El estrés, la ansiedad y la culpa que puede experimentar un profesional del área de la salud producto de un evento clínico adverso, pueden ser devastadores. Eso es lo que se describe en un escenario normal en una actividad de naturaleza muy estresante.

Pero en pandemia eso aumentó. Ya en septiembre de 2020 un estudio advertía que más del 30% de trabajadores de la salud en Chile tenía síntomas depresivos. Era el primer informe de The Covid-19 Health Care Workers Study, que alertaba además que casi un 55% presentaba algún tipo de trastorno mental común, más de tres veces lo encontrado en estudios de poblaciones de prevalencia de trastornos mentales en el país.

El estudio, una colaboración internacional de 30 países y que en Chile desarrolló la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, la Escuela de Medicina de la U. Católica, la U. Central de Chile, la U. de O´Higgins y el Colegio Médico, añade que los síntomas más frecuentes fueron: alteraciones del apetito (38,6%); alteraciones del sueño (32,7%); falta de energía y cansancio (37,3%); problemas para concentrarse (19,0%); pérdida del interés y anhedonia (16,3%).

Lamentablemente la crisis sanitaria se ha extendido y con ella también el impacto tanto a corto como a largo plazo en la salud y en la carrera de todos quienes trabajan en salud. Es lo que advierte Susan Scott, gerente de Seguridad del Paciente y Gestión de Riesgos en la Universidad de Missouri en Columbia, EE.UU., investigadora que define este fenómeno como el de la “segunda víctima” (la “primera víctima”, es el paciente).

Scott, ponente del V Congreso Internacional para la Seguridad del Paciente del Centro de Control de Gestión de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, junto con la Fundación para la Seguridad del Paciente, describe el fenómeno de la “segunda víctima” como la reacción psicosocial y fisiológica experimentada por los trabajadores de la salud después de eventos clínicos emocionalmente desafiantes.

Susan Scott, gerente de Seguridad del Paciente y Gestión de Riesgos en la Universidad de Missouri en Columbia, EE.UU., investigadora que define el fenómeno como el de la “segunda víctima”.

Esa era la definición que la investigadora desarrolló en diversos trabajos e intervenciones que resaltan la necesidad de apoyo social, psicológico, emocional y profesional que requieren las y los trabajadores sanitarios. Pero al observar a los médicos durante la pandemia, Scott propone una definición revisada como “individuos que trabajan dentro de un entorno para ofrecer o brindar atención y están traumatizados por la exposición a casos y / o eventos clínicamente desafiantes”.

Esas experiencias pueden ir, explica Scott a Qué Pasa, “desde la muerte de un paciente favorito hasta el resultado severo inesperado relacionado con la atención médica”.

El médico o especialista que lo sufre, dice se recuperará de una manera bastante predecible y experimentará uno de los tres posibles resultados de recuperación: prosperar después del evento, sobrevivir y simplemente estar “bien” después, o abandonar, como cambiar su función clínica por completo.

Con el apoyo y la orientación de intervención adecuados, quien lo sufre puede experimentar una forma de crecimiento postraumático y puede prosperar después de su evento clínico emocionalmente desafiante.

Sin embargo, ante la urgencia y extensión de la crisis, la investigadora señala que no han recibido el apoyo para afrontarla. “No, no creo que nuestra fuerza laboral de atención médica haya recibido el apoyo que tanto necesitan, especialmente ahora que comenzamos a recuperarnos de la pandemia. La situación de la pandemia puso de relieve muchas de nuestras ‘imperfecciones’ existentes en nuestros entornos de atención médica. El bienestar y el apoyo de los médicos son solo una de esas imperfecciones”, advierte.

Ocultar emociones

La pandemia desafió y, en muchos casos, excedió la capacidad de hospitales y unidades de cuidados intensivos en Chile hasta hoy.

Por más de un año todos los trabajadores de la salud han seguido brindando atención a los pacientes. Todo a pesar del agotamiento, el riesgo de infección, el miedo a la transmisión a su familia, la enfermedad o muerte de amigos y colegas, sumado a la pérdida de muchos pacientes.

Además, han enfrentado largos turnos combinados con restricciones sin precedentes, junto con largas horas usando equipos de protección personal engorrosos e incómodos, en una crisis que parece no terminar nunca.

Con el apoyo y la orientación de intervención adecuados, quien lo sufre puede experimentar una forma de crecimiento postraumático y prosperar después de su evento clínico emocionalmente desafiante. Foto: Mario Tellez/La Tercera.

¿Se pueden reconocer cansados? Es un escenario complejo, dice Scott: “Los médicos sanitarios se han convertido en expertos en ocultar sus propias emociones mientras se encuentran en el entorno clínico”.

Mantener una personalidad profesional es fundamental a la hora de brindar atención. A veces denominado ‘trabajo emocional’, explica Scott que la fuerza laboral de la salud durante décadas ha sido entrenada para que nunca deje que sus verdaderos sentimientos sean evidentes.

“Ahora estamos aprendiendo que los médicos sin apoyo que sufren una experiencia de segunda víctima pueden distraerse y exhibir niveles de vigilancia más bajos. Si no se aborda, esta distracción puede conducir a futuros incidentes relacionados con la seguridad del paciente o, lo que es peor, que el médico deje la profesión por completo”, asegura.

En un estudio realizado por Scott, entre el 35% y el 60% del personal afirmó que conocía el fenómeno de la segunda víctima y su significado. “Cuando el médico experimenta el fenómeno de la segunda víctima, no está seguro de lo que está experimentando. Muchos de sus colegas son conscientes del sufrimiento de sus compañeros, pero lamentablemente no están seguros de cómo responder o ayudar a otros que están sufriendo”.

Incluso sin pandemia es una experiencia frecuente. Se ha estimado, dice Scott, que cuando un médico se acerca a la edad de jubilación, ha experimentado este fenómeno un mínimo de tres a cuatro veces. “¡La conciencia de la segunda victimización es realmente la primera intervención que las agencias de salud deberían considerar!”

Necesidad de apoyo

La pandemia ha aumentado la conciencia de la importancia fundamental del bienestar general de la fuerza laboral, señala Scott. Algo que demuestra la proliferación de programas de apoyo entre pares y bienestar de los médicos que se están formando actualmente. “Las experiencias pandémicas han obligado a centrar la atención en el bienestar general del personal sanitario”.

“Desafortunadamente, muchas organizaciones de atención médica se están dando cuenta de que necesitan ofrecer intervenciones de apoyo significativamente más formales para la fuerza laboral. La provisión de un apoyo médico adecuado debe considerarse esencial para garantizar una atención y recuperación médicas efectivas”, detalla.

Trabajadores de la salud que han debido cuidar a colegas enfermos. Ofrecer consuelo a pacientes moribundos aislados de sus seres queridos. Consolar a familiares de esos pacientes de forma remota. Que están agobiados por el racionamiento de recursos y la suspensión de la reanimación o la admisión en la UCI. Y que han visto el dolor de pacientes sin Covid-19 a quienes se canceló o pospuso su cirugía u otros tratamientos esenciales.

¿Qué apoyo necesitan? La mayoría del personal encuestado con respecto al tipo de apoyo deseado después de casos emocionalmente desafiantes identificó el apoyo de un compañero o colega de confianza como su opción principal.

Los centros de salud, dice Scott, deben considerar la posibilidad de garantizar que los pares capacitados estén integrados para representar las diversas etapas de avance de la carrera del personal médico. Por ejemplo, dice, “los médicos de cabecera apoyan a sus colegas de atención, los residentes de medicina apoyan a los residentes, etc.”

Aunque no hay dos profesionales que tengan las mismas necesidades de apoyo, la ayuda deseada puede ser predecible. Los médicos tienen cinco deseos básicos después de un evento clínico emocionalmente desafiante, describe Scott. “Las segundas víctimas quieren sentirse apreciadas, respetadas, valoradas, comprendidas, pero lo más importante, quieren seguir siendo un miembro de confianza de su equipo de atención”.

Desean también, indica, asistencia 24 horas al día, 7 días a la semana, “que sea confidencial e individualizada en función de las necesidades únicas del médico”. Añade que con frecuencia se agradece un breve respiro del área clínica para permitir que el clínico se ‘reagrupe’.

“Para ayudar a promover el proceso de curación, el médico que sufre debe comprender el fenómeno de la segunda víctima para comprender que su experiencia y reacciones son respuestas normales y predecibles al evento clínico anormal experimentado”, explica la investigadora.