Las personas mayores son seres desvalidos

ESPECIAL 70 AÑOS LT: VERDADES QUE YA NO SON

Existe una creencia cultural de que los adultos mayores deben ser cuidados y protegidos como niños y que no pueden tomar sus propias decisiones. Se les ilustra con bastón. Todo eso se conoce hoy como “viejismo o edadismo”. Prejuicios que deben cambiar, advierten especialistas. Joe Biden representa el mejor ejemplo de la necesidad de cambiar la mirada: con 78 años será literalmente el líder más importante del planeta.


Definitivamente el humor es mucho más que risas. Ya no nos reímos de lo que se consideraba gracioso décadas atrás. Eso se debe a que muchos tópicos escondían prejuicios y discriminación. Chistes homofóbicos, machistas, racistas, entre otros, eran parte de rutinas de humoristas que por televisión hacían reír a muchos.

Pero hay un área en que las bromas persisten. Prueba también de que socialmente aún no se asume que es una discriminación. Son los chistes a la vejez.

Se apreció en las elecciones presidenciales en Estados Unidos. La edad del candidato Joe Biden (77 años), fue motivo de burlas. Se lo mostró de “avanzada edad”, cuando solo tiene tres años más que su competidor, Donald Trump. Esa dinámica se veía en videos en que Biden, por ejemplo, olvida parte de la Declaración de Independencia de ese país.

Foto: Reuters

¿Por qué olvidaría Biden algo? ¿Es porque es mayor? Esa lógica esconde un prejuicio. Un prejuicio que hace décadas tiene un nombre. Es el edadismo o viejismo. Que no es solo un asunto de bromas inocentes. Especialistas advierten, se da constante y cotidianamente como un maltrato multidimensional a envejecer.

Viejismo

En la década del 60, el gerontólogo estadounidense Robert Butler criticó esa discriminación social al envejecimiento. Escondida muchas veces en chistes y bromas, eran expresiones de “edadísmo” o “viejismo”, detalló. Términos que engloban a las actitudes basadas en prejuicios hacia las personas mayores.

En la literatura existe además el “viejismo implícito”, dice Agnieszka Bozanic, fundadora y presidenta de Fundación GeroActivismo. Son las actitudes negativas inconscientes hacia el envejecimiento. En mayor o menor medida, jóvenes, adultos y las mismas personas mayores, Bozanic dice, tenemos automáticamente pensamientos, sentimientos, acciones y decisiones influidas por esos prejuicios.

Las razones de eso es probable se encuentren en varios factores que inciden en el imaginario social. Está, por ejemplo, el temor a envejecer o las dificultades para asumir ese proceso. También está el temor a la muerte o "la valoración excesiva de la productividad laboral, entre otros”, apunta Bozanic.

Considerar como “desvalidas” a las personas mayores, dice Paula Cornejo de la Escuela de Psicología UAI, parte de la premisa que envejecer implica declive, menoscabo, fragilidad y conduce a mirar a las personas mayores como “niños”.

La infantilización es diaria, explica la psicóloga UAI. Se asume que no deben enterarse de cosas negativas y se les oculta la realidad. O se les considera incapaces de decidir por sí mismos. Ejemplos hay muchos. Todos llevan a adoptar actitudes asistencialistas, probablemente con la mejor de las intenciones, Cornejo dice, “pero que no resuelven ni crean las condiciones para generar soluciones a nivel estructural que contemplen las distintas realidades de las personas mayores”.

Grupo heterogéneo

Una vejez desvalida no representa la realidad de personas que, en su mayoría, más del 90%, son completamente autovalentes, añade Gerardo Fasce, presidente de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, “lo que se contradice completamente con el prejuicio socialmente instalado”.

Por falta de educación, de la cual somos todos responsables, admite Fasce, se ha creado una imagen negativa de la vejez. Con ella se deja de lado sus valores. La experiencia, la capacidad de resiliencia y adaptación, y su mejor manejo de los tiempos, que Fasce resalta hoy aplicar, “son muy necesarios por cómo está funcionando nuestra sociedad”.

Con esas actitudes “edadistas” se les atribuye características que no les pertenecen. Jenny Lowick-Russell, trabajadora social y directora de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, destaca que la mayoría son autovalentes y parte de una población activa. Participan en organizaciones. Tienen otra visión respecto a la vida. Y el síndrome del “nido vacío”, subraya, hace mucho dejó de ser un problema.

Pareja de personas mayores votando durante el pasado plebiscito.

Y eso no es todo. Se especializan, educan, siguen viajando, apoyando a otros y hacen voluntariado. Hablar de ‘desvalido’, Lowick-Russell aclara, es una condición de cualquier ser humano sin protección o que requiere ayuda. Sin embargo, todos hemos ido colaborando en considerar desvalidas y vulnerables a un gran número de personas mayores a la hora de entregarles servicios. “Distinto es hablar de personas mayores que históricamente han sido vulneradas en sus derechos”, dice.

Tal cómo Cornejo explica, si se cree que las personas mayores se aislan, no tienen motivación, que sus opiniones son irrelevantes, que son rígidos, que no saben administrar sus bienes, y una larga lista de etc., lo más probable es que en la vejez prevalezcan esas actitudes, “creencias que impactan en la valoración de mi identidad, en mi autonomía y en las relaciones con otros”.

Chile, como un país envejecido, uno de los con mayor expectativa de vida de toda América, no puede permitirse esa mirada, subraya Fasce. “En todas las universidades se debería enseñar gerontología, y para todas las carreras”, dice, para educar a los profesionales e ir generando una mejor conciencia del tema.

Con el edadismo se olvida que la vejez se está transformando en una de las etapas más largas de la vida. Y tal como plantea Lowick-Russell: “Imaginar que a uno lo puedan discriminar durante 20 años no es calidad de vida y no es el tipo de desarrollo que deseamos”.

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