Búfalos gigantes, extraños insectos y marsupiales: impresionante hallazgo de más de mil fósiles en Aysén

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Antigua ilustración de un par de Nesodon por Charles R. Knight.

Liderado por Juan Enrique Bostelmann, paleontólogo de la Universidad de Austral, la campaña encontró vestigios con gran valor científico y patrimonial, correspondientes a restos de plantas, invertebrados y vertebrados de distintas edades, que abarcan los últimos 150 millones de años.


Más de 1.000 nuevos especímenes fósiles se han incorporado a los tesoros paleontológicos del Museo Regional de Aysén gracias al programa FNDR “Fomento Productivo Recursos Geológicos de la Región de Aysén”. Se trata de vestigios con gran valor científico y patrimonial, correspondientes a restos de plantas, invertebrados y vertebrados de distintas edades, que abarcan los últimos 150 millones de años, procedentes de diferentes localidades de la región.

Estas piezas se suman a la nueva colección de rocas y minerales y al material de divulgación audiovisual y digital de libre acceso logrados en esta iniciativa que fue ejecutada por la SEREMI de Minería de Aysén con financiamiento del Gobierno Regional y la participación del Museo Regional de Aysén.

Juan Enrique Bostelmann, paleontólogo de la Universidad de Austral, quien lideró la campaña, revela que este programa ha sido un esfuerzo conjunto entre el Estado, las comunidades y el equipo de especialistas, donde nos propusimos rescatar y fomentar nuevos usos productivos sustentables del patrimonio geo-paleontológico regional. “La propuesta se ancló en nuestra SEREMI de Minería, con colaboración del Museo Regional de Aysén y fue financiada por el Gobierno Regional a través de un fonde del FNDR. Una de la líneas de trabajo central fue la generación de productos de divulgación referidos al patrimonio geológico y paleontológico, que prontamente estarán a disposición de todos, y muchas charlas y capacitaciones que desarrollamos junto a diversos actores locales”.

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Depósitos fosilíferos en Pampa Castillo, Sector El Furioso, Parque Nacional Patagonia, Aysén. Créditos de la imagen: Enrique Bostelmann.

En el caso de los fósiles, añade, “estos extraordinarios hallazgos superaron nuestras expectativas tanto en cantidad como diversidad. Actualmente, estamos concluyendo el proceso de clasificación de todos los restos, y en paralelo, vamos avanzando apoyados por los colegas del Consejo de Monumentos Nacionales, en resolver las formalidades para el ingreso de las colecciones”.

Si bien de momento no tenemos un recuento final de todos los ejemplares que hemos colectado durante la ejecución del programa, “lo relevante es que pudimos caracterizar, catalogar e ingresar 1.000 nuevos especímenes a las colecciones del Museo Regional de Aysén. Esto incluye restos de plantas, invertebrados marinos y varios vertebrados, especialmente mamíferos. Con un número tan alto y diverso de ejemplares es difícil señalar cuál o cuáles son los más importantes, sin embargo, las nuevas especies, es decir aquellas que se presentan por primera vez al conocimiento mundial, tienen claramente una relevancia especial. Podría destacar, por ejemplo, los restos de mamíferos muy pequeños, como marsupiales similares al actual Monito del Monte. Se trata de mandibulitas con dientes de menos de 2 mm de largo, entre los que hemos identificado una nueva especie que esperamos presentar muy pronto”, señala Bostelmann.

También hay restos de animales que, si bien ya eran conocidos, ahora están mejor representados por materiales más completos. “Por ejemplo, los grandes toxodontes como Nesodon imbricatus o Palyeidodon obtusum, animales extintos exclusivos de Sudamérica con dimensiones similares a un toro o un búfalo, que vivieron hace 17 millones años conformando grandes manadas como lo hace hoy el bisonte en las praderas de Norteamérica”, señala.

Otro hallazgo fascinante son los cientos de nidos y cámaras pupales fósiles de insectos, como los escarabajos peloteros, los que abarcan un rango de entre 40 a 15 millones de años atrás. “En fin, las montañas guardan en sus rocas la historia de la Tierra como si fueran un libro y gracias a ellas y a los fósiles podemos entender la naturaleza cambiante de los territorios y saber, a modo de ejemplo, que hace 20 millones de años prácticamente toda la Patagonia al este de la Cordillera de los Andes era el fondo del Océano Atlántico. Todos estos descubrimientos nos van permitiendo dimensionar la importancia que tuvo la cordillera y sus procesos de alzamiento en la configuración de un espacio dinámico de generación y diversificación de especies y ecosistemas. Es ciertamente un fascinante viaje en el tiempo”, añade el investigador.

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Equipo de trabajo en Pampa Guadal, Parque Nacional Patagonia. Créditos de la imagen: Raúl Ugalde.

Hallazgos de nivel mundial

Bostelmann explica que no es habitual descubrir lugares con tanta diversidad y cantidad de organismos fósiles. “En general, los yacimientos con invertebrados marinos suelen presentar altas abundancias, pero no ocurre lo mismo con los fósiles de vertebrados terrestres y por ello estos descubrimientos nos enorgullecen mucho. Hemos tenido la suerte de recuperar centenas de buenos restos de mamíferos, aves y reptiles, estos últimos extremadamente difíciles de encontrar en nuestra Patagonia”.

Agrega que el registro incluye desde animales gigantes que alcanzan las dimensiones de rinocerontes, hasta formas pequeñas que no son más grandes que los dedos de mi mano. “En Chile hay importantes yacimientos paleontológicos ubicados en Caldera, en la Región de Atacama, Tagua-Tagua en O´Higgins o las zonas del Valle del Río Las Chinas y Sierra Baguales, en Magallanes, los que nos han entregado muchos fósiles increíbles. Con nuestro trabajo logramos colocar algunos sitios de Aysén a la par de estos grandes yacimientos, en especial los depósitos ubicados al sur del lago General Carrera en el Parque Nacional Patagonia, que son de los más diversos de nuestra región”.

La ejecución del programa consideró 36 meses, reconoce el científico, “pero el trabajo de campo se concentró en los meses de verano, ya que la nieve cubre la alta montaña y sencillamente impide el acceso a las localidades. Nuestra ventana de trabajo en el terreno es muy reducida y climáticamente inestable, estos son los aspectos más desafiantes del trabajo acá en la Patagonia”.

Por tanto, “concentramos de forma intensiva el trabajo de campo y durante el año nos dedicamos al largo proceso de estudiar cada material, caracterizarlo, catalogarlo y preparar una publicación científica que debe ser revisada por pares internacionales, a fin de validar frente a la comunidad científica mundial todos estos descubrimientos. También nos dedicamos a realizar muchas actividades con la comunidad como charlas, presentaciones o capacitaciones, y naturalmente a desarrollar algunos productos para la divulgación más masiva de nuestros resultados”, agrega.

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Hueso de un pequeño ungulado nativo sudamericano de hace 17 millones de años atrás. Pampa Guadal, Parque Nacional Patagonia. Créditos de la imagen: Enrique Bostelmann.

Hemos sostenido que estos hallazgos son de nivel mundial, en primer lugar, por el elevado número de nuevas especies descubiertas, las que de momento están en proceso formal de publicación, reconoce Bostelmann. “En segundo lugar, porque hemos podido identificar nuevas localidades fosilíferas que cubren ventanas temporales que eran desconocidas y que vienen a llenar antiguos vacíos en el conocimiento que teníamos sobre el territorio. Una tercera razón es que tenemos una representación diversa y abundante de especímenes que, por ejemplo, nos permite profundizar en la reconstrucción de los ecosistemas en los que habitaban los organismos; ver cómo les afectaron los cambios climáticos y la evolución de la cordillera a lo largo de millones de años”.

Entender, por ejemplo, cómo se fue reduciendo a lo largo de los siglos la extensión geográfica del bosque Patagónico, que cruzaban desde el océano Pacífico al Atlántico, antes que la Patagonia oriental se convirtiera en la actual estepa templada semi desértica que conocemos. “A través de estos nuevos descubrimientos recuperamos algunas páginas que creíamos perdidas del libro de la historia de la vida. También son relevantes en cuestiones contingentes del presente. La comunidad científica internacional ha comprendido que para entender el futuro del cambio climático que afecta al planeta necesariamente debemos observar el pasado. El registro de Aysén permitirá ayudar en la modelación de estos procesos a escalas temporales más amplias, que justamente son algunos de los datos que más necesitamos. La impresionante potencialidad futura de estos descubrimientos aún está por dilucidarse cabalmente”, señala.

Hay otro punto que quisiera destacar, sugiere el científico en la entrevista. “Como líder de esta investigación estoy muy orgulloso del grupo humano que hemos formado junto a mi colega, el profesor Raúl Ugalde, y las oportunidades que se han construido para que estudiantes y profesionales jóvenes puedan aportar a la comunidad. Ellos son fundamentales en este trabajo, el que realizan con motivación y mucho aguante para excavar en alta montaña, donde el clima extremo y las dificultades logísticas son frecuentes. A lo largo de estos tres años, varios jóvenes han realizado investigaciones, pasantías y tesis, incluyendo geólogas y geólogos aiseninos, quienes han puesto sus talentos y conocimientos al servicio de la región. Hemos generado igualmente vínculos con colegas en Argentina y Estados Unidos, lo que tributa al fortalecimiento de la colaboración internacional desde Aysén al mundo”.

Próximos desafíos y objetivos

Bostelmann establece que no hay ninguna duda de que aún queda muchísimo por hacer en lo que respecta a la colecta y rescate de fósiles en nuestra región. “De hecho, nuestro trabajo solo ha comenzado a dar cuenta de la sorprendente diversidad fosilífera de estos territorios patagónicos. Hay también otros desafíos fundamentales que encarar más allá de las investigaciones científicas y tienen que ver con la divulgación masiva de todo este enorme patrimonio y su puesta en valor para el beneficio directo de nuestras comunidades”.

Para poder continuar, adiciona, “hemos presentado un nuevo proyecto al Gobierno Regional orientado a fortalecer la difusión y el traspaso de los conocimientos de todo este fabuloso patrimonio a las distintas comunidades que conviven con él diariamente. También deseamos realizar el rescate de aquellas piezas de tamaño gigantesco que demandan una logística mucho más compleja, como por ejemplo los esqueletos de grandes animales o troncos fósiles de enormes dimensiones, que pueden llegar a pesar más de una tonelada. Igualmente, con este nuevo proyecto esperamos suplir la urgente necesidad de un laboratorio de preparación de fósiles que nos permita realizar todos los trabajos mecánicos complejos en Aysén, sin que los restos deban abandonar la región. Esperamos con ansias la posibilidad de volver a trabajar en todos estos aspectos”.

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Mandíbula del toxodóntido Nesodon imbricatus en el momento de su rescate. Créditos de la imagen: Enrique Bostelmann.

Estamos enormemente agradecidos con el Gobierno Regional de Aysén que ha confiado en nuestro trabajo y facilitado los recursos para poder llevarlo a cabo, reconoce. “Hemos realizado decenas de actividades de divulgación, siempre tratando de exponer esta información de una manera didáctica y lúdica al público, y especialmente a niños y jóvenes que son “semillas” de científicos para nuestro país. También hemos llevado adelante múltiples espacios de capacitación para profesores, autoridades sectoriales como por ejemplo aduanas y por supuesto a los operadores turísticos en diversas localidades como Puerto Guadal, Puerto Tranquilo, Cerro Castillo, Chile Chico, etc., siempre buscando actuar como un apoyo para la mejora de sus productos turísticos y las experiencias de los visitantes”.

Bostelmann reconoce que Aysén es una región compuesta mayormente por bosques y montañas, un verdadero privilegio para geocientistas y amantes de la naturaleza. “Prácticamente la totalidad de nuestros visitantes vienen a disfrutar de estas particulares bellezas, que son en su gran mayoría elementos directamente vinculados al geo-patrimonio como lagos, glaciares, valles y montañas. Para nosotros es central seguir difundiendo estos conocimientos durante los próximos años en paralelo a la presentación formal de los nuevos hallazgos paleontológicos”.

A partir de ello podemos soñar con nuevas oportunidades para aportar al impulso de la economía regional, impactando directamente en el turismo de intereses especiales, que es un motor activo del desarrollo territorial. “También se puede pensar en la generación de nuevas marcas y conceptos comerciales con identidad local que puedan inspirarse e incluir a nuestros fósiles y otros elementos particulares de este geo-patrimonio. Es un lindo desafío para trabajar con diversos actores, y queremos ser parte de esta propuesta que mira directamente hacia el futuro, señala.

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