Más de 1.400 imágenes: inéditas fotos muestran cómo era la cordillera de los Andes hace 100 años

Más de 1.400 imágenes: inéditas fotos muestran cómo era la cordillera de los Andes hace 100 años. Foto: Donación DAV a la colección Museo Histórico Nacional.

Tomadas a inicios del siglo XX, el material se encontraba en placas de vidrio, y da conocer cómo era el cordón montañoso en esa época.


Un inédito registro patrimonial muestra cómo fueron los orígenes del montañismo en Chile, y por ende, cómo era la cordillera de los Andes a principios del siglo XX.

Se trata de más de 1.400 fotografías preservadas en placas de vidrio y capturadas por miembros del Club Alemán Andino de Santiago (DAV Santiago), quienes exploraron la cordillera a pie, a caballo y en esquí, logrando ascender varias de las emblemáticas cumbres que a principios del siglo XX aún seguían inexploradas.

Con el fin de resguardar y poner a disposición del público y las futuras generaciones este material, en 2016 deciden donar las placas de vidrio que se encontraban en antiguas cajas de madera, a la colección del Museo Histórico Nacional (MHN), quienes realizaron copias digitales de las placas originales en positivo.

Más de 1.400 imágenes: inéditas fotos muestran cómo era la cordillera de los Andes hace 100 años

Y ahora, el resultado de este trabajo esta disponible en la muestra El llamado de la montaña. Pioneros de los Andes centrales (1927-1942), disponible entre el 8 y el 30 de junio, en el Centro Cultural Las Condes (Nuestra Señora del Rosario 30), con entrada liberada.

Un grupo de montañistas alemanes en la década del 30’ exploran encordados un conglomerado de rocas en el sector de Torrecillas del Manzano, Cajón del Maipo. Crédito: © Donación DAV a la colección Museo Histórico Nacional.

Los registros fueron tomados por miembros de la colonia alemana a principios del siglo pasado, montañistas y fotógrafos aficionados que –motivados por el espíritu de conquista de las zonas remotas de la época– alcanzaron importantes hitos geográficos de la zona andina central, como el cerro Marmolejo (1926), Mesón Alto (1929), San Francisco (1931), Cortaderas (1932) y Aconcagua (1932), entre muchos otros relevantes primeros ascensos y excursiones inéditas.

“Estas fotografías son un registro único e irrepetible de los inicios del montañismo en Chile. No existe en Chile otro registro parecido de esa época. Por el número y calidad de las fotografías, se trata de un legado enorme que debe ser preservado y dado a conocer para entender cómo se ha desarrollado el montañismo en Chile desde sus inicios hasta la actualidad”, sostiene Álvaro Vivanco, presidente del DAV.

Álvaro Vivanco y Eduardo Quezada revisan las placas de vidrio en la biblioteca del Club Alemán Andino. Crédito: © Donación DAV a la colección Museo Histórico Nacional.

En la época en que estas fotografías fueron tomadas, la cordillera era un territorio desconocido al que muy pocos habían ingresado. “Apenas aparecían las grandes montañas en las cartas de la época y sólo se sabía su nombre y ubicación y altitud aproximada. El haberse internado en la cordillera ya era un acto de gran coraje, pero hacerlo consiguiendo llegar hasta las grandes cumbres y además dejando documentado en forma gráfica estas expediciones conforman una serie de hitos deportivos y culturales de la historia de nuestro país”, añade Vivanco.

La digitalización de las placas es una oportunidad para otorgar valor no sólo a este documento histórico, sino también a lo que significa subir montañas. Para Carla Franceschini, curadora del Museo Histórico Nacional (MHN), se trata de un acervo fotográfico que contribuye a la memoria histórica del país en torno a las experiencias en la cordillera.

Crédito: © Donación DAV a la colección Museo Histórico Nacional.

“Esta tecnología tiene sus antecedentes en las antiguas linternas mágicas, invento atribuido al jesuita alemán Athanasius Kircher (1602-1680), explica Franceschini.

Respecto a la técnica utilizada en las décadas del 30′ y 40′, Franceschini explica que estas diapositivas corresponden a una imagen positiva en un soporte de vidrio, previamente tratado con una emulsión sensible. A través de un equipo proyector estos fotogramas podían ser proyectados y ampliados a voluntad.

Revelan inédito registro de cómo era la cordillera de los Andes hace 100 años

La muestra no solo recoge fotos de cumbres, sino que expone, también, un registro de la vida en la cordillera por aquellos años.

Philippe Boisier, montañista y curador de la exposición, señala que el alpinismo vio su auge y masificación durante el siglo XIX. Si bien el ascenso del Matterhorn (la quinta cima más alta de los Alpes localizada en la frontera entre Suiza e Italia) en 1865 por Edward Whymper marca el fin de la “Edad de oro”, “aquella etapa de conquista de las cumbres más emblemáticas de los Alpes, esa segunda mitad del siglo XIX, se caracterizó por la creación de los clubes de montaña, la profesionalización de los guías, la documentación y finalmente, la incorporación del montañismo como alternativa de turismo de naturaleza”.

Paul Güssfeldt, médico y naturalista alemán, estaba absolutamente inmiscuido en esa tendencia, y viajó a Sudamérica en 1883 con el objetivo de subir el Aconcagua. “Sin proponérselo, traslada con él la ´Edad de oro´ a los Andes. Viaja además con su cámara fotográfica que documenta su intento, que concretaría el guía suizo Mathias Zurbriggen un par de años después”, añade.

“Para llevar a cabo su empresa, contacta a sus compatriotas establecidos en Valparaíso, quienes, ya organizados en clubes de gimnasia, bienestar y excursionismo, le prestan la ayuda necesaria, y de paso, abren los ojos a nuevas posibilidades de excursión. Poco tiempo después nace el Club Alemán Andino en Valparaíso, de cuyos socios surgiría en agosto de 1924 el Club Alemán Andino de Santiago”, explica Boisier.

El valor histórico de esta exposición y su contenido, se conecta de forma directa con los inicios del montañismo, la cultura de la exploración y del bien estar ligada a la naturaleza, y sobre todo del registro de las expediciones mediante la fotografía y el relato”, indica Boisier.

Una de las 1.400 placas de vidrio. Crédito: © Donación DAV a la colección Museo Histórico Nacional.

“La cordillera de los Andes ha sido recorrida, habitada y explorada desde siglos por los pueblos precolombinos. Los incas la incorporaron en su sistema ritual y de control del Tahuantinsuyo, y pueblos como los chiquillanes establecieron ahí su territorio cultural. Sus naturales herederos, los arrieros, aplicaron todo ese conocimiento y lo pusieron al servicio de las necesidades de los nuevos habitantes post coloniales”, explica Boisier.

Los arrieros acompañaban las caravanas desde y hacia Argentina, y prontamente sirvieron de guías para los exploradores naturalistas, desde Peoppig en adelante. “Sin embargo, los ´habitantes del valle´ poco se interesaron en expandir las urbes cordillera adentro, y este territorio abrupto se ha mantenido como terra ignota más allá de las rutas ya conocidas”, sostiene el curador de la exposición.

“Un primer y extenso trabajo de exploración tuvo que ver con la comisión de límites a comienzos del siglo XX, que delató cuán extenso y desconocido era un territorio que se extendía más allá de las primeras fronteras montañosas. No fue de extrañar entonces que esa ´necesidad de saber´, muy propia de los naturalistas alemanes, se transformara en el motor para ir dominando paso a paso cumbres y valles de la cordillera central y más allá”, establece.

Boisier revela que del trabajo de museografía y análisis de las imágenes, pudimos constatar varios elementos: la complejidad en la organización de las expediciones de antaño (equipamiento, vestimenta, soporte arriero, etc.); de la impronta familiar y de comunidad, presencia de mujeres, en las actividades de montaña de la comunidad alemana; el auge que tuvo la práctica del esquí en los años 20, varios años antes de la llegada del primer andarivel; de la necesidad de habitar la cordillera como ya se hacía en Europa, edificando un sinnúmero de refugios de montaña con fines turísticos; y finalmente, de esta entrega a lo sublime, de un paisaje de montaña dominado por los gigantes penitentes y glaciares, hoy muy raros de encontrar.

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