De los aproximadamente 1,4 millones de adultos que se identifican como trans en Estados Unidos, casi un millón son elegibles para votar. Pero según un estudio publicado por Williams Institute de la Facultad de Derecho de UCLA en febrero de este año, cerca de 42% de esos votantes podrían enfrentar barreras para emitir su voto en noviembre, porque no tienen una fot de identificación que coincida con su género o su nombre registral.

El riesgo de inhabilitación del derecho al voto es mayor en los 35 estados que requieren que los votantes muestren algún tipo de identificación en las urnas, desde facturas de servicios públicos hasta identificaciones con foto emitidas por el Gobierno en los estados más estrictos. Las leyes de identificación de votantes han proliferado desde 2006, aparentemente para prevenir casos de fraude electoral (algo extremadamente inusual).

Los críticos de los estrictos requisitos dicen que podrían terminar privando de sus derechos a los votantes latinos, negros y de bajos ingresos, así como a otros grupos vulnerables.

Derecho a voto

Legalmente, no se puede rechazar a los votantes por ser transg o no binarios, o por tener una foto desactualizada en su licencia de conducción (que sirve como documento de identidad en EE.UU.). Pero eso no impide necesariamente que los trabajadores electorales, ya sea por discriminación o una mala capacitación, cuestionen los derechos de los votantes trans si la foto o la identidad de género indicada en su identificación no coincide con su aspecto físico percibido. En un incidente de noviembre de 2019, por ejemplo, una mujer trans en Carolina del Norte informó que un trabajador electoral le exigió que presentara una identificación con foto, aunque la ley del estado aún no estaba en vigor.

Que un trabajador electoral ridiculice o simplemente llame la atención sobre la identidad de una persona trans podría provocar altercados perjudiciales, temen los defensores de los derechos de las personas trans. “Tal vez no se comprenda lo peligroso que es y cómo esto puede exponer a alguien”, dijo Kit Malone, defensora y educadora transgénero de la Unión Americana de Libertades Civiles de Indiana. “En una larga fila como las que se esperan este año, no se sabe quién está detrás de uno y no se sabe qué actitudes tienen”.

El riesgo de inhabilitación del derecho al voto para personas trans en Estados Unidos es mayor en los 35 estados que requieren que los votantes muestren algún tipo de identificación en las urnas.

Existe un mosaico de leyes estatales que rigen los pasos que deben tomar las personas trans para cambiar su información de identificación. En circunstancias normales, puede costar cientos de dólares. Las restricciones relacionadas con el Covid-19 han dificultado aún más el proceso.

Sin embargo, el estudio de Williams Institute fue realizado antes de que el Covid-19 cambiará el panorama de la votación —un panorama que trae nuevos desafíos, pero también algunas ventajas.

Ante un acceso ampliado a la votación por correo, en ausencia o de manera anticipada, los votantes trans podrían evitar por completo interactuar con trabajadores electorales. En 34 estados, incluidos los que tienen leyes de identificación con foto como Georgia y Wisconsin, el derecho a optar por el voto en ausencia se extendió a todos los votantes. En otros nueve estados, más D.C., a todos los votantes se les ha enviado directamente las papeletas de voto en ausencia. Al 26 de octubre, casi 60 millones de personas ya habían emitido sus votos, una cuarta parte de ellos votantes “nuevos o poco frecuentes”.

Al votar por correo, no hay que preocuparse por la falta de respeto. Sí es necesario asegurarse de que su registro esté bien, que su dirección sea la correcta, pero no hay que preocuparse de que algún trabajador electoral lo cuestione sobre su identidad”, dijo Mara Keisling, directora ejecutiva del Centro nacional para la igualdad trans. “Dado que eso ha aumentado mucho este año, probablemente esté ayudando a las personas trans. Y supongo que muchas personas trans están tomando esa opción, como una forma de mantener a raya los problemas”.

Discriminación

La amenaza de ser acosado o intimidado en las urnas podría disuadir a las personas de ejercer su derecho al voto. Cuando el Centro Nacional para la Igualdad Trans realizó una encuesta a más de 27.000 personas trans en 2015, halló “patrones inquietantes de maltrato y discriminación”, junto con tasas elevadas de acoso y violencia.

Aunque el grupo no preguntó específicamente sobre el derecho al voto, encontró que de las personas que reportaron necesitar atención médica en el año anterior, 23% reportó evitar recibirla por temor a discriminación o falta de respeto en el consultorio médico. Estos mismos cálculos de riesgo podrían mantener a los votantes trans alejados de las urnas, especialmente en un año en el que el presidente Donald Trump ha alentado a sus partidarios a votar de manera presencial y cuando la amenaza de intimidación por parte de milicias armadas tiene a muchas ciudades al límite.

“Las técnicas de supresión de votantes que está utilizando el liderazgo republicano actual y el propio presidente, no se tratan de desafiar a la gente en los lugares de votación. Se trata de lograr que la gente no salga a votar”, dijo Keisling. “Eso afecta a las personas trans probablemente más que a otras personas”.

Este año, al menos 33 personas transgénero y no conformes con su género han sido asesinadas en EE.UU., según la Campaña de Derechos Humanos, batiendo un récord de violencia. Las mujeres negras y latinas han sido blanco de manera desproporcionada.

“Lo que enfrentan las personas trans negras en las urnas es en realidad lo que enfrentan las personas trans negras incluso antes de llegar a las urnas”, dice Elle Hearns, directora ejecutiva de Marsha P. Johnson Institute, que aboga por los derechos humanos de las personas trans negras. “Los problemas relacionados con la obtención de una identificación y la obtención de identificaciones que afirmen el género o el nombre elegido son algunas de las barreras que existen en todo el país, incluso antes de las elecciones”. Allí donde se evidencia un intento de supresión de votantes de color, como en Georgia y Ohio, también se verá la supresión de votantes trans de color, dice Hearns.

Dejando a un lado las amenazas de intimidación, acoso o desafíos de identificación, los votantes trans enfrentan muchas de las mismas barreras para votar que las personas cisgénero, dijo Jody Herman, académica en políticas públicas y coautora del estudio de Williams Institute.

Las personas trans tienen más probabilidades de inseguridad de vivienda, y una de cada cinco ha vivido en la calle en algún momento, según el Centro nacional para la igualdad transgénero. Esto podría vulnerabilizarlas y facilitar que sean eliminadas de las listas de votantes. También tienen más probabilidades de ser encarceladas o de haber estado encarceladas anteriormente.

“Los niveles de pobreza son altos en las personas trans, la falta de vivienda y el desempleo son altos y se ven agravados por las condiciones económicas actuales”, dijo Malone de la Universidad ACLU de Indiana. “Eso hace que tengan menos posibilidades de hacer cosas como tomarse una mañana libre del trabajo para hacer una fila muy larga”. Si bien los estados de tendencia republicana como Kansas, Mississippi y Tennessee tienden a tener leyes de identificación más estrictas que los de tendencia demócrata como California, Keisling dice que los riesgos de sufrir discriminación varían según los puntos de votación individuales, ya que los trabajadores electorales pueden ser “infamemente idiosincrásicos”.

En Texas, por ejemplo, hay aproximadamente 78.600 personas trans elegibles para votar, de las cuales 60% no tiene una identificación con su nombre correcto o marcación de género, según el estudio de Williams Institute. Allí, los trabajadores electorales de Austin podrían ser más comprensivos que los de un pueblo rural más pequeño y menos progresista.

En California, el estado con la mayor población trans elegible para votar y sin leyes de identificación para el voto a nivel estatal, Williams Institute estima que 31% de los votantes trans no tienen identificaciones precisas. Existe la posibilidad de que un trabajador electoral rechace a un votante cuyo nombre tradicionalmente masculino no coincide con su apariencia, dijo Herman.