de su red de apoyo padres, familiares, otros amigos, “insistiendo en mantener la relación en secreto y posiblemente asegurará que nadie más tenga acceso al medio que utilice el menor”.
El siguiente paso suelen ser las conversaciones de sexo. Lograda la confianza el abusador empezará a introducir temas sexuales de forma paulatina, tratando de alcanzar la familiaridad de la víctima con la temática y el vocabulario sexual, dice Arriagada.
Posteriormente viene la fase de peticiones sexuales. “Este es el objetivo final del grooming donde el abusador utiliza todo lo avanzado en las etapas anteriores o previas (manipulación, amenazas, chantaje, etc.) para que la víctima le envíe material sexual o lograr el encuentro físico”, señala Arriagada.
Señales de alerta
Buscan hacerlos caer en una trampa. Como son niños, niñas o adolescentes los que son presionados por estos adultos, terminan con muchos problemas psicológicos, como ansiedad o fobias, se sienten traumatizados, tristes, desconfiados, advierte Maier.
Señales de alerta, dice Maier, son generalmente, el abandono de actividades diarias. Tal vez no tenga ganas de conectarse a Internet o coloquen escusas, siendo que antes no se despegaban de las tecnologías. “También pueden llegar a sentir culpa, y son en estos momentos donde debemos abrir las canales de comunicaciones. Es importante que el adulto responsable presente una actitud receptiva y de escucha, esa es la clave”, aconseja.
Una efectiva medida, dice Calles, pero que no siempre se hace, es ver qué hacen los niños, niñas y adolescentes con su dispositivo, qué tipo de mensajes recibe y envía, a qué lugares va y con quién.
En la actualidad existen muchas alternativas para aprovechar la tecnología “para combatir este terrible flagelo”, indica Calles. Desde bloquear un móvil a distancia mediante un código de cuatro dígitos. “Simplemente hay que seleccionar el teléfono que se quiere bloquear (de su lista de contactos), marcar el código y cuando su hijo vaya a usar el terminal se encontrará que la pantalla está en negro. Para recuperar el control del teléfono, el chico deberá llamar a los contactos de una lista previamente creada por sus padres, solo esas personas podrán desactivar el código”, indica.
La aplicación de filtros constituye una herramienta útil para seleccionar aquellas páginas que los hijos pueden explorar de forma segura. “Junto con esto, los padres pueden conocer el historial de navegación de sus hijos, de modo de informarse de los sitios que visitan”, señala Taibo. También se recomienda configurar las aplicaciones que pueden acceder al micrófono o la cámara web, pues estos son los medios por los cuales suelen perpetrar los abusos a través de medios online.
Es importante que los adultos siempre mantengan un acompañamiento en el uso de las tecnologías durante su crecimiento, “así el adulto puede ir mitigando de forma preventiva acciones de acoso digital sobre los niños y niñas, así cómo ir comentando los riegos que ellos observan”, señala Montoya.
“Lo importante es educar a los niños y niñas los peligros de no conocer a la gente con cual me comunico, es fundamental que se eduque a los niños y niñas sobre la necesidad conocer a las personas con las cuales me relaciono y sobre los pasos a seguir si me contacta alguien que no es de mi confianza”, agrega Montoya.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.