La revancha del “depredador de súperbacterias” en la lucha contra el coronavirus
Desplazados por la efectividad de los antibióticos, los "bacteriófagos", han adquirido una nueva importancia al adaptarse mejor a las mutaciones de las bacterias resistentes a fármacos. Expertos señalan que podrían ayudar a los pacientes a enfrentarse a los efectos secundarios producidos por el COVID-19.
Actualmente, las llamadas “súperbacterias” son una de las mayores amenazas para la salud mundial. En términos simples, se trata de microorgamismos que a través de mutaciones al azar, dadas por el uso indebido de antibióticos en humanos y animales, son capaces de resistir los efectos de estos fármacos.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada vez es mayor el número reportado de infecciones como neumonía, tuberculosis, gonorrea y salmonelosis, cuyo tratamiento se vuelve más complejo debido a la pérdida de eficacia de los antibióticos. Esto a su vez, extiende la estadía de los pacientes en los hospitales, incrementa los costos médicos y aumenta la mortalidad.
La lucha contra las súperbacterias es de suma importancia para la OMS, quien en 2015 elaboró un plan de acción mundial con el objetivo de prevenir y tratar enfermedades infecciosas por medio de fármacos eficaces y seguros. Sin embargo, no basta con eso, ya que la población continúa administrando estos medicamentos de forma irresponsable. Estudios señalan que un 91% de las personas ha tomado algún antibiótico en su vida, cifra que seguramente ha aumentado con la presencia del COVID-19.
La presencia de estas bacterias no es reciente, ya que en la gripe española de 1918 fallecieron más personas por infecciones secundarias que por el mismo virus. Pero el tema reviste mayor importancia en esta pandemia, debido a que muchos pacientes están muriendo de infecciones secundarias, y los científicos creen que las súperbacterias se están haciendo aún más poderosas.
Se cree que en 2013 murieron 700 mil personas por organismos antibiótico-resistentes en el mundo, y se espera que en 2050 la cifra aumente a 10 millones anuales, superando al número de muertes por cáncer. De hecho, para el mismo año la OMS asegura que la mayoría de los antibióticos que se usan en la actualidad ya no servirán para las enfermedades bacterianas.
Es ahí donde aparece un olvidado protagonista: los bacteriófagos.
Renacer
Nicolás Muena, virólogo de la Fundación Ciencia y Vida, explica que “la palabra ‘fago’, que viene de ‘comer’, básicamente retrata a estas entidades que comen y atacan bacterias. Se conocen desde hace mucho tiempo y son de los virus más caracterizados de la ciencia, visualmente similares a los seres de la película ‘La Guerra de los Mundos'. Tienen unas patas con las que se adhieren a la superficie de las bacterias y un sistema de inyección por la que inoculan su material genético dentro de ellas para replicarse”.
“Además, estos ‘fagos’ son inocuos para el ser humano. No atacan células de mamíferos o animales, son específicas de bacterias y muy sencillos de cultivar”, agrega.
“La fisiología de las células bacterianas es muy distinta a la de las células de mamíferos”, dice Muena. ”Los fagos, al tener una maquinaria que ha sido adaptada para infectar y replicar en bacterias, no le hace nada a las células humanas”.
Muena cuenta que “desde el inicio se les encontró a los fagos un potencial en el control de las infecciones bacterianas, terapias o para la descontaminación de alimentos, entre otros. El problema es que tuvieron que competir con algo que venia muy fuerte: los antibióticos, que eran más sencillos de aplicar y tenían un efecto rápido y potente. Así, con el tiempo le pasaron por encima a los fago, que quedaron en el olvido”.
Pero hoy, en plena pandemia del coronavirus, existe un grave problema con el control de microorganismos como las resistentes súperbacterias, lo que según el experto “ha derivado en un renacer de los fagos, que volvieron a tomar relevancia por ser una alternativa a los antibióticos. Esto, mientras se espera el desarrollo de una vacuna”.
“Su ventaja es que al igual que los virus, también son capaces de mutar. Las bacterias mutan para resistir a los antibióticos pero éstos no son capaces de hacerlo porque son siempre iguales. Los mismos científicos le añaden modificaciones químicas para ver si siguen funcionando y evadir los mecanismos de defensa de las bacterias”, añade Moena.
“La diferencia es que los fagos mutan. Y si las bacterias también lo hacen, el fago hace lo propio para poder atacarlo”. sostiene.
“Bacterias amigables”
Para ello, y considerando que los fagos no atacan al SARS-CoV-2 sino que a las infecciones secundarias, científicos se encuentran elaborando un plan de ataque contra estas súperbacterias, y evitar que la gente muera a causa de esta causa.
En un texto publicado en la revista científica Phage: Therapy, Applications and Research, expertos de la Universidad de Birmingham y el Cancer Registry de Noruega proponen dos estrategias, en la que los bacteriófagos toman el protagonismo.
En el primer enfoque, los bacteriófagos se utilizarían para atacar infecciones bacterianas secundarias en los sistemas respiratorios de los pacientes, posible causa de la alta tasa de mortalidad entre personas de edad avanzada. La idea es emplear los bacteriófagos para reducir la cantidad de bacterias y limitar su propagación, dando al sistema inmune más tiempo para producir anticuerpos contra el SARS-CoV-2.
La siguiente estrategia tiene que ver con la utilización de los bacteriófagos para fabricar anticuerpos contra el virus, que luego sean administrados a los pacientes a través de un aerosol nasal u oral, directo a las vías respiratorias. Estos anticuerpos podrían producirse rápida y económicamente utilizando la tecnología existente.
“Al introducir los bacteriófagos sería posible comprar tiempo valioso para el sistema inmune de los pacientes, representando una estrategia diferente o complementaria a las terapias antibióticas estándar”, afirma la Dra. Marcin Wojewodzic, autora del estudio.
“De la misma manera que estamos acostumbrados al concepto de ‘bacteria amigable’ podemos aprovechar ‘virus amigables’ o ‘fagos’ para ayudarnos a atacar y matar las infecciones bacterianas secundarias causadas por un sistema inmunitario debilitado tras el ataque de virus como el COVID-19”, señala Martha RJ Clokie, profesora de microbiología de la Universidad de Leicester y editora de la revista científica.
“Esta pandemia nos ha demostrado el poder que los virus tienen para causar daño. Sin embargo, al usar virus beneficiosos como arma indirecta contra el virus SARS-CoV-2 y otros patógenos, podemos aprovechar ese poder con un propósito positivo y usarlo para ahorrar vidas. La belleza de la naturaleza es que, si bien puede matarnos, también puede rescatarnos”. agrega la Dra. Wojewodzic.
De acuerdo a los autores de la investigación, se espera el inicio de ensayos clínicos para probar cuál de estos enfoques es el más beneficioso para los pacientes.
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