EL cambio climático que está afectando al planeta ha aumentado la cantidad de marejadas, una situación que impacta a muchas especies marinas. La mayoría de los estudios sobre cambio climático en ambientes marinos se centran en el incremento de la temperatura y las modificaciones en la disponibilidad de recursos, pasando por alto otros efectos, como la ocurrencia de marejadas.
En Chile, un nuevo estudio plantea que existe un aumento de crías de lobos marinos varados en las costas, presumiblemente, debido al aumento en la frecuencia e intensidad de las tormentas costeras.
Para validar esta asociación, un grupo interdisciplinario de científicos de la Universidad de Valparaíso y de la Universidad de Concepción, construyeron una base de datos de los últimos diez años de oleaje, junto al registro de crías de lobos marinos varadas en la lobería de Cobquecura en la Región de Ñuble; la colonia reproductiva más grande del centro-sur de Chile.
Los expertos contaron y midieron un total de 541 crías vivas varadas, es decir - crías removidas de la colonia y arrastradas a la playa más cercana - durante un período de diez años. La mayoría de ellas, machos y hembras, se registran entre mediados de enero y mediados de febrero. En general, el número de crías varadas aumentó alrededor de 10 crías por año durante la última década.
La potencia de las marejadas
De acuerdo a la bióloga marina Maritza Sepúlveda, académica de la Universidad de Valparaíso e investigadora de CIGREN, la temporada de cría para los lobos marinos ocurre durante los meses de enero y febrero. Durante ese período, las crías son débiles y permanecen en la colonia durante al menos uno o dos meses, debido a sus bajas capacidades de locomoción en el mar. “Es justamente, en el momento de la vida temprana cuando las crías pueden ser arrastradas por las olas y alejadas de sus madres, lo que las hace extremadamente vulnerables al varamiento y al hambre”, explica la experta.
Mediante modelaciones de oleaje local, los científicos concluyeron que las marejadas con una potencia sobre un umbral de 100 m2/s explican las varazones masivas, en tanto que con marejadas menores esta relación no es tan clara, y las varazones se explican por otros factores. “Los umbrales de energía de las olas permiten predecir cuándo las crías recién nacidas se verán más afectadas por las tormentas costeras y en combinación con pronósticos locales de oleaje, podrían ayudar a las instituciones a desarrollar políticas de manejo de especies en riesgo en Chile.”, asegura Patricio Winckler, académico U. de Valparaíso e investigador de CIGIDEN.
El experto en ingeniería costera, realizó la investigación junto a Maritza Sepúlveda, César Esparza, Ingeniero Civil Oceánico de la UV y los expertos de la Universidad de Concepción, Renato Quiñones, y Pablo Carrasco. El estudio llamado “Vulnerability of a top marine predator to coastal storms: a relationship between hydrodynamic drivers and stranding rates of newborn pinnipeds”
Megafauna marina
Maritza Sepúlveda indica que las tormentas afectan a la megafauna marina de diferentes maneras, como la destrucción del hábitat y el mayor riesgo de varamientos, siendo las especies costeras particularmente vulnerables. "Para los pinnípedos (focas, lobos marinos y morsas), la selección del sitio se basa en la proximidad a áreas de alimentación favorables y en la disponibilidad de terreno que permita el acceso y la salida durante las alturas variables de las mareas.
Para las colonias reproductoras en particular, por lo tanto, la protección contra el viento y las olas también juega un papel crítico en la selección del sitio, ya que las crías tienen una mejor oportunidad de sobrevivir en sitios protegidos con protección térmica favorable. De hecho, indica la bióloga, la mortalidad neonatal significativa en crías de lobos marinos de la lobera de Cobquecura, durante los meses de enero y febrero, puede ser el resultado de marejadas, porque las crías de menos de tres meses de edad no pueden nadar de manera autónoma.
Los lobos marinos, explican en el artículo científico, son una especie que se puede encontrar en varias colonias a lo largo de la costa chilena con una abundancia total de casi 130.000 mil individuos, por lo tanto, está clasificada como una especie de preocupación menor, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Es un importante depredador superior en los ecosistemas marinos y desempeña un papel importante en la estructura de relaciones tróficas en las redes alimentarias.
«En un contexto de cambio climático, esperamos un aumento del nivel del mar y de las marejadas en la medida que avance el siglo. Ello puede tener impactos en especies de poca movilidad, que serán sometidas a condiciones más hostiles», advierte Patricio Winckler. La bióloga Marina, agrega, que presumiblemente estos cambios ambientales pueden afectar su comportamiento –obligándolas a desplazarse a otras localidades donde las condiciones ambientales garanticen su bienestar, por ejemplo– o su crecimiento poblacional, causando disminuciones de abundancias en un mediano plazo.
El estudio fue publicado en la Revista Scientific Reports de Nature. La investigación fue parte del Programa de Investigación Marina de Excelencia (PIMEX) de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción, financiado por Celulosa Arauco y Constitución S.A.