Hace unos días, un grupo de renombrados científicos y políticos internacionales -entre ellos, Sylvia Earle (reconocida oceanografía y buzo), Pascal Lamy (ex ministro de hacienda de Francia y secretario general de la OMC), José María Figueres (ex presidente de Costa Rica) y Amaro Gómez-Pablos (periodista)-, visitó Chile y la Antártica.

Desde hace algunos años, la Comisión que maneja los recursos marinos vivos de este continente (CCAMLR) se planteó la creación de una serie de áreas protegidas marinas, que han sido presentadas por los diferentes países en diversas zonas del mar que rodea al continente blanco. Si bien este plan inicial fue acordado por consenso, no ha tenido la misma suerte la presentación de las propuestas.

El año pasado, Chile y Argentina presentaron la propuesta que corresponde principalmente a la protección del mar al oeste de la península antártica, una propuesta que ha recibido muchos aplausos de expertos en la materia, con la mejor información científica existente y construida en forma muy transparente, pero tampoco ha sido aprobada por la comisión. La razón de la lentitud o falta de movilidad de estas propuestas es poco clara, pero Rusia y China se han opuesto firmemente a ellas, quizás una forma de dejar la puerta abierta para la extracción de recursos o sencillamente una cuestión de ajedrez político actual y futuro. Por otra parte, Noruega tampoco ha apoyado el avance aduciendo la falta de información científica.

A la luz del cambio climático, de la sobreexplotación del krill en la zona austral (principal especie y base de la cadena alimenticia, que permite la vida en estas heladas aguas) y al fracaso del modelo extractivista con el cual hemos llevado a los océanos al colapso, las razones de protección de este continente son suficientes.

Chile -y el Presidente Pinera así lo ha indicado- quiere jugar un rol crucial para la protección no sólo de la península, sino también del 20% de las aguas que todas estas áreas marinas podrían proteger. Chile está llamado a ser líder en esta materia, por su posición geográfica, pero sobretodo política en el planeta.

Desde nuestro país hemos demostrado que es posible proteger prácticamente el 50% de nuestra zona económica exclusiva pero que es posible ello con crecimiento económico y estabilidad política que destaca hoy, particularmente en la región. Hace algunas décadas, el continente frío fue declarado un continente de paz, quizás hoy, el continente y sus aguas deban ser declarados también como un continente libre de extracción y explotación, un Patrimonio de la Humanidad y el planeta en general.