¿Es la falta de tiempo una nueva pobreza? El tiempo siempre ha sido una dimensión presente en la experiencia de la pobreza. Sin embargo, hoy hay un creciente interés por medir  la "carencia de tiempo". Desde la década de los setenta, la academia busca abordar este desafío, en especial, en países desarrollados, indica a Qué Pasa Leonardo Moreno, director ejecutivo de la Fundación Superación de la Pobreza-Servicio País. "Está dejando de ser un tema estrictamente de interés académico y comienza a poblar la discusión pública. Creo que eso es lo nuevo, en especial en Chile".

Desde que se instaló con fuerza el concepto de pobreza multidimensional, se han abierto interesantes discusiones sobre la denominada pobreza energética, la pobreza subjetiva, la pobreza relacional; y por cierto, la pobreza del tiempo, destaca Moreno. "Esos son solo ejemplos de una etapa de redefiniciones que la sociedad está haciendo sobre fenómenos sociales que no lograron ser resueltos plenamente en el siglo pasado".

El tiempo es parte fundamental de la calidad de vida. Y esa variable, dice Moreno, debe ser incorporada en cualquier medición de bienestar. "Lamentablemente, se superpone con otras situaciones de pobreza y con diversas inequidades. La escasez de tiempo para descansar o disfrutar del ocio producto de la carga excesiva de trabajo ya sea remunerado o no remunerado, sumado a las exigencias de alta productividad laboral, los tiempos de transporte, prácticamente hacen que se duplique la pobreza del tiempo".

¿De qué manera tener poco tiempo impacta en la pobreza?

Reduce la calidad de vida y empeora la salud. Se ha calculado la cantidad de horas semanales de trabajo para mantenerse física y mentalmente sano, y la pobreza de tiempo recurrente o crónica, afecta directamente en la salud tanto física como mental, en adultos como en niños y niñas. No poder elegir en qué gastar el tiempo se relaciona con la posibilidad o no de satisfacer necesidades básicas y de consumir. Porque para satisfacer esas necesidades se requiere tiempo de la misma forma en que se requiere ingresos. Si una familia no tiene equilibrado el tiempo y el ingreso, o no logran el mínimo (ingreso y tiempo) requerido para vivir una vida buena, caerían en la pobreza.

¿Qué ejemplos podrían graficar esa falta de tiempo?

Si bien la valoración de esta carencia admite un importante grado de subjetividad, existen algunos ejemplos de cómo la ciencia ha apoyado la identificación de umbrales de tiempo, debajo o sobre de los cuales decae significativamente nuestro bienestar. Es el caso de las horas de sueño. Hay parámetros de acuerdo al ciclo vital e incluso se puede hablar de líneas de pobreza, con menos de siete horas de sueño en los adultos, o trabajar por más de 12 horas, o tiempos de desplazamiento al trabajo o los centros de estudio, que no debieran superar la hora.

¿Es considerada hoy en algunos países como una variable para medir pobreza?

Es un tipo de pobreza que está muy vinculada al tipo de desarrollo que tenemos, con la modernidad y la tecnología, por ende debiera ser parte de las mediciones oficiales en sociedades justamente más desarrolladas. Muchos países tienen mediciones respecto del uso del tiempo en su población, pero hasta donde sabemos, ningún país ha incorporado esta variable en sus cifras oficiales de pobreza.

¿Cómo es la situación de Chile?

En Chile el INE desarrolla encuestas experimentales sobre el uso del tiempo, que aprovechan también otros datos sobre consumo (por ejemplo de consumo cultural que puede dar cuenta del tiempo dedicado a la cultura o al ocio). Aún no se incorpora explícitamente la escasez del tiempo dentro de la medición de pobreza en Chile.

¿Qué cambios se deberían realizar para valorar el tiempo personal en todos los niveles?

En la sociedad chilena existen ideas como que si alguien se va temprano de su trabajo es flojo. Es similar a lo que sucede con las mujeres que son criticadas por entrar al mundo del trabajo y "dejar" a los hijos al cuidado de otros, son situaciones propias de la idiosincrasia de cada sociedad, que no se ajustan al avance de la ciencia y la necesidad de mejorar el bienestar o el desarrollo.

Por eso además, ha costado tanto echar a andar con éxito el teletrabajo, por ejemplo. Son actitudes arraigadas en la cultura, y que en el caso del trabajo, parecen estar agudizándose en vez de disminuir. Los casos del llamado "karoshi" en Japón, o la muerte por exceso de trabajo, o el uso extendido de estimulantes anfetamínicos en EEUU, son actitudes extremas en mercados laborales altamente competitivos que exaltan el súper rendimiento laboral. Fenómenos asociados a la concepción del trabajo como un displacer. Es muy importante que abordemos seriamente el desarrollo de un mundo laboral centrado en la realización humana. Es decir, en trabajos que sean fuente de crecimiento, realización, desarrollo creativo, etc.

Las mujeres, según estudios, son más "pobres de tiempo" por la sumatoria de actividades domésticas y el trabajo remunerado ¿Considera que eso afecta el bienestar de las mujeres?

Efectivamente, las mujeres son más pobres de tiempo que los hombres. Por lo tanto, cuando hablamos de trabajo doméstico son las mujeres las que más se dedican a este producto de la división sexual del trabajo en una sociedad que aún sigue tratando este tema de forma muy desigual. Pese a que ha aumentado la participación femenina en el mercado del trabajo, no ha derivado en una readecuación de la carga doméstica. Las mujeres tienen una doble jornada, luego del trabajo remunerado y posiblemente una tercera jornada si consideramos que preferentemente son ellas quienes se dedican a lidiar con las políticas públicas o los servicios privados de los que dependen los menores de edad (salud, y educación, principalmente). Según la Encuesta Experimental del uso del tiempo, realizada en el Gran Santiago, las mujeres destinan el doble de tiempo a tareas del hogar (77,8 vs 40,7%) y cuidan tres veces más que los hombres a otras personas en el hogar.