Antes del anuncio del futuro gabinete, en el Museo de Historia Natural, el nombre de Maisa Rojas ya era uno los más recurrentes para Medio Ambiente. Desde que declaró su apoyo a Gabriel Boric en segunda vuelta, la directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 tomó una especial relevancia en la esfera pública, por lo que su nombramiento fue celebrado por distintos actores.
La autora del último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, dependiente de la ONU), donde se establece que las consecuencias del cambio climático son irreversibles, llega convencida en el rol que deberá asumir su Ministerio, encargado de liderar el cambio hacia un gobierno ecologista, una de las grandes promesas de Boric.
¿Cuáles son las metas para sus primeros 100 días en el cargo?
Hay varias prioridades Una es aprobar la Ley Marco de Cambio Climático, aunque espero que ya esté aprobada cuando asumamos. La otra, que no sé si se pueda conseguir en ese 100 días, es la aprobación del Servicio de Biodiversidad Protegida, para comenzar a trabajar en el cuidado de la biodiversidad y las áreas protegidas. Pero lo más urgente, es lograr coordinar el trabajo entre ministerios y así ser, realmente, un gobierno ecologista. Este ministerio debe ser transversal.
¿Medio Ambiente será protagonista?
Enfrentar el cambio climático requiere de un enfoque sistémico y eso es un proceso que debe estructurar y pensar de una forma bien distinta a la que llevamos hasta ahora. Hay varios desafíos. Creo que muchos serán abordados en la nueva Constitución, pero independiente de eso, tenemos que comenzar por sentarnos a dialogar para llegar a una transición justa.
¿Qué viene a ser la “transición justa”?
Lo que queremos lograr es asignar equitativamente los costos que va a traer la mitigación y adaptación al cambio climático, y también los beneficios, para proteger a los individuos y a los territorios que son más vulnerables y que históricamente han sufrido los costos. Es resguardar los intereses de las generaciones futuras. Justicia intergeneracional, eso es. Es no seguir repitiendo las inequidades existentes que nos tienen en esta crisis.
¿Para este cambio se necesitaba a una experta como usted?
Muchas veces vemos que hay ministros que son expertos en su sector y otras veces se pone a alguien que es político en el sector, y yo no creo que por ser cualquiera de las dos estrategias sea mejor o peor. Yo creo que para ser exitoso uno requiere de ambas cosas. Yo no siento que solo por el hecho de ser experta me irá mejor que a otro ministro o ministra que no haya sido experto en el tema. Porque efectivamente se trata de generar diálogo, de generar confianza, y de poder permear el tema del medioambiente y el cambio climático en los otros ministerios, y yo tengo súper claro que ese es un rol súper importante. Entonces, espero poder desarrollar habilidades políticas que por ahora no tengo, pero en general soy alguien que es buena para el diálogo. Me ha tocado coordinar grupos muy diversos de personas. No a este nivel, pero por personalidad creo que sí soy alguien que sabe escuchar y le doy valor a la importancia del diálogo.
¿Se está preparando al respecto, como por ejemplo asesorarse con algún político o leyendo algo?
He estado conversando, pero es que yo tengo que aprender de muchas cosas. Igual conozco algo el Ministerio de Medio Ambiente, especialmente su oficina de cambio climático, pero ahora tengo que entender bien qué hacen los otros ministerios. Tengo que aprender de administración pública, tengo que aprender de legislación ambiental -tampoco soy abogada-, así que hay muchas áreas de las cuales tengo que aprender. Un curso rápido de muchas cosas.
¿Usted participó en la elaboración del programa de gobierno?
Para la segunda vuelta, sí. Pero lo que hicimos ahí fue priorizar algunos temas. Tratamos de darle un poco más de contenido a algunas cosas. Fue un trabajo más bien colaborativo.
Le quería hacer unas preguntas sobre el programa. Por ejemplo, se plantea crear un sistema nacional de gestión de aguas. ¿En qué consistirá?
Eso tiene más que ver con el MOP (Ministerio de Obras Públicas). Espero estar involucrada, obviamente, pero por ahora es MOP.
¿Cómo será la “estrategia de adaptación a la crisis climática?
Eso de todas maneras. Es tanto mitigación como adaptación. Nuevamente estos son temas transversales y se trabajan con los distintos ministerios. Necesitamos un nuevo plan de adaptación. De alguna manera están los lineamientos en un instrumento que se trabajó en los últimos dos años, que es la estrategia climática de largo plazo. Y lo que corresponde ahora es que los distintos ministerios y sectores propongan ya medidas concretar de cómo lograr las adaptaciones necesarias en sus sectores. Y además de eso, vincularlo con la parte regional. En la parte de adaptación, es muy evidente que dado que nuestro clima es muy distintos y las diversas regiones del país, las consecuencias del cambio climático también tienen una diversidad bien grande.
¿Estima que cada comunidad debe buscar la mejor manera de solucionar sus problemas?
Claro, se debe tener una bajada territorial.
El hidrólogo Pablo García dijo, en una entrevista con La Tercera, que no es tan rentable gastar dinero en embalses, pues la nieve se va a acabar. Y el programa de Gabriel Boric propone una gestión de embalses. ¿Cree que esa es una buena política?
Yo creo que en el caso del agua, no hay una solución y vamos a tener que tomar una decisión a nivel territorial. En algunos casos hará sentido un embalse, en otros una desaladora. Tenemos 101 cuencas en Chile, así que la solución de una cuenca probablemente no podrá ser reproducible hacia otra cuenca. Por eso es tan importante tomar estas decisiones con todo el abanico que está a nuestra disposición, pero que tengan una lógica territorial.
¿Podría ser una solución desalar en Valparaíso, donde queda reserva de agua hasta mayo?
No conozco ese caso en particular, pero desde la VI Región hacia el norte tenemos una cordillera muy alta. Entonces, lo que llueva en invierno generalmente cae como nieve y esos son nuestros embalses naturales. Lo que pasa es que ha estado ocurriendo dos cosas: han disminuido las precipitaciones y han aumentado las temperaturas. Entonces, es cada vez más probable que cuando llueva caiga como agua y no como nieve. Por eso es que el embalse es como una idea artificial de retener esa agua. Esa es la lógica del embalse, pero si ya no llueve nada no hay nada que guardar. A mí lo que me preocupa es no engañarnos con que existe una sola solución. Y de que el tema es solamente tecnológico. Creo que eso sería un grave error. Es no entender la magnitud del problema. Esto es gestión, es gobernanza, es tecnología, es infraestructura, es educación, es una lógica de tomar decisiones de cómo se reparte el agua de manera distinta, etc.
¿Es necesario también cambiar la forma en que piensa el ciudadano?
También puede ser importante, porque en algunos casos estamos enfrentados a una transformación inevitable que, por ejemplo, significa dejar de realizar un tipo de agricultura que estábamos acostumbrados a tener. Y ese cambio es naturalmente resistido, entonces para eso hay dos elementos importantes. Uno es el diálogo para entender lo que está ocurriendo y otro es la educación, para entender y aceptar lo que está ocurriendo.
¿Cuál es su postura con la salmonicultura y con la pesca industrial?
Yo creo que son dos ejemplos en la cual esta actividad económica tiene que realizarse de acorde con los límites ambientales y sociales que existen en los territorios en los cuales se emplaza.