Las desigualdades que quedan al descubierto en la pandemia

FOTO ALFONSO FERNANDEZ /AGENCIA UNO

La actual segmentación socioeconómica de los hogares de Chile se construye en función de variables sociodemográficas y económicas como el nivel educacional y el tipo de ocupación del principal sostenedor del hogar que junto con el ingreso per cápita equivalente recogen de mejor manera la heterogeneidad de los hogares en Chile y también abriendo la puerta a nuevos segmentos en crecimiento como “C1A, C1B”.

Esta metodología ha permitido una mayor variedad de escenarios socioeconómicos, pero también ha generado un mayor distanciamiento entre los grupos con mayor y menor poder adquisitivo, lo que se ha traducido en una mayor segregación territorial tanto a nivel país, como a una escala metropolitana e incluso comunal. Lo que podría explicarse como un aislamiento socioeconómico, principalmente a escala comunal dentro del Gran Santiago, que como sujeto de estudio presenta enormes disparidades dentro de un mismo conglomerado urbano.

Casen 2017 por ejemplo, muestra que el ingreso per cápita en Vitacura es en promedio 8 veces más alto que en La Pintana ($1.731.000 contra $220.000), o también que en Vitacura el 72% de los jefes de hogar tienen título universitario en comparación al 3% en San Ramón.

No es ningún descubrimiento distinguir la gradiente socioeconómica que existe hacia el sector oriente de la ciudad, como tampoco lo es entender las dinámicas territoriales que experimentan, principalmente los nuevos grupos aspiracionales, quienes han llevado un proceso de colonización territorial de zonas periurbanas no necesariamente aledañas al actual foco ABC1 (sector oriente), naciendo enclaves como Alto Macul, Pedro Fontova Norte, Ciudad De Los Valles, Lomas de Lo Aguirre, Hacienda El Peñón.

Ello podría explicar las conductas de movilidad diaria, donde los segmentos más altos, principalmente de comunas del sector oriente tienen una menor movilidad v/s segmentos más bajos de comunas del sur o poniente deben desplazarse mayores distancias.

La Encuesta Origen – Destino muestra que el movimiento promedio diario del segmento ABC1 de Vitacura es de 15 km (ida y vuelta al destino laboral), en comparación a los casi 24 km diarios que recorre una persona C3 promedio de Cerro Navia, o los 27 km que recorre el C3 en Puente Alto.

Desigualdades en la periferia

También hay que considerar a los segmentos altos que viven en comunas periféricas los cuales también presentan altos niveles de movilidad, un ABC1 de Pudahuel recorre 34 km diarios, un ABC1 de Puente Alto 35 km, un ABC1 de Maipú 40 km lo que indica que existe una disposición de movilidad (y los medios) en función de otros factores de calidad de vida que ya no se pueden encontrar en el centro de la ciudad o no se pueden alcanzar en el sector oriente (espacio, menos ruido, tranquilidad).

Estos datos se respaldan con el uso de automóvil por motivos laborales entre quienes tienen automóvil, donde en Vitacura un 77% de los viajes laborales se realizan en vehículo particular o un 79% en Lo Barnechea, en comparación al 39% de viajes en automóviles en La Pintana y el 36% en La Granja. Asimismo, en comunas como Peñalolén el 72% de los viajes realizados por el segmento ABC1 con motivo laboral corresponden a viajes en automóvil particular y solo el 37% para D entre quienes tienen automóvil. En Pudahuel un 52% de viajes del grupo C1A se realizaron en automóvil, en el grupo D solo un 23%. En Puente Alto un 54% de viajes del C1A se realizó en vehículo y solo un 9% en el D.

El aislamiento sociodemográfico que sufre el Gran Santiago ha hecho que lugares con transiciones más bruscas sean mirados con mucha imprecisión, sectores como Lo Hermida en Peñalolén, donde se produce un cambio socioeconómico rápido hacia el oriente o agrupaciones de sectores medios bajos en comunas del oriente como Cerro 18 en Lo Barnechea.

Es en estos lugares donde el factor densidad genera una distorsión socioeconómica. En Peñalolén, por ejemplo, una zona como Lo Hermida (segmento D) tiene una densidad de 71 hogares por hectárea, sin embargo, la zona aledaña hacia Tobalaba (Segmento ABC1) tiene una densidad de 30 hogares por hectárea, considerando que en ambas zonas el porcentaje de casas (sin edificación en altura) es superior al 85%.

La distinción actual de grupos socioeconómicos no solo ha involucrado variables como el ingreso, la educación o la ocupación, también ha correlacionado positivamente con una gran cantidad de elementos sociodemográficos generando un distanciamiento abismal entre variables que influyen en la calidad de vida. Por ejemplo, el 90% de los hogares AB tiene más de 60 m2 construidos. En los segmentos D y E estos valores solo alcanzan el 33% y el 25% respectivamente.

Por otra parte, un 24% de personas del segmento D ha presenciado alguna vez venta de drogas en la vía pública en comparación al 2% que lo ha presenciado en el segmento AB.

Sin duda la renovación urbana, sobre todo en el centro, donde los grupos más altos se fueron hace mucho ha generado una actividad inmobiliaria ascendente vinculada principalmente al arriendo y al máximo aprovechamiento del espacio generando 2 procesos que han tendido a diversificar el gse en el centro: rejuvenecimiento y llegada de inmigrantes en búsqueda de cercanía a los servicios y el empleo, pero a costa de viviendas más pequeñas y al mayor hacinamiento. En la comuna de Santiago el tamaño promedio de superficie construida de las viviendas es de 57,3 m2, en comparación a los 129 m2 en Vitacura o Los 111 m2 en Las Condes.

Edificio en Estación Central.

Se podría concluir que los segmentos más altos son más selectivos y son capaces de disponer tiempo o distancia en búsqueda de mejor calidad de vida, sin embargo, en los segmentos más bajos se observa una competencia territorial por el acceso a servicios y conectividad donde tampoco existe la capacidad de elección ni menos de disposición que se mantendrá e incluso empeorará si se continúan concentrando los servicios, el comercio y las actividades productivas en una zona específica (Alameda, Providencia, Apoquindo).

Las cifras y comparaciones expuestas anteriormente presentan una realidad que en los tiempos actuales solo ha servido para reafirmar que los grupos más altos tienen la capacidad de elección territorial y que la competencia en los grupos más bajos (se vive donde se puede) indica que, si llegan soluciones territoriales, estas llegan tarde y solo vienen a acrecentar la problemática del aislamiento socioeconómico.

* Magister en Geografía PUC

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