El masivo velatorio de Diego Armando Maradona en la Casa Rosada, sede el gobierno argentino, deja en claro que el futbolista era considerado mucho más que solo una figura relevante dentro de la cancha.
Fuera del campo de juego, los hinchas, no sólo en Argentina, lo situaron en la categoría de ídolo. Una devoción que llegó incluso a que se formara la llamada iglesia Maradoniana, que comenzó hace 8 años como una ironía, pero ya cuenta con más 50 mil aficionados en todo el mundo (algunos hablan que son más de 500 mil).
Para entender, hay que partir por tener en cuenta que Maradona es querido apasionadamente por el pueblo argentino. Y ese ‘amor’ nace por lo que hizo como jugador de fútbol, entre 1978 y 1997, explica el historiador argentino Pablo Lacoste, académico de la Universidad de Santiago. Muy particularmente en dos partidos: Argentina-Inglaterra (Mundial México 1986) y Argentina-Brasil (Mundial Italia 1990).
El nuevo San Martín
El partido con Inglaterra estuvo lleno de simbolismo. Lo que incluso sobrepasó los 90 minutos de juego. Lacoste destaca que en Argentina se vivió como la revancha directa por la guerra de Las Malvinas, “allí no había límite de jugadores por bando ni de tecnología militar”.
En el conflicto por Las Malvinas, explica el historiador, los ingleses pusieron su poderosa flota y la superioridad tecnológica fue incontrastable. “Incluyendo un submarino nuclear y aviones que podían despegar en vertical. Ganó el imperio británico esa guerra asimétrica”.
Pero todo eso cambió en México en 1986. Eran once contra once. La cancha quedaba igualada. Y Maradona, ‘el Diego’, logró ganarles a los ingleses. Tal como Lacoste recuerda: “Con sus dos goles, Argentina venció y eliminó del Mundial a ‘la pérfida Albion’, al orgulloso imperio que había sometido a un cuarto de la humanidad bajo su dominio durante varios siglos”.
Cristián Castro, director de la Escuela de Historia UDP agrega que la figura del futbolista trascendió los limites de su profesión. Se instaló en el imaginario mundial, en momentos en que los avances de la tecnología permitieron que su nombre llegará a los lugares más remotos del orbe. “En los 80, Maradona se transformó en sinónimo de fútbol, de Argentina e incluso de Sudamérica”, resalta.
Después del partido con Inglaterra, Argentina estuvo en silencio un mes. Fue literal, señala Lacoste. Nadie podía hablar. “Todos afónicos después de gritar como nunca los dos goles de Maradona a los ingleses. Y cantar, y saltar y festejar”.
Maradona fue así, el nuevo San Martín. “El líder que llevó a la Argentina a derrotar al imperio”, dice Lacoste.
Y eso no fue todo. Luego vino Italia al inicio de la década de los 90. “Todavía se recuerda hoy en Argentina que el último superclásico de América se jugó en 1990, con victoria argentina sobre Brasil gracias al increíble pase que Maradona le dio a Caniggia para convertir el único gol del encuentro”, señala Lacoste.
Ese partido se jugó casi todo el tiempo dentro del área de Argentina. No el campo argentino; aclara Lacoste. Pese a que Brasil fue muy superior todo el partido y mereció ganar por goleada; dice el historiador “finalmente ganó Argentina por la genialidad de Maradona que, jugando lesionado, en una sola pierna, logró lo imposible”.
“‘Brasil, decime qué se siente, tener en casa a tu papá; desde Italia estás llorando hasta hoy’, es la canción de guerra que Argentina canta en todos los mundiales. Pasaron décadas; y pasarán siglos. Pero esos partidos no se podrán borrar nunca del alma argentina”, asegura Lacoste.
Del futbolista al ídolo
Los logros futbolísticos son indiscutibles. ¿Pero cómo pasa ese triunfo a convertirlo en una figura idolatrada? Para el presidente de la Sociedad Chilena de Psicoanálisis ICHPA, Lucio Gutiérrez, Maradona pone de relieve un fenómeno grupal de cualidades mágico-religiosas que acompaña al fútbol desde sus inicios.
El psicoanalista Enrique Pichon-Rivière se refería al fútbol que tiene algo de ‘magia y algo de catarsis’. Si seguimos esta idea, dice Gutiérrez, si el fútbol tiene un elemento mágico en torno al cumplimiento de deseos de la masa, “Maradona representa uno de sus mesías y su redentor”.
Esa figura y significado son producto de una sumatoria de factores involucrados. Entre ellos el innegable talento de Maradona. También los modos cómo movilizaba a la masa de espectadores recuperando en la cancha a la figura del líder carismático y el héroe atribulado.
Tal como Gutiérrez indica, representa la figura del que cae en desgracia, presa de sus pobres decisiones. Pero también la injusticia del sistema o de la traición de otros. El que se levanta una y otra vez. Pero, ante todo, añade, “me parece que personifica al líder que hace el viaje del héroe, que pasa desdichas, pero que cumple su destino de enaltecer el fútbol y devolverle a la cancha su lugar de altar sacrosanto”.
En ese sentido, no es casual pues que surjan en voz de Maradona y alrededor de él imágenes en torno a lo divino. Algo que se aprecia, dice Gutiérrez en su conocido “lo hice con la cabeza de Maradona, pero con la mano de Dios”. O bien en una frase como: “El fútbol es el deporte más lindo y sano del mundo. Yo me equivoqué y pagué. Pero la pelota no se mancha”.
La iglesia Maradoniana no es entonces una casualidad. El psicoanalista explica que emerge del discurso social alrededor de Maradona. “La masa de espectadores encuentra allí un significante extraviado, un eslabón que les permite recuperar algo del misticismo perdido del fútbol”.
Otras figuras tremendamente talentosas como Pelé no han logrado eso. Probablemente, dice Gutiérrez, “porque se volcaron al lado del ‘opresor’, la FIFA con su ‘mafia’, con sus desencantamientos a través de normativas y desarrollos técnicos como el VAR, que ha generado tanta resistencia en los espectadores, en lugar de permanecer fieles a la figura del ‘oprimido’”.
En tiempos en que la Guerra Fría parecía llegar a su fin, y algunos profetizaban el fin de la historia, añade el director de la Escuela de Historia UDP, Maradona simbolizó la prolongación de un macro-relato critico las jerarquías de poder que operaban en los distintos países.
“Maradona se instaló como un jugador de fútbol que empatizaba con la lucha de los desposeídos a nivel global. Su veneración por el Che Guevara, su cercanía a Fidel Castro, y su simpatía por la revolución, terminaban de conformar el cuadro”, dice Castro. Porque a pesar de que Maradona surgió de la pobreza y se hizo millonario por su talento en uno de los negocios más lucrativos del mundo, “no olvidaba las lógicas que operaban en la ‘producción’ de pobres en su país, y en el mundo. Muchos nunca le perdonaron eso”.
“Maradona simbolizó el triunfo de la periferia por sobre la metrópolis; del ridiculizado sur de Italia frente al desarrollado norte; del pueblo frente a los poderosos, y eso, eso lo hizo universal”, resalta Castro.
No todo lo que brilla…
Las emociones alrededor de la figura de Maradona nacen de las idealizaciones que forman parte del fútbol. Las idealizaciones que en muchos y muchas genera la pasión por ese deporte. “Por ello me parece que Maradona es una figura tan controversial que en ninguno modo, como él mismo señaló, pudiere ser considerado un ejemplo de vida, y pese a ello despierta tantos admiradores”, añade Gutiérrez.
Los méritos de Maradona están dentro de la cancha. Fuera de ella, destaca el historiador argentino, su conducta fue muy incoherente. “En 1979 dedicó el título mundial juvenil al entonces dictador Jorge Rafael Videla; en la década de 1990 fue menemista de primera línea, apoyando su modelo neoliberal. Luego se volcó hacia dictadores de izquierda”.
En su vida personal, la incoherencia se mantuvo. “Se involucró con drogas y asumió conductas machistas con escenas de violencia intrafamiliar, agresión a periodistas con armas de fuego, etc.”, dice Lacoste.
Maradona fue como la Quintrala en Chile, dice el historiador. En algunos aspectos fue símbolo y bandera, mientras que también tuvo su costado oscuro. “La Quintrala se puede reivindicar como ícono feminista de la lucha contra el patriarcado y la reivindicación de la capacidad de la mujer para decidir por sí misma, sin acatar la tutela masculina. Pero también tuvo sus flancos cuestionables, con la tortura a los esclavos y demás conductas anómalas”.
Maradona entregó momentos inolvidables de éxtasis que todavía se mantienen vivos en el alma argentina. Por eso es querido, reconoce Lacoste. “Pero fuera de la cancha, no pudo controlar la presión de entornos dudosos que lo arrastraron al mundo de las drogas y el alcohol, lo cual terminó por descomponer su capacidad de autogobierno y dañar mucho a su familia”.
¿Es posible separar a la persona de su obra? Muchas personas pueden, señala el psicoanalista. De hecho, lo hacen, sea desmintiendo ese aspecto de su vida, separándolo artificialmente, prefiriendo no enterarse del mismo, devaluándolo, etc.
“En nuestro medio pensemos en Neruda o Huidobro, sujetos con aspectos ruines que contravienen la belleza de su pluma. La masa prefiere, muchas veces, mirar a un lado. Nuevamente es un aspecto propio a las formas religiosas de la masa, a su necesidad de encontrar figuras a las que idealizar, de tener referentes para lo bueno, lo bello y lo verdadero”, Gutiérrez enfatiza.