La Antártida, uno de los mayores sensores climáticos del planeta, sufre ya el deshielo acelerado en algunas de sus zonas, y aunque el derretimiento total elevaría el nivel del mar decenas de metros, la masa de hielo aún perdurará miles de años, como mínimo.
Así lo explica Damià Gomis, investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea), para quien el continente helado y el Ártico destacan por ser grandes reguladores del clima.
"Cualquier disrupción climática que sufran ambos y mediante un proceso de amplificación global, afectará a todo el planeta", explica.
Justo cuando se dio inicio a la Cumbre del Clima (COP25) en Madrid, el continente helado, un gran laboratorio natural, será uno de los protagonistas destacados en este encuentro mundial, por ser uno de los continentes más vulnerable al cambio climático de la Tierra.
El calentamiento global ha desembocado en un aumento del nivel del mar debido a dos factores: por un lado la fusión de hielo continental hace que cada vez haya más agua en los océanos (no el hielo marino, que ya ocupa su lugar y al fundirse no incrementa el nivel del mar) y el segundo factor es la expansión del agua de los océanos al calentarse, ha explicado Gomis.
El incremento -entre 2,5 o 3 milímetros anuales a día de hoy- es un hecho ya contrastado, ha observado el investigador, para quien la Antártida es uno de los grandes contribuyentes potenciales a dicha subida en el futuro.
En este punto, Gomis, director también del Laboratorio Interdisciplinario sobre Cambio Climático (LINCC) y catedrático de Física por la Universidad de las Islas Baleares (UIB), apela a la responsabilidad de los Gobiernos para percibir que, frente al cambio climático, será más caro adaptarse a sus consecuencias, qué implementar medidas de mitigación.
En sus expediciones por el continente antártico (1994, 1996, 2008, 2009), Gomis ha observado que dependiendo de la variabilidad natural de los fenómenos es más o menos fácil dilucidar si los cambios son atribuibles al cambio climático y a la variabilidad natural del clima, entendidos como promedios de al menos 30, 40 ó 50 años-.
Inevitable
Para el físico el cambio climático es "ya inevitable", pues las cantidades de gases de efecto invernadero emitidas a día de hoy son suficientes como para producir cambios significativos en el clima del planeta.
Por eso, apelado a los países a tomar medidas de mitigación, sobre todo a aquellos con más capacidad de asumirlas, porque la magnitud del cambio futuro "dependerá, en buena medida, de las políticas aplicadas para la reducción de las emisiones".
En este punto, resalta la gravedad de la urgencia climática: los próximos 10 años se prevén "decisivos" para saber si la temperatura futura del planeta superará en más o menos 2 grados la existente en el período pre-industrial, e incide en que una reducción significativa de las emisiones de CO2 sería fundamental para limitar ese incremento a menos de 2 grados.
"Existe un escenario optimista, cumplir el Acuerdo de París, incluso ir más allá, para que el aumento de la temperatura no sobrepase 2 grados, y otro más pesimista, en el cual no se tomen medidas drásticas, y en cuyo caso se contempla un aumento de temperatura de entre 4 ó 5 grados (referencia para el año 2100)".
En relación al transporte, señala que este sector, uno de los más complejos por sus emisiones, debe ser candidato a encabezar un proceso de electrificación: "No sirve de nada electrificar un coche si la energía eléctrica para recargar las baterías procede de centrales térmicas donde se quema carbón".
Respecto a otros medios de transporte como el avión, el investigador ha apostado por minimizar su uso como medio de transporte, pues la sociedad no es consciente de que "el cambio climático está en manos de todos", no solo de los gobernantes.