La tecnología de los smartphone que puede ayudar al combate del Covid-19
Una sencilla técnica óptica utilizada para detectar cambios volumétricos en la circulación sanguínea periférica que usan teléfonos inteligentes, resulta eficaz para evaluar los niveles de oxígeno en sangre y podría utilizarse para identificar empeoramiento de la función respiratoria.
La fotopletismografía (PPG), una sencilla técnica óptica utilizada para detectar cambios volumétricos en la circulación sanguínea periférica que utilizan muchos teléfonos inteligentes, resulta eficaz para evaluar los niveles de oxígeno en sangre y podría utilizarse para identificar a las personas con un empeoramiento de la función respiratoria, según un estudio publicado en la revista Chest por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos).
La PPG se utiliza en los relojes inteligentes, por ejemplo, para controlar el pulso y la frecuencia cardíaca, pero los biosensores PPG también se encuentran en millones de teléfonos inteligentes, pero sin ninguna aplicación clínica actual.
Saturación de oxígeno
Según los hallazgos de estos científicos, si se usa junto con un software de aplicación podría utilizarse para la oximetría de pulso clínica remota para gestionar las enfermedades cardiopulmonares crónicas y, tal vez, para el tratamiento inicial y el seguimiento de las personas afectadas en pandemias virales respiratorias, como Covid-19.
“La monitorización de la oximetría de pulso desempeña un papel importante en la gestión de las enfermedades pulmonares, especialmente durante las pandemias o epidemias de infecciones víricas respiratorias, como Covid-19 y la gripe”, explica la primera autora del estudio, la doctora Sara H. Browne, profesora asociada de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego y especialista en Enfermedades Infecciosas.
La saturación de oxígeno es un componente valioso de la evaluación clínica que se utiliza para diferenciar a los que requieren una vigilancia estrecha. En circunstancias de cuarentena domiciliaria, la pulsioximetría clínica a distancia permite a los pacientes informar objetivamente de la saturación de oxígeno y la frecuencia cardíaca, además de sus síntomas. Los sensores de los teléfonos inteligentes con aplicaciones podrían facilitar el acceso a estas mediciones, pero para que se utilicen los médicos deben saber que estas mediciones son precisas y fiables.
Browne también argumenta que la monitorización a distancia tiene aspectos de equidad sanitaria: “Los teléfonos inteligentes con sensores y aplicaciones podrían mejorar significativamente la monitorización remota debido a su ubicuidad, y no requieren que los pacientes tengan aparatos caros adicionales”.
Los sensores de PPG miden la distensión o el agrandamiento de las arterias y otros vasos bajo la piel cuando la sangre pulsa a través de ellos, detectando las diferencias en la luz absorbida o reflejada hacia un par de diodos emisores de luz en el dispositivo. Esta tecnología indolora y no invasiva se denomina oximetría de pulso y se utiliza habitualmente en hospitales y clínicas, a menudo para evaluar los niveles de oxígeno en la sangre de los pacientes.
En su estudio, los investigadores reclutaron a 10 voluntarios, cada uno de los cuales colocó un dedo índice sobre un sistema de sensores de smartphone con una aplicación diseñada para interpretar clínicamente los datos ópticos resultantes.
A continuación, los voluntarios respiraron una mezcla de gases con niveles reducidos de oxígeno, disminuyendo secuencialmente hasta alcanzar saturaciones arteriales de oxígeno estables entre el 70 y el cien por cien. Comprobaron que las mediciones de los niveles de oxígeno en sangre realizadas con el smartphone se correspondían con las de otras herramientas clínicas aprobadas que se utilizan para este fin.
A continuación, utilizando el mismo teléfono inteligente, los investigadores analizaron más de 2.200 lecturas tomadas simultáneamente por la oximetría de pulso del teléfono inteligente en 320 participantes del estudio, de edades comprendidas entre los 18 y los 89 años, y que representaban una amplia gama de orígenes raciales y étnicos. Comprobaron que las lecturas del teléfono inteligente tenían una exactitud y precisión de medición equivalentes a las de los costosos instrumentos hospitalarios.
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