¿Los milagros existen? es una pregunta que sigue siendo una incógnita sin resolver. Sin embargo, historias como la siguiente hacen que parezca plausible. En 2008, una ciudadana estadounidense despertó luego de que su familia ya la había dado por perdida.
Velma Thomas sufrió un paro cardiaco en su casa en Virginia. Fue llevada a la Clínica Cleveland en donde la hospitalizaron y su vida caminaba entre la vida y la muerte.
Los médicos dijeron que Thomas sufrió dos ataques cardiacos más, no tenía pulso y dejó de tener ondas cerebrales, por lo que conectaron a un ventilador que la mantenía respirando.
Entró en un estado de muerte clínica, que significa cuando el corazón deja de latir a un ritmo regular, lo que hace que el cuerpo deje de respirar y se detenga la circulación sanguínea.
Habían pasado 17 horas desde que se había declarado su muerte y el rigor mortis había comenzado a hacer efecto. “Su piel ya había comenzado a endurecerse, sus manos y dedos de los pies se estaban curvando. No había vida allí”, declaró su hijo Tim al Charleston Daily Mail luego del incidente.
Los médicos hicieron todo lo posible por salvar a Velma. La pusieron en una máquina especial que induce la hipotermia, como una forma de control de la temperatura. El tratamiento consiste en reducir la temperatura corporal durante 24 horas antes de calentar al paciente.
Nada parecía funcionar, el hijo Tim admitió que “ya había llegado a la conclusión de que no lo lograría”. Su familia se despidió y diez minutos después de que la desconectaran del respirador ocurrió el “milagro”: Thomas sobrevivió repentinamente tras 17 horas del estado de muerte clínica.
Esto ocurrió justo cuando el personal médico discutía qué hacer con los órganos para su donación. Al despertar de su experiencia cercana a la muerte solo pidió ver a su hijo.
El Dr. Kevin Eggleston, que trató a Thomas en ese momento, dijo a ABC News en 2008 que este caso solo puede describirse como un “milagro”, ya que la paciente no tenía ninguna función neurológica.
“Realmente no había signos de que tuviera funciones neurológicas”, dijo. " Hay cosas que, como médicos y enfermeras, no siempre podemos explicar. Y creo que este es uno de esos casos “.
¿Qué ocurrió?
Lo que pasó con Velma Thomas ya había ocurrido antes. Sin embargo, la estadounidense se llevó el record mundial en tiempo.
El fenómeno se conoce como síndrome de Lázaro o autoresucitación luego de una reanimación cardiopulmonar (RCP) fallida. Este fenómeno describe cuando una persona declarada clínicamente muerta tras maniobras de reanimación cardiopulmonar avanzada, vuelve a tener circulación sanguínea de forma espontánea luego un paro cardiaco.
Lleva este nombre por Lázaro de Betania, que fue resucitado por Jesús en el Evangelio de Juan del Nuevo Testamento.
Desde que el síndrome fue informado por primera vez en 1982, un estudio publicado en 2007 en el Journal of the Royal Society of Medicine informó de al menos 38 casos en todo el mundo a partir de esa fecha.
Otro caso ocurrió en 2014, cuando un hombre de 78 años en Mississippi, EE. UU. fue declarado muerto después de que su enfermera lo encontrara sin pulso. Al día siguiente, el hombre se despertó en una bolsa para cadáveres en la morgue.
Un estudio realizado por un grupo de funcionarios médicos del Allegheny General Hospital de Pittsburgh, Pensilvania, planteó una explicación científica de por qué ocurre esto.
La hipótesis dice que al usar RCP se provoca una acumulación de presión en el pecho. Después de que se realizan los intentos fallidos de RCP, es posible que la liberación de presión haga que el corazón se expanda, provocando que el corazón comience a latir nuevamente.
Según el informe de 2007, en alrededor del 82% de los casos de síndrome de Lázaro, la autoresucitación se produjo 10 minutos después de haber detenido la reanimación cardiopulmonar; de ellos, el 45% de los pacientes experimentaron una buena recuperación neurológica.
Experiencias cercanas a la muerte
Recientemente un nuevo estudio mostró cómo una persona que sobrevive a un paro cardíaco puede experimentar experiencias cercanas a la muerte con cierta claridad y autoconciencia.
La investigación incluyó 567 hombres y mujeres que se sometieron a RCP luego de que su corazón dejara de latir mientras estaban hospitalizados, reveló que alrededor de una de cada cinco personas (20%) que sobreviven al RCP después de un paro cardíaco pueden describir experiencias lúcidas de muerte que ocurrieron mientras estaban aparentemente inconscientes y al borde de la muerte.
A pesar del tratamiento inmediato, menos del 10 % se recuperó lo suficiente como para ser dado de alta del hospital. También se examinaron testimonios adicionales de 126 personas de su “muerte lúcida”.
Los sobrevivientes informaron a los médicos experiencias lúdicas únicas que parecen que tenían la sensación de salir de sus cuerpos y observar lo que ocurría a su alrededor sin dolor ni angustia. También revisaron su vida, sus acciones, intenciones y sus pensamientos frente a sus seres queridos.
Además de estos testimonios, los médicos pudieron registrar la actividad cerebral oculta durante estas “muertes lúcidas”. Detectaron picos en la actividad cerebral presentes hasta una hora después de la RCP, a pesar de que los pacientes no mostraban signos de vida en esta etapa.
Los investigadores encontraron que estas experiencias de muerte son diferentes de las alucinaciones, los sueños, los delirios, las ilusiones o la conciencia inducida por RCP.
La identificación de signos de actividad cerebral junto con la evidencia similar de experiencias cercanas a la muerte recordadas, sugiere que el sentido humano de sí mismo y la conciencia, al igual que otras funciones biológicas del cuerpo, pueden no detenerse completamente en el momento de la muerte.