Para los que crecimos en los noventas una de las rarezas del mundo había nacido en las Filipinas, en un mundo que sonaba extraño y lejano: un hombre que afirmaba que estaba embarazado. Naturalmente eso resultó ser una farsa, y Filipinas es mucho más que eso. De hecho, es un país que tiene mucho que decir respecto a sus volcanes. En 1991 el Pinatubo inició la que ha sido la mayor erupción en el planeta en los últimos 100 años. Y fue enorme.
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Otro volcán de las Filipinas es un pequeño personaje llamado Taal. Este es un sistema que en el pasado (hace más de 5 mil años) tuvo una erupción muy comparable a la del Pinatubo, aunque en tiempos ya históricos sus erupciones no han llegado a tal nivel. Eso no quita que hayan sido demostraciones de enorme poder, como las de nuestro Láscar, en 1993. La forma del Taal, eso sí, es extraña, y habla de este pasado explosivo: parece sólo un cráter. Mide poco más de 300 metros de altura, que es donde está el borde del cráter, y está rodeado por un lago. Además, él mismo tiene un lago, ácido eso sí, dentro. Y ese lago tiene una pequeña isla.
Es este volcán en plan matroska, que tiene una isla dentro de un lago dentro de una isla dentro de un lago, el que hoy tiene los ojos del mundo volcanológico puestos en él, ya que el 12 de enero comenzó a mostrar fumarolas de vapor de agua que se fueron haciendo cada vez más grandes, y saliendo desde más lugares, hasta que el volcán comenzó una enorme erupción, que incluyó potentes rayos.
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Foto: Domcar Lagto[/caption]
Esta fue una de esas erupciones impredecibles. El volcán estaba en un estado considerado de relativa tranquilidad, que sería como el equivalente a la alerta verde que tenemos acá. Sin embargo, los científicos que lo monitoreaban le estaban poniendo atención, ya que el volcán se estaba inflando hacía ya unos meses. Esa inflación indicaba que había magma que estaba subiendo, buscando alimentar al Taal. No era la primera vez que se detectaba eso, e incluso antes hubo momentos donde se vio una inflación, y no llevó a una erupción después. Por otro lado, el conteo de sismos tampoco mostraba algo muy raro: Había cierto nivel de estabilidad. Lo que sí llamaba un poco la atención era que el lago dentro del cráter se estaba volviendo un poco más ácido, lo que era preocupante. Pero esto no era suficiente para subir el nivel de alerta, ya que en la volcanología siempre se buscan patrones claros que muestren que un volcán está alterado, y este aún no era el caso.
Así llegamos al 12 de enero, cuando se generó un enjambre de sismos, seguido de un aumento en las fumarolas de vapor. Primero fue una pequeña, que se fue haciendo grande, y luego fue acompañada de unas más grandes. En cosa de minutos, una columna de más de 10 km de vapor de agua y roca molida muy fina se había levantado: la erupción había comenzado.
La erupción fue imposible de anticipar, como pasa muchas veces con las que son propiciadas por el agua que está a muy alta presión dentro de la roca que arma el volcán. El Taal es uno de estos volcanes que, en efecto, al tener un gran sistema hidrotermal tienen -obviamente- mucha agua. Mientras el magma fue ascendiendo, comenzó a traspasarle energía al agua (combinada con otras cosas) que estaba atrapada dentro de las rocas, a muy alta presión. Llegó un momento donde la presión acumulada fue demasiada, y estos fluidos hidrotermales salieron disparados hacia la superficie, rompiendo la roca que los tenía cautivos en muchos trozos muy pequeños.
La columna de gases, vapor de agua, y ceniza volcánica se levantó fuerte, y devastó la zona cercana al volcán. De inmediato se ordenó la evacuación de todos los que vivían a unos 14 kilómetros a la redonda del Taal, mientras el volcán continuaba con su erupción.
Pero una vez que la columna de ceniza ya no estaba presente, se comenzó a dar otra secuencia de fenómenos. Primero, el magma consiguió llegar a la superficie. Ya que la primera erupción había abierto los caminos para subir, el magma vio la oportunidad, y se lanzó: el resultado fueron impresionantes fuentes de lava de más de 800 metros de altura. El volcán estaba lejos de terminar su actividad.
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Foto: PhiVolcs[/caption]
Pero las fuentes de lava no fueron el final de la historia. Con el pasar de los días un río cercano, que está conectado al lago del Taal, se secó. Y también comenzaron a aparecer enormes fisuras que destrozaron casas inclusive. Estas fisuras, mencionaron desde PhiVolcs, que es el Observatorio Filipino que monitorea al volcán, se deben a que el suelo comenzó a hundirse. Y esto tiene bastante sentido: si bien el magma está subiendo debajo del volcán mismo, una buena parte del sistema hidrotermal fue erupcionado, por lo tanto todos esos fluidos que ocupaban espacio en el suelo ya no están. Eso ayuda a que entonces el agua comience a migrar hacia los espacios vacíos, dejando otros espacios, más superficiales, sin sustentación. El suelo se hunde, y se arman las fisuras.
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Foto: Niño Jesús Orbeta /PDI[/caption]
Lo más preocupante de toda esta situación es que no es primera vez que ocurre, ya que el se vieron fisuras en torno al Taal antes de sus erupciones de 1754 y 1911. La de 1911 fue violenta, y fue acompañada de la muerte de unas 1.300 personas.
Por ahora, la situación es preocupante. El PhiVolcs tiene al volcán en el equivalente a nuestra alerta roja, y no se descarta para nada que el Taal pueda producir una erupción muy explosiva, donde la de 1911 está como antecedente. Otra relativamente reciente ocurrió en 1965, que también mostró el poder destructivo de este sistema. Esta foto lo muestra generando flujos piroclásticos que viajan a través del mar, generando tsunamis locales.
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Foto: PhiVolcs[/caption]
Así que ahora nos queda esperar para ver qué va a ocurrir con este volcán. Hoy por hoy, se está deformando, el magma lo está alimentando, y podría darse una potente erupción en el futuro cercano. Las medidas de evacuación ya se tomaron, y el monitoreo está funcionando 24/7. Solo el tiempo nos dirá como se reaccionó frente a un evento que puede llegar a ser muy explosivo.
Cristian Farías Vega es doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania, y Director del Departamento de Obras Civiles y Geología de la Universidad Católica de Temuco. Semanalmente estará colaborando con La Tercera aportando contenidos relacionados a su área de especialización, de gran importancia en el país dada su condición sísmica.