Se llama golondrina de mar negra (Oceanodroma markhami) o petrel de la tormenta. Recién se está aprendiendo un poco más sobre ellas ya que son aves que habitan en el mar abierto y regresan a la tierra solo para reproducirse y lo hacen en los salares de la Región de Tarapacá, muy escondidas en las grietas que se producen en esos lugares. Además, para evitar a sus depredadores realizan casi siempre vuelos nocturnos.
De hecho, los marineros norteamericanos los llamaban "pollos de la madre Carey" (Mother Carey's chickens), en referencia a la bruja que poseía la llave donde se decía que los marineros ahogados reposaban.
De acuerdo a los datos del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), entidad encargada de proteger a estas aves, la época de nidificación comenzaría en el mes de octubre y finalizaría en el mes de mayo con la salida de los juveniles en dirección al mar. En estos días, cuando comienza a regresar a la costa, muchas de ellas caen en las calles de la ciudad, creyendo que estaban llegando al mar.
En esta región llegan a recorrer entre 10 a 40 kilómetros desde la costa para internarse en los salares para establecer sus colonias reproductivas.
Solo el año pasado el SAG devolvió cerca de 2.000 de estas aves a su hábitat tras ser alertado por la propia ciudadanía sobre su presencia en las calles de la ciudad.
"Esta pequeña ave es capaz de movilizar a toda una comunidad que durante semanas está preocupada de recogerlas cuando caen en la ciudad y entregarlas al SAG, o a otras organizaciones, para que puedan volver a volar. Ese es precisamente el espíritu que debemos tener frente a nuestra fauna silvestre: de colaboración y de cuidado", destaca el ministro de Agricultura, Antonio Walker.
Aunque se están realizando estudios sobre su ecología y comportamiento, es poca la información reunida hasta ahora, porque su hábitat es inhóspito. Además, dicen los especialistas del SAG, llegan a tierra (principalmente islas o sitios sin suelo ni cobertura vegetal) sólo para anidar en horario nocturno por lo que en muchas zonas de las costas del Pacífico Sur Oriental son casi invisibles, lo que dificulta también conocer el tamaño de sus poblaciones.