La Navidad es sin duda una de las celebraciones favoritas de los más pequeños, en gran parte por el tradicional intercambio de regalos que tiene lugar en la mayoría de las familias. Los populares muñecos de acción de moda, bicicletas, patines, consolas de videojuegos e incluso objetos electrónicos (como tablets, celulares y computadores) son parte de la lista interminable de peticiones que los niños hacen en sus cartas al "Viejito", la mayoría de las veces sin tener conciencia del presupuesto familiar.
Ante esto, muchos padres intentan llenar las expectativas de sus hijos, sobre todo si se les ha dicho que "si se portan bien" el Viejo Pascuero los compensará. En ese sentido, nunca hay que olvidar que los regalos son un gesto de cariño y no un deber, por lo tanto el criterio y la responsabilidad de regalar es de los adultos. Si un niño pide un presente que no podemos hacer o no queremos hacer, se le tiene que informar del hecho con cariño y firmeza, y no tenerle miedo a la frustración que el niño pueda tener", enfatiza.
La frustración de los hijos está directamente ligada al mensaje que transmite el adulto respecto del regalo y el nivel de ansiedad que le provoque la reacción del niño. Es por ello que ante la inevitable frustración, es recomendable acoger y contener emocionalmente, evitando dar justificaciones o excusas, ya que a la larga dan poder al niño de exigir más.
Además, es clave tratar siempre de valorizar el regalo recibido, destacando lo positivo y el cariño que hay detrás del presente. Un niño puede pedir todos los regalos que quiera, pero son los padres quienes tienen la libertad y el derecho de elegir cuales regalar. Los padres más seguros, claros y estables, sentirán menos presión, mientras que aquellos inseguros, culposos o ansiosos, pueden caer en la presión y creer que mientras más caro o mayor cantidad, más quieren a sus hijos, o más culpas y deudas se pagan.
Se debe enfatizar en el rol educador de los padres por sobre las modas o tendencias de la industria del juguete. Educar a sus hijos con los valores e ideales propios es un deber y un derecho que todo padre tiene, por lo tanto el tema no pasa por imponer, sino trasmitir y enseñar valores familiares, sociales o religiosos, de acuerdo a las creencias de cada familia.
* Psicólogo de Clínica Santa María, Juan Pablo Westphal.