En Chile existe una marcada brecha de género en salud mental. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017 (ENS) la presencia de síntomas que hacían sospechar, por ejemplo, de una depresión en población general es de 15,8%. Pero al separar entre hombres y mujeres las cifras son 10% y 21,7% respectivamente.
Cuando la depresión ya ha sido diagnosticada, la brecha es igual de enorme. Según esta encuesta, en los hombres llegaba al 2,1%, mientras que en las mujeres la cifra se eleva al 10,1%. La ENS 2016-2017 incorporó por primera vez aspectos de salud mental, por eso la cifra de depresión no cuenta con un dato anterior con el cual comparar. Sin embargo, diversos estudios ya daban cuenta del marcado deterioro en población femenina en esa área.
Eso ya era una realidad antes de la crisis sanitaria. Hoy la pandemia ha sido transversal, pero el nivel de sus efectos en lo que a salud mental se refiere, no. En quienes más ha repercutido es en las mujeres. Y en la segunda ola reportan una mayor prevalencia de estresores y síntomas vinculados a depresión que los hombres.
Eso establecen los resultados específicos de género de la tercera ronda del estudio Termómetro de la Salud Mental en Chile, una colaboración de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) y el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales. Una muestra representativa de la población nacional que de manera periódica reporta la situación en salud mental según diversos estresores determinantes en ese ámbito.
El estudio indica que existe mucho más temor de perder el empleo en la población femenina. El 67% dice estar estresada por el miedo a que ella o alguien en su hogar pierda el empleo, preocupación que llega al 49% de los hombres.
En el estresor vinculado a ser víctima potencial de delincuencia también hay diferencias, un miedo que reconoce el 66% de las mujeres y un 58% de los hombres.
En relación con la primera ronda del estudio de noviembre de 2020, la mayor variación absoluta en mujeres se da en la preocupación la situación económica. Con un 48% de prevalencia el temor ante la situación económica, es el menor de los factores estresores para ellas, pero muestra el mayor crecimiento porcentual (39% en noviembre 2020).
El estado de soledad es declarado en un 18% por hombres y un 26% por mujeres. Al ser consultados por los problemas de salud mental, ellos los reportan un 28% y ellas 37% (aumentando 7,3 puntos desde noviembre).
Los síntomas de depresión los reconocen un 38% de los hombres contra un 55% de las mujeres. Sobre la presencia de insomnio, se da en un 18% en hombres y 21% en mujeres. En cuanto a sedentarismo, el estudio indica que está presente en 38% de los hombres y 44% de las mujeres.
Peores porcentajes
Otra diferencia de género se aprecia al observar el número de personas que reportan problemas de deuda, que es un 10% más prevalente en mujeres. Las mujeres “medianamente complicadas” en relación con las deudas en junio 2020 (primera ronda del estudio) eran un 43,1%, en noviembre 2020 pasaron al 37,7% (segunda medición) y en abril 2020, el 40,8%. Las mujeres que se reconocen “complicadas” en esa materia, en tanto, pasaron de 27,7%, 18,5% a 16,2%, respectivamente en cada ronda.
Daniela Campos, jefa de Riesgos Psicosociales de la ACHS señala que tenían la hipótesis de los resultados no serían positivos a nivel general y que las mujeres, al igual que en otras mediciones, presentarían peores porcentajes, “pero la forma en que aumentó es mucho más”.
Los resultados refuerzan algo que ya sabían, dice Campos, el confinamiento aumenta la sintomatología en salud mental: “Lo sabíamos en febrero 2020 cuando ya había investigaciones sobre el impacto en la salud mental por confinamiento en virus como el ébola y Sars, que detallaban problemas cuando hay confinamiento, especialmente cuando las cuarentenas duran más de 15 días”.
El resultado de las restricciones y en especial del aislamiento dice Campos es que hoy “existe un alto porcentaje de personas funcionales que está trabajando, pero que no está disfrutando su día a día, una señal de que eso puede volcarse a depresión”.
La brecha mayor en mujeres es la que se aprecia en en el temor a perder el empleo (67% mujeres y 49% hombres). Un riesgo psicosocial que previo a la pandemia se daba mayormente de la población masculina. El que ahora sea mayor en mujeres, dice Campos, tiene mucho que ver con la conciliación trabajo familia, con la doble o triple jornada laboral actual.
Ahora en pandemia hay un mayor número de mujeres sobrecargadas que tienen que conciliar el trabajo con la vida doméstica. “La gente que trabaja dice que lo hace más que antes, está sobrecarga, y que se hace más complejo para los que tienen hijos, es un estresor mayor que hace que el miedo a perder empleo sea mucho más acentuado”, indica Campos.
Existe una mayor necesidad de contar con un trabajo remunerado. Pero eso muchas veces implica sobrecarga, ante la necesidad de trabajo se da la auto explotación para de alguna manera ser imprescindible y mantener ese empleo, explica Campos “porque estamos en una pandemia y el gran tema es la incertidumbre, no sabemos cuándo vamos a salir, la duración de las cuarentenas, todo es muy incierto”.
David Bravo, director del Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales destaca que los resultados revelan cómo existen brechas de género en todas las dimensiones de salud mental. “La única en todo lo que medidos que va en otra dirección es el consumo de alcohol de alto riesgo, en todo lo demás, las cifras de las mujeres son mayores que en hombres”.
Un 10% de las mujeres reportó situaciones de consumo de alcohol de alto riesgo (hombres 14%) aumentando 3,3 puntos desde noviembre, lo que representa una brecha negativa de 4,3 puntos con los hombres, 1,1 puntos más que en noviembre.
Sobre la brecha de género en lo que a salud mental se refiere, no se habla mucho, “pero la dimensión de genero también hay que mirarla”, dice Bravo. Una expresión de la situación de la mujer en términos de trabajo dentro del hogar y de una desigual distribución de las tareas domésticas y de cuidado, añade.
“Los problemas que ellas presentan son significativamente más importantes, como estresores, como problemas de sueño, pero también está el sedentarismo y problemas de ánimo en general. Es una brecha invisibilizada”, dice Bravo. En general no se mide la salud mental en estudios de manera regular, “es distinto a lo que ocurre en el caso del empleo e ingreso que se miden todos los meses y se da cuenta de esa brecha, en cambio ésta no se ve”, sostiene.
Insomnio y soledad
La tercera ronda del estudio Termómetro de la Salud Mental en Chile añade las mujeres reconocen sentirse más solas que los hombres, con porcentajes de 26% y 18%, respectivamente. Algo que se incrementa a con la edad, indica Campos, “a mayor edad, mayor soledad, es muy doloroso”.
Mónica Zalaquett, ministra de la Mujer y Equidad de Género, dice que las razones detrás de esta alza son principalmente que en pandemia las mujeres se han visto sometidas a un mayor estrés por la sobrecarga de labor doméstica y de cuidado. “Esa denominación de la mujer malabarista lo define muy bien, y eso tiene un impacto en la salud mental”, aclara.
En Chile, las mujeres destinan en promedio tres horas más que los hombres cada día a realizar labores domésticas y de cuidados. En esas exigencias se han sentido muy solas, indica la ministra. “Toda esta sobrecarga de teletrabajar, teleeducar, la han realizado con un profundo sentimiento de soledad. Urge avanzar a una sociedad corresponsable, porque si los hombres no se comprometen tendremos a un porcentaje altísimo de la población femenina con problemas de salud mental”, detalla.
También hay mayor sedentarismo (38% de los hombres y 44% de las mujeres). Un punto en el cual Campos dice se requiere de una mirada sistémica: hacer ejercicios es un privilegio, porque se necesita tiempo. Si ellas están cocinando, organizando el día a día, trabajando, etc., agrega, el sedentarismo no es solo un asunto de falta voluntad, “es un privilegio el contar con tiempo y espacio para poder hacerlo antes o después de trabajar, hay que quitar la culpa de no querer hacer ejercicio en pandemia, aun cuando sabemos que se correlaciona con mejor salud mental, no siempre se puede”.
El insomnio, presente en el 18% de los hombres y el 21% de las mujeres, es otra área preocupante. Una tendencia que también se aprecia a nivel internacional, y que si bien, no es propio de la sintomatología depresiva, explica Campos, se ve como sintomatología ansiosa, y propia de estrés post traumático. Esa será, dice la Organización Mundial de la Salud una condición prevalente al salir de esto, “si no se atiende ahora tendremos muchas personas tomando fármacos para conciliar el sueño, personas que nunca antes habían tomado remedios para dormir”, aclara.
De acuerdo a un reciente estudio del Observatorio de Salud Mental de Chile, un 50% de las mujeres sufre síntomas de incertidumbre, ansiedad generalizada e insomnio, en el marco de la actual pandemia. La directora del Observatorio de Salud Mental Chile, la psicóloga Danae Cerda resalta que la crisis sanitaria ha visibilizado y agudizado las problemáticas de salud mental presentes en la sociedad chilena, “y para las mujeres, con sobrecarga en el trabajo más todas las responsabilidades en las labores de la casa y del cuidado de los niños, ha aumentado la sintomatología de base con sensación de incertidumbre, ansiedad, insomnio y depresión”.
Una realidad que ya venían analizando desde el estallido social, dice Cerda, y que se masificó con la actual crisis sanitaria. “Nuestros psicólogos, por ejemplo, han visto incrementado el número de pacientes que atienden diariamente vía Zoom, Whatsapp o por teléfono, dada la creciente necesidad de terapias”.
Zalaquett señala que el tema lo llevan monitoreando desde el año pasado, porque “en el ámbito en salud mental hemos sido las más afectadas”. Empezaron por coordinar que el trabajo de los programas impulsados por el Ministerio de Salud, tuviera foco de género. “Hoy quien entre a la página del Ministerio de la Mujer puede acceder directamente al programa SaludableMente para ser atendida a través de hospital digital y para mitigar la problemática”, explica.
Una situación que debería disminuir, indica Zalaquett, al descender también el confinamiento y las cargas asociadas. “Una vez que se abra la red de cuidado, que puedan volver a la vida cotidiana, es de esperar que se mitigue. Pero no porque eso ocurra debemos dejar de monitorear la reacción post pandemia, debemos tener apoyo continuo, para ver qué pasa más allá de la etapa de confinamiento”, sostiene.
Las expectativas no son muy positivas. “Un 90% de las mujeres y un 80% de los hombres, indicaron que los problemas serán mayores y que no habrá apoyo para que las y los afectados sigan un tratamiento”, dice Cerda sobre los resultados del estudio del Observatorio de Salud Mental de Chile.