Vaya días, vaya semanas que nos regalaron Jarry, Garín y Tabilo en Santiago y en Indian Wells. En distintos lugares del planeta se activan las conversaciones tenísticas y la prensa y las redes sociales celebran el retorno de las raquetas chilenas a los principales torneos.
¡En hora buena!
Como el tiempo no me da para ver todos los partidos, me informo vía Twitter e Instagram de los mejores golpes y jugadas que me he perdido y de soslayo reviso algunas de las estadísticas que comparten los entendidos o las más informados.
Vía WhatsApp el experimentado maratonista Gonzalo Zapata, quien viene llegando de Tokio tras completar su segundo Six Major, me pregunta cuántas veces le pega un tenista a una pelota en un Grand Slam.
Gonzalo es un apasionado del tenis y aunque le digo que no sabría ni como empezar a responder su pregunta, agarro la biografía de Roger Federer y le comento que en la final de Wimbledon del 2019 Roger Federer ganó 218 puntos y aún así perdió la final contra Novak Djokovic, quien en ese partido ganó 204 puntos.
Ya por teléfono, le comento a Gonzalo que en esa final del 14 de julio un Roger Federer de 37 años y 340 días cayó 6-7, 6-1, 6-7, 6-4, 8-7, 40-15 y perdió la oportunidad de “coronarse como el campeón profesional de Grand Slam más veterano del siglo”.
Y es que el tenis, como diría René Stauffer, biógrafo de la raqueta suiza, “rara vez es un juego de lógica. Las ventajas aparentemente decisivas pueden desvanecerse en unos instantes. Este deporte puede ser muy duro. A veces incluso injusto”.
Este párrafo me devuelve a las buenas semanas de las raquetas chilenas, pero Gonzalo insiste en los números y calcula que un tenista, en un partido largo, le debe pegar entre 700 y 2000 veces a la pelota. ¿Por qué le interesa este número a un maratonista? Porque Gonzalo está calculando cuántas decisiones toma un profesional del tenis en un partido para compararlo con la cantidad de pasos que se dan en una maratón.
Entre risas, le digo a Gonzalo que estas inquietudes solo las puede tener un ingeniero que corre maratones y cambiamos de tema, pero lo cierto es que los periodistas deportivos y muchos aficionados comparten esta misma pasión. Pasión que me devuelve a la Vida y Carrera de Luis Ayala, subtítulo del apasionante libro de Juan Carlos Cappello, En Cinco Sets, donde los números tampoco le hacen justicia a un grande entre los grandes del tenis mundial.
Y es que Luis Ayala -cito textual a Cappello- “es el chileno de más larga permanencia competitiva a primer nivel internacional en la historia de su deporte. Es el único chileno que compitió con éxito en todas las épocas del tenis moderno; aquella solo para amateurs, la reservada para los profesionales y la llamada “era abierta” actual, que comenzó en 1968″.
En 1956 Ayala ganó en dobles mixtos Roland Garros y entre 1958 y 1969 tuvo una sólida presencia en el máximo nivel de la competencia. “Fue campeón, finalista, y semifinalista y estuvo entre los ocho primeros sembrados en los otros tres Grand Slams, Wimbledon, Roland Garros y el US Open.
Fue nueve veces campeón de Chile en individuales, campeón sudamericano y panamericano y participó en 18 ediciones de la Copa Davis. Campeón en Italia, de lo que hoy sería un Masters 1000, obtuvo en total 45 títulos de campeón, fue premiado como el Atleta Sudamericano en 1957 por la desaparecida Fundación Helms y “previo a ingresar al profesionalismo, que ocurrió en 1961, Luis Ayala consistentemente figuró entre los diez mejores jugadores del mundo. Su posición más alta en esos listados fue un quinto lugar”.
Pero tal como dice René Stauffer en la biografía de Roger Federer, el tenis no solo no respeta la lógica, sino que puede ser duro e injusto y en la época de gloria de Ayala, tal como nos recuerda Cappello, no habían rankings deportivos semanales ni puntajes de acuerdo a la importancia del torneo, por lo que todo era más subjetivo. Así, las posiciones de los tenistas dependían más bien de los dictámenes de los periodistas especializados y de los dirigentes de la revista World Tennis.
La versión de Luis Ayala -contenida en el libro de Cappello- sobre estos números es la siguiente:
“Lo del ranking de World Tennis en 1959 fue un resultado acumulado. Francamente, y si bien por un período breve, me duele que nunca me hayan reconocido en Chile como número uno del mundo. En 1959, después de derrotar a Nicola Pietrangeli, Roy Emerson y Neale Fraser para ganar el torneo en Italia, fui el primer sembrado en Roland Garros, el campeonato más importante en ese momento. En otras palabras; esa selección significó que, por lo menos en ese momento, fui considerado el número uno del mundo. Nadie lo recuerda en mi país”.
Ya sea en el tenis, en el running o en otros deportes, los tiempos, los números, los rankings y las estadísticas motivan o desmotivan a los deportistas y es por ello que debemos aprender a gestionarlos, pues las expectativas propias y ajenas pueden, literalmente, sacarte del partido. Un día estás arriba y los números te acompañan. Después estás abajo y las cifras te destrozan. Y de repente apareces levantando la Copa en Santiago, escalando posiciones a largas zancadas y todos maravillados.
Ese es el caso de Nicolás Jarry y si bien Garín y Tabilo no pudieron seguir avanzando esta semana en Indian Wells, estas semanas los números les sonrieron. Ambos tuvieron una importante alza en el ranking ATP y considerables ganancias económicas, pues este Masters 1000 es el que más dinero entrega.
Sí, los números refuerzan el buen desempeño y dejan registros para la historia, pero tal como nos recuerda Luis Ayala en el libro de Cappello, el mejor de día de su vida no coincidió con ningún título ni ranking, sino con el día en que contrajo matrimonio con María Tort.
“Fue lo mejor que me podía haber ocurrido. Han transcurrido más de sesenta años. Sin ella, nada (…) No tengo duda alguna; el día en que nos casamos fue el más feliz de mi vida”.
Continuará...