Hace algunas semanas recibí un correo electrónico escrito por la Condesa Amanda Feilding, fundadora y directora de la Fundación Beckley, una organización británica pionera en el estudio científico de las drogas psicodélicas. En este mail encontré dos fotos de una mujer anciana de ojos claros; en una de ellas, la mujer tenía una expresión aterrada y angustiada, mientras que en la otra se le notaba calma, sonriente, relajada. Amanda me explicó que esa mujer es una paciente con enfermedad de Alzheimer, y que entre la primera y la segunda foto tan solo hubo un régimen de microdosificación con LSD, uno de los compuestos psicodélicos más famosos.
Si bien este caso no es más que una anécdota, actualmente hay grandes esfuerzos invertidos en estudiar sistemáticamente el uso de los psicodélicos para atenuar el deterioro de las facultades mentales que se observa en pacientes con Alzheimer, y así poder mejorar su calidad de vida.
Actualmente, hay muy pocas opciones para su tratamiento, y quizás ninguna tan prometedora como los psicodélicos “clásicos”, tales como la LSD o la psilocibina. Estos compuestos son muy seguros en cuanto a salud física y mental, e incluso en dosis muy bajas ejercen efectos que podrían contrarrestar varios síntomas de la enfermedad.
Tanto la LSD como la psilocibina facilitan la formación de nuevas conexiones cerebrales (plasticidad), crucial para la recuperación de las funciones cognitivas; además, podrían catalizar el nacimiento de nuevas neuronas, reducir la inflamación asociada a la neurodegeneración en enfermedad de Alzheimer, elevar los niveles de metabolismo cerebral en regiones críticas, y -por sobre todo- mejorar las variables anímicas e inducir un estado subjetivo y duradero de bienestar. Es por la suma de estas propiedades, que Shlomi Raz (CEO y fundador de Eleusis, una empresa que investiga el uso de psicodélicos en neurología) ha afirmado que los psicodélicos podrían ser, hasta el día de hoy, el único tratamiento “multi-objetivo” para pacientes con Alzheimer.
Como muchos otros fármacos útiles en para la ciencia médica, la historia de los psicodélicos se encuentra salpicada por episodios de abuso y consumo problemático. Luego de décadas de prohibición, en los últimos años la valoración de estas drogas por la comunidad científica y médica ha dado un giro de 180 grados. Actualmente, los psicodélicos se consideran las drogas más prometedoras para el tratamiento de distintas enfermedades neuropsiquiátricas, motivo por el cual la Food and Drug Administration de EE.UU. ha designado a los psicodélicos dos veces como “breakthrough therapy”. Esta designación indica que el potencial de estas drogas es tan grande, que pueden acelerarse los procesos usuales de evaluación necesarios para que puedan salir al mercado.
Un primer estudio ya ha demostrado la seguridad de la microdosis de LSD en adultos mayores. En el Latin American Brain Health Institute (BrainLat) de la Universidad Adolfo Ibáñez hemos comenzado una colaboración pionera con la Fundación Beckley para estudiar el potencial de la microdosis en pacientes con deterioro cognitivo leve. A nivel mundial, todas las condiciones están dadas para que se realicen ensayos clínicos en pacientes con Alzheimer en los próximos años, algo que sin duda alguna sucederá pronto, y que podrá causar un gran impacto en la forma en que concebimos los tratamientos para esta enfermedad.
*Investigador BrainLat y profesor UAI