No tiene una enfermedad terminal. Tampoco aflicciones económicas o problemas particularmente graves, pero Jacqueline Jencquel, una mujer francesa de 74 años anunció en una entrevista a la revista francesa Vice, que deseaba morir en enero de 2020.
En sus propias palabras: "quiero hacerlo antes de que sea demasiado vieja y esté gritando por el dolor".
En 2016, el gobierno francés aprobó una ley que permite a los médicos sedar pacientes terminales hasta que fallezcan, una regulación muy específica de eutanasia. Jancquel quiere que el gobierno dé un paso más allá, y le permita a las personas mayores de 75 años el derecho a elegir el momento de su muerte aun cuando no presenten una enfermedad terminal.
Sus intenciones generaron un furioso debate en Francia, que se extendió incluso en otros países, sobre la pertinencia y legitimidad de su deseo. "Lo que realmente sorprende a la gente es que no me estoy muriendo. En Francia, para obtener el derecho a morir, tienes que estar casi desahuciado y gritando de dolor", señaló en la mencionada entrevista.
"No quiero que alguien más decida por mí si estoy lista para morir o no. Ya no soy un niña; sé lo que quiero", agregó.
Jancquel es una reconocida activista, que luchó por el aborto en Francia, y que ahora, según su definición, lucha por el IVV, sigla de lo que bautizó como "interrupción voluntaria de la vejez" como miembro de la Asociación por el Derecho a Morir con Dignidad (ADMD, sus siglas en francés.)
Durante diez años ha estado luchando por la legalización del suicidio asistido en Francia. De hecho, la práctica es ilegal y según la legislación francesa, es una provocación al suicidio y se castiga con tres años de prisión y una multa de 45.000 euros.
La ministra de Salud de Francia, Agnès Buzyn, dijo que está satisfecha con la ley actual, lo que generó una respuesta de Jancquel en su blog. "La señora Buzyn probablemente nunca acompañó a los pacientes al final de su vida, ni parece estar al tanto de la legislación belga o de lo que se practica en Suiza: el respeto por los deseos del paciente", replicó.
Debido a que no hay intenciones de modificar la ley, la activista tendrá que viajar a Suiza, país en que el suicidio asistido es legal.