Antes de la pandemia de Covid-19, la clase de educación física era la única instancia a lo largo de la semana donde los escolares realizaban alguna práctica de actividad física que permitiera el desarrollo de hábitos saludables mediante una comprensión educativa profunda sobre los beneficios de este tipo de prácticas.
Sin embargo, durante la pandemia el cierre de los centros escolares fue una de las medidas sanitarias tomadas por la autoridad para reducir la transmisión e infección de Covid-19. Por ende, los preescolares y escolares de todo el mundo tuvieron que permanecer en sus hogares. El aislamiento modificó los comportamientos de estilo de vida, traduciéndose en una nutrición poco saludable, comportamiento sedentario, disminución del tiempo al aire libre y un mayor tiempo de pantalla, conductas que pueden ocasionar un aumento en los indicadores de sobrepeso y obesidad.
Específicamente en Chile, una encuesta realizada con 416 adolescentes que respondieron sobre sus hábitos alimentarios y de actividad física, cuyos resultados indicaron un aumento del 4,9% en la frecuencia de comer viendo televisión o estudiando y un aumento en el tiempo sentado de 4,7 a 5,8 horas durante el encierro.
En consecuencia, es importante preguntarse, ¿cuál el desafío de la clase de educación física después de la pandemia? En este sentido, es relevante considerar la promoción del ejercicio físico en su integralidad, es decir, no sólo para mejorar la salud física, sino que también considerar la salud psicológica, social y orientarse hacia un mayor logro y rendimiento académico.
En términos generales, las recomendaciones de actividad física en los niños entre 6 a 17 años debiesen basarse en la propuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es decir, 60 minutos al día de actividad física moderada a vigorosa para los niños de 6 a 17 años, incluidos tres días a la semana con actividades que permitan desarrollar un mayor fortalecimiento muscular y óseo.
Todas las personas que fomenten la práctica de actividad física y el ejercicio deben velar por la seguridad de los nuevos esfuerzos físicos prescritos a los escolares. A su vez, algunos autores proponen que la restauración de las actividades físicas y deportivas deberían ser progresivas, comenzando con series cortas que sean más atractivas para los niños y jóvenes y aumentando gradualmente el número de días y la cantidad de tiempo de participación para que eventualmente sea suficiente cumplir con las pautas de la OMS mientras se minimiza el riesgo de lesiones.
Más aún, específicamente, los ejercicios podrían enfocarse en poseer características aeróbicas y de fuerza durante una misma sesión de ejercicio. De este modo, combinar los beneficios cardiorrespiratorios del ejercicio aeróbico y mejorar la función muscular (locomotora, endocrina y estructural). En este sentido, los ejercicios aeróbicos -que pueden definirse como un tipo de ejercicio que provoca un esfuerzo cardiorrespiratorio bajo, moderado o alto-, debiesen realizarse en bicicletas estáticas, ergómetros de remo y cintas de correr, o como varios tipos de danza y juegos que y considerar una intensidad -determinada por ejemplo, por una percepción de esfuerzo- moderada a alta.
Por otro lado, los ejercicios de fuerza -que pueden incluir el uso de pesas libres, máquinas de pesas, bandas elásticas o el propio peso corporal- podrían enfatizar en el fortalecimiento del núcleo -centrándose en los músculos del tronco, por ejemplo, los músculos abdominales, lumbares y glúteos- también son apropiados para los niños beneficiando la adquisición de habilidades deportivas específicas y el control postural.
En síntesis, la clase de educación física representa un espacio idóneo para promover el ejercicio físico y experiencias motoras que pueden modificar las conductas sedentarias y deterioros producidos durante la pandemia por covid-19. Por lo que los profesionales a cargo y la comunidad educativa deben propiciar que dicha práctica cumpla con los requisitos mínimos para que la dosis de ejercicio aplicada sea efectiva para lograr efectos positivos a nivel de salud física y sicológica en los estudiantes. Además, no debe olvidarse el rol de los padres y apoderados en contribuir a este fin.
*Académico de la Escuela de Educación Física PUCV.