Un cultivo industrial de tomates con microclima controlado, sellado herméticamente bajo luces LED de color rosa, y un tractor Deutz-Fahr de alta tecnología. Así luce la fachada del Museo Guggenheim de Nueva York, en plena Quinta Avenida de la metrópolis.
Expandida a lo largo de los seis pisos del museo, el arquitecto y escritor holandés Rem Koolhaas es el responsable de “Countryside, The Future”, una inédita exposición no-artística que se tomó el Guggenheim hasta agosto con el fin de agitar a sus visitantes respecto a los retos del campo y las zonas rurales del mundo en tiempos del cambio climático y grandes economías de escala.
Koolhaas es un reconocido agitador urbano y fundador de AMO, un grupo de expertos que trata de aplicar el pensamiento arquitectónico más allá de los edificios. Decidieron apuntar al campo después de ver el informe “World Urbanization Prospects” de la ONU, lanzado en 2014 y que afirmó que “la gestión de las zonas urbanas se ha convertido en una de los más importantes desafíos de desarrollo del siglo XXI”.
Pero para el arquitecto, este enfoque global en urbanización sostenible ignoró a la otra mitad de la población mundial que vive en condiciones rurales, descuidando sus desafíos y soluciones innovadoras para la modernidad.
Así, en la exposición, Koolhaas explora los cambios radicales que han sufrido los territorios rurales, el 98% de la superficie de la tierra y cómo nuestra actual forma de vida urbana ha requerido la organización, abstracción y automatización del campo a una escala sin precedentes. “En la última década, me di cuenta de que, aunque gran parte de nuestras energías e inteligencia están enfocadas en las áreas urbanas del mundo, el campo ha cambiado dramáticamente bajo la influencia del calentamiento global, la economía de mercado, las compañías tecnológicas estadounidenses, iniciativas africanas y europeas, la política china y otras fuerzas. Esta es una historia en gran parte no contada, y es particularmente significativo que AMO lo presente en uno de los mejores museos del mundo, en una de las ciudades más densas del mundo", afirma a Qué Pasa el holandés.
A través de una mezcla de imágenes, películas, materiales de archivo, gráficos de papel tapiz, una cortina impresa, objetos, texto, obras de arte reproducidas y esculturas robóticas, se presenta una narración basada en estudios de casos que representan los cambios en el mundo rural. Desde el impacto del calentamiento global en Siberia, el desarrollo de la tecnología en la hiperproductividad de los campos agrícolas en Estados Unidos y la conservación de la biodiversidad en la Patagonia.
“Comprar = ahorrar”
Federico Martelli es biólogo de la Universidad Católica y tiene una maestría en Arquitectura. Desde 2012 que colabora con Rem Koolhaas en Rotterdam y estuvo a cargo, a través del estudio Cookies, de la investigación sobre la Patagonia que es parte de la muestra “Countryside”.
“Con la exposición no pretendimos hacer una lectura totalizante de lo rural, es imposible por su complejidad, diversidad, crear una imagen totalizante del campo o lo rural. La manera en que lo solucionamos fue enfocarnos en algunas zonas geográficas que tenían temas que nos parecieron relevantes, interesantes, sorprendentes y diversos”, asegura Martelli. “El campo es el futuro porque creemos que estas observaciones pueden ser fuente de inspiración de lo que se puede y no se puede hacer de ahora en adelante”, agrega.
El biólogo y arquitecto explica que miraron con interés el fenómeno de conservación promovido por privados que compraron grandes extensiones de terrenos desde los 90, como Douglas Tompkins. “Después del plebiscito, la constitución protegía la propiedad privada y el país dependía de la extracción de recursos para traer a extranjeros para inversiones. Pero eso empujó a conservacionistas a decir que hay que ecosistemas en peligro”, dice. “Comprar = ahorrar” es el nombre que utilizaron para mostrar su investigación en el museo.
“Estamos tratando de entender cómo el sistema libre mercado está teniendo un efecto en conservación y queremos entender como esta idea del mercado, el ponerle un valor a la naturaleza, está teniendo un efecto en el ámbito de conservación”, afirma Martelli, para quien mientras más incentivos económicos hay para conservar, más fácil se hace: “Hay una tendencia dentro del conservacionismo, no solo en Chile, donde científicos proponen que los ecosistemas que proveen servicios útiles al bienestar humano, tengan un valor. Otorgarle un valor económico a un sistema que, por ejemplo, está purificando el agua, o que tiene tanto nivel de biodiversidad o que secuestra tanto carbono”.
Martelli reconoce que esa idea supone un dilema, que es el que se instala con la exposición: “implica que estamos dando un valor instrumental a la naturaleza, la estamos considerando como si estuviese al servicio del bienestar humano. Y la polémica en el discurso de conservación es si debiésemos o no darle un valor intrínseco, creer que debiesen ser preservados por ser valiosos de por sí, no por tener un valor instrumental. Estamos tratando de entender las relaciones, cómo valoramos la naturaleza, esa es la gran pregunta”.
La exhibición en el Guggenheim se extiende por los seis pisos que tiene el museo y la parte dedicada a la Patagonia está en el quinto, donde comparte otras experiencias de casos de preservación de la naturaleza en Uganda y Siberia. "Desde la primavera silenciosa de Rachel Carson (1962), el 15% de la Tierra se ha preservado la superficie, pero se necesitará mucho más para compensar la aventura de la modernidad”, dice el texto de la exposición, escrito por Rem Koolhaas.
Martelli cuenta que se trata de una exhibición inédita, pues no es una artística típica del Guggenheim. “Ellos quisieron experimentar nuevos modos de mostrar ideas y esto no trata de ser arte, nunca tratamos de plasmar la información en una obra de arte. Ellos se tomaron el riesgo de hacer exhibición sobre contenido sobre un tema muy abierto y ambicioso. Está basado en contenido e información”, asegura.
“Con esta audaz exposición, el Guggenheim lleva adelante su legado de toma de riesgos, abordando las preocupaciones mundiales urgentes con un proyecto que va más allá de los asuntos culturales en política, antropología, ciencia, tecnología y territorio filosófico", dice por su parte Richard Armstrong, director del museo Guggenheim.
La exposición estará disponible hasta el 14 de agosto en Nueva York.