A diferencia de otros virus, el virus del VIH tiene la capacidad de esconderse al interior de las células en distintos órganos. Esa es una de las razones por las que todavía no existe una cura definitiva para la enfermedad y los actuales tratamientos se enfocan en mantener la carga viral baja, es decir, que la presencia del virus en la sangre de las personas sea muy menor al punto de evitar su transmisión.
“Erradicar” completamente del cuerpo es una tarea difícil que a la fecha solo han logrado dos personas: Timothy Brown (”el paciente de Berlín) que recibió un trasplante de médula para tratar su leucemia, se curó del VIH y falleció en septiembre del año pasado debido a una recaída de su leucemia y Adam Castillejo (”el paciente de Londres) que también recibió un trasplante de médula y que ya lleva tres años curado del VIH.
Pero también hay casos en los que pacientes han logrado controlar el virus y hacer que sea indetectable en los exámenes de sangre que se le practican: son los llamados controladores de elite y post controladores. Los primeros, logran controlar el virus de manera natural (sin tratamiento) y los segundos, lo hacen luego de abandonar el tratamiento.
La doctora Isabel Cassetti, infectóloga de Helios Salud (el mayor centro ambulatorio infectológico especializado en VIH y hepatitis de Argentina) conoce de cerca a estos pacientes ya que en febrero de este año, se hizo conocida el caso de una mujer de 56 años, que luego de abandonar el tratamiento con antirretrovirales logró mantener el virus a raya.
“Hablar de la ‘cura’ del VIH es un concepto muy amplio. Hay dos tipos de cura: la de esterilización o erradicación que implica que no hay virus VIH ni en las células ni en la sangre como los pacientes que recibieron trasplante de médula y la cura funcional o remisión viral prolongada que son casos en los que no se encuentra virus en la sangre, pero podría quedar virus integrados a la célula no se encuentra virus. En estos casos, ese virus integrado, podría reactivarse en algún momento, pero también podría permanecer ahí sin cambios”, dice la especialista a Qué Pasa.
Se estima que los controladores de elite, representan menos del 1% de la población con VIH, mientras que aquellos considerados post controladores, representarían entre el 5 y el 15%. “Los controladores de elite, lo controlan solo, su propio sistema inmune hace que sus células CD4 permanezcan estables y sin rastros de virus en sangre. Los post controladores, son personas que se trataron, suspendieron su tratamiento pero siguen con sus cargas virales no detectables en la sangre. En ambos casos, potencialmente el virus podría reactivarse y volver, pero no sabemos con qué frecuencia. Podía incluso, no volver nunca”.
Lo importante, dice la doctora Cassetti, es que los pacientes que están hoy en tratamiento no lo pueden suspender por que sí. Si bien, hoy hay estudios que están haciendo que sus pacientes dejen el tratamiento, son investigaciones controladas.
“Para nosotros, casos como el que se conoció hoy, de una joven argentina controladora de elite, es importante porque abre una luz de esperanza en la búsqueda hacia la cura, pero son casos excepcionales, infrecuentes, pero los hay. La invetigación se basa en llegar a descubrir los mecanismos por los cuales estas personas ejercen control. ¿El sistema inmune? ¿Genética? ¿Características del virus? No lo sabemos todavía y por lo mismo, seguimos investigando”.
Caso publicado
En febrero de este año, se publicó el caso de una mujer, también argentina, una paciente post controladora. En esa investigación participó la doctora Cassetti. Fue bautizada como la “paciente de Buenos Aires”.
Se trata de una mujer de 56 años que lleva más de 12 años sin tratamiento y con el virus indetectable en sangre.
En 1996 se le diagnosticó VIH, y entonces estaba con sus defensas muy bajas y una alta carga viral por lo que se inició el tratamiento con antirretrovirales. “En este tiempo los tratamientos que habían eran más tóxicos y ella no los toleraba bien. Tenía un aumento de los triglicéridos, del colesterol. Se decidió suspender y sorpresivamente, en todos sus controles posteriores tenía carga viral no detectable”.
En un congreso, la doctora Cassetti y su equipo expusieron este caso e investigadores del Instituto de Salud de Estados Unidos (NHI, por sus siglas en inglés) se interesaron e iniciaron un estudio más grande. “Viajamos dos veces a Estados Unidos, le hicieron biopsia de ganglios, de intestino, se analizaron muestras de cerebro y la paciente seguía con supresión virológica. En estas muestras se encontró el virus pero no era replicativo, no tenía capacidad de replicarse en las células. Algo así como el esqueleto del virus, pero no el virus completo”, recuerda.
“La principal barrera para la cura del VIH es que el virus permanece en los reservorios de las células, al interior de las células. No lo podemos eliminar de ahí con los tratamiento actuales, por eso se analizan distintas estrategias de curas”, por lo que casos como los descritos, son necesarios de estudiar y seguir.