En Chile y en Latinoamérica la mujer usa mucho menos la bicicleta que el hombre. Las características de los viajes de las mujeres, que tienden a tener más variedad de destinos que los viajes de hombres, el tipo y cantidad de infraestructura ciclista, así como normas sociales y culturales, han sido estudiadas como factores que pueden desalentar a las mujeres respecto al uso de la bicicleta.
La falta de seguridad y el acoso callejero se suman, especialmente en el contexto latinoamericano, como disuasorios para la mujer respecto al uso de la bicicleta – e incluso del uso del espacio público. En la actualidad en Latinoamérica las mujeres ciclistas representan cerca de un cuarto del total de ciclistas. Sin embargo, ellas han revertido cada vez con más fuerza estas desventajas, aumentando progresivamente en los últimos años. A raíz de esto desarrollé una recientemente publicada investigación acerca de cuáles son los factores que fomentan e impulsan a las ciclistas urbanas a pedalear cada vez más en Santiago, Bogotá, Ciudad de México y Buenos Aires, que muestra resultados sorprendentes acerca de la bicicleta como como herramienta de transformación urbana y social.
Primero, la bicicleta tiene considerables ventajas cuando se analiza desde las actividades, viajes de cuidado y acceso al ámbito laboral. La mujer tiende a hacer más viajes, usualmente que involucran a otro miembro de la familia – ya sea durante el viaje o como destino de este. La bicicleta es valiosa en este sentido, ya que permite gestionar una mayor cantidad de viajes para distancias variadas y sin gastos asociados.
La opción de viajar sin gastar es relevante en contextos donde la mujer puede llegar a gastar cerca del 60% de sus ingresos por concepto de movilización – en sociedades donde las diferencias salariales entre hombre y mujeres son todavía abismales. El uso y subsidio al acceso de bicicletas regulares, compartidas y en formato cargo es una herramienta eficaz cuando se piensa en viajes de cuidado y acceso laboral.
Segundo, la bicicleta impacta en el empoderamiento y el sentimiento de libertad. Autoestima y empoderamiento femenino son algunas ventajas poco convencionales del uso de la bicicleta. El control de las rutas, control de la velocidad y control sobre la interacción con otros, son factores que favorecen estas asociaciones positivas. Relevar la educación y el acceso a un conocimiento técnico para la mantención y reparación de las bicicletas debiera ser tan común como hoy son los tutoriales para hacer pan de masa madre. Las mujeres que suelen tener más habilidades técnicas para reparar una bicicleta también se sienten más empoderadas para superar las diferentes situaciones en las que se ven envueltas.
Tercero, la bicicleta es sinónimo de libertad y democracia en el uso del espacio público. La bicicleta representa un instrumento de libertad para moverse ágilmente de un lugar a otro, existiendo una autonomía simbólica pero también práctica, en un contexto donde históricamente el hombre ha tenido más libertad en el uso de los espacios públicos. La mujer ciclista contribuye a la revolución de los valores y la ética, ya que está en la línea de generar cambios en el feminismo, en la educación y en la sociedad, además de alinearse con los valores urgentes asociados al cambio climático. Mayores sanciones al acoso callejero y a los bicimachismos, y aumento de la seguridad personal y vial asociada al uso de infraestructura ciclista (y peatonal) son esenciales para salvaguardar los principios de libertad y democracia en el ciclismo urbano y favorecer el pedaleo de las mujeres.
*Investigadora postdoctoral del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable CEDEUS y del centro BRT+ de la Universidad Católica de Chile