Megasequía: La “nueva normalidad” en la que vivirá Chile
El informe “Megasequía: Diagnóstico, impactos y propuestas” del Centro de Estudios Públicos (CEP) analiza el panorama climático actual del país y señala que, si no se buscan soluciones oportunas, las condiciones del país se volverían adversas para todos los sectores productivos del territorio, afectando a la totalidad de la población.
La sequía no es extraña en nuestra historia. En 1743, este fenómeno se hizo sentir con crudeza en la zona central, motivando una de las primeras grandes obras hidráulicas del país, el Canal San Carlos.
Lo mismo pasó en la cuenca del río Petorca, que durante la década de 1960 sufrió una de las peores sequías de las que hay registro en el país, la que provocó que se cambiara completamente la actividad económica de la zona. La ganadería sucumbió ante la inviabilidad de las condiciones para la subsistencia de los animales.
Hoy, la escasez de agua sigue irrumpiendo en la geografía nacional, acelerando sus efectos a raíz del cambio climático. La zona central vive una de las sequías más extensas desde que hay registros en el país, por lo que ya ha sido categorizada como “megasequía”.
Según la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), el último invierno lluvioso registrado data de 2006, y desde 2012 a la actualidad, la mayor parte del territorio ha presentado escasez pluvial.
Durante los últimos diez años, la zona central ha mostrado carencias sostenidas en las precipitaciones, registrándose en 2019, un déficit de 76% de lo que se considera un año normal. En diciembre de 2019, 79 comunas están bajo la categoría de “zona de escasez hídrica” según la Dirección General de Aguas (DGA).
Son algunos de los datos que consigna el estudio Megasequía: Diagnóstico, impactos y propuestas, realizado por el Centro de Estudios Públicos (CEP).
La investigación advierte que estas sequías se convertirán en una “nueva normalidad climática” en el país. La DGA publicó este año el Balance Hídrico Nacional, proyectando que para el periodo 2030-2060, la disponibilidad del agua en el norte y centro de Chile podría disminuir más de un 50%.
Si esta situación se mantiene, para 2040 se proyecta que Chile será uno de los 30 países con mayor estrés hídrico del mundo, dice Juan José Crocco, ex subdirector de la Dirección General de Aguas y autor principal del estudio.
“La sequía es multifactorial. Estamos en una tendencia a secarnos. Más que lamentarnos o rezar para que llueva, debemos empezar a pensar en cómo rescatamos la experiencia de lo bueno que se ha logrado hacer y aprendamos de lo malo que se ha hecho y nos preparamos para las sequías que vienen”, señala Crocco.
El experto explica que la sequía tiene distintas categorías, que actúan como un “efecto dominó” y se van sumando, como la falta de lluvias afecta al caudal de los ríos, disminuyendo la recarga y perjudica a distintas actividades dependientes del vital elemento.
El informe expone que debido la geografía del país, caracterizada por bordes costeros a baja altura, áreas áridas, semiáridas, boscosas, espacios propensos a la desertificación y zonas urbanas con problemas de contaminación atmosférica, Chile está considerado como altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, viéndose aun más afectado debido a que las actividades económicas y sociales realizadas en el territorio dependen de la disponibilidad hídrica, obtenida principalmente por las precipitaciones.
Crocco explica que, a pesar de las condiciones adversas geográficas, esto no vuelve imposible la posibilidad de producir en dicho lugar. “El que exista un lugar seco no es necesariamente malo. La realidad hídrica nacional es súper diversa. En el norte tienen lugares que son extremadamente secos y a pesar de eso, es posible hacer vida y desarrollar distintas actividades económicas, y no solo eso, la variada geografía del país es el laboratorio perfecto para la generación de soluciones innovadoras ante los desafíos climáticos”.
Una sequía dispar
Pero la escasez hídrica también tiene una arista de desigualdad, alude el documento del CEP. Esto, debido a que la posibilidad de enfrentarla dependerá netamente de la capacidad económica de las personas que trabajan en determinado sector económico.
En la agricultura, por ejemplo, sólo los individuos que tengan el presupuesto suficiente para tecnificar sus sistemas de riego, profundizar sus pozos, o innovar en nuevas soluciones para gestionar de forma eficaz su consumo de agua, podrán soportar esta “nueva normalidad”, mientras que los otros, se verán abatidos por la crudeza climática y perderán su única fuente de ingresos.
Las consecuencias sociales también afloran ante la sequía. Parte de los impactos se han visto durante la pandemia, donde se ha constatado cómo se han necesitado decretos para asegurar un abastecimiento mínimo para comunidades que no contaban con un acceso al agua, elemento esencial para la subsistencia humana.
Los impactos sociales se sumarán ante el cierre de actividades relacionadas con los sectores que se verán abatidos por la escasez hídrica, siendo la agricultura una de las primeras resentidas por la pérdida de puestos de trabajo.
Una de las consecuencias más profundas será la fragmentación en las comunidades afectadas por la sequía, donde pobladores verán sus predios secos y marchitos, mientras que en otros donde existe un mayor presupuesto para afrontar los cambios climáticos, gozarán de terrenos verdes y fértiles.
Ante la inexistencia de una fuente de información clara sobre la administración del agua, se establecerán mitos y recelos entre habitantes de un mismo sector, como ha sucedido en las cuencas de Petorca y La Ligua.
Crocco afirma que es vital que todos los datos relacionados con el agua sean de fácil acceso y comprensibles para toda la población, para poder disolver las fricciones existentes entre comunidades caracterizadas por la escasez de agua. “El agua, al ser un bien común, necesita que la información relacionada a esta la podamos entender todos, no un hidrogeólogo o un científico con cuatro posts doctorados. Tú necesitas que la información relativa a los recursos hídricos sea fácilmente comprensible por todos, porque es la única manera que tu puedas mejorar la capacidad de reacción frente a una toma de decisiones, y al hacer esto, la desconfianza, los mitos que pululan en torno al agua empezarán a desaparecer”.
Soluciones ante la crisis
El inminente escenario climático clama por propuestas que puedan dar una solución holística a esta problemática.
El principal indica Crocco, debe ser la transparencia. Los registros sobre los recursos hídricos se encuentran dispersos en un sinfín de bases de datos, haciéndola comprensible solo por un entendido en la materia y volviéndola hostil para el resto de los habitantes sin conocimientos técnicos sobre el agua.
Es necesaria una plataforma que almacene de forma amigable la información sobre los recursos hídricos, siendo el espacio perfecto para implementar algoritmos, inteligencias artificiales y otros elementos tecnológicos modernos para contar con datos actualizados y proyecciones precisas para ayudar en la toma de decisiones por parte de las autoridades.
“Se debería transitar a un modelo de gestión de datos consolidado. Tener un centro de información donde toda la información relativa a los recursos hídricos vaya a una base de datos que esté viva, no a una tabla Excel impresa en una bodega, sino una base de datos que te permita cruzar variables, integrar fuentes de distinto origen. Necesitas crear un repositorio común en un ecosistema vivo donde puedas integrar todas las fuentes de información relativas al agua, y enseñarlo de manera tal que puedas construirlo con código abierto, para que el día de mañana, emprendedores chilenos puedan desarrollar soluciones informáticas para dar respuesta a problemas que surgen de esa base de datos”, menciona Crocco.
Otro paso importante señala el experto es educar a la población sobre la importancia de este recurso finito. Esto permitirá que generar conciencia a temprana edad sobre la importancia del ahorro del agua y de su ciclo, además de comprender cómo el elemento vital está imbricado en el tejido socioeconómico del país, esencial para su funcionamiento y sobrevivencia. “El problema que tenemos hoy con la información del agua es super difícil de comprender, por un lado, y por otro, está absolutamente disociada, ni la propia Dirección General de Aguas tiene su base de datos consolidada. Entonces, cuando tú te enfrentas a cualquier problema de agua, la verdad es que no sabes a quién pedirle la información, que tan actualizada está esta información, y por eso que este punto es un pilar fundamental”, afirma el autor.
También, según Crocco, es necesario generar nuevas carreras que respondan a los cambios que se necesitan en materia de administración del agua, para formar a futuros profesionales con conocimientos técnicos sobre el funcionamiento de los distintos mecanismos de abastecimiento y depósito de agua en el territorio.
El experto menciona que es clave cambiar a un modelo normativo que plantee la sequía como un evento periódico, no como uno esporádico como se indica actualmente en el Código de Aguas, y que entregue lineamientos que permitan solucionar los problemas actuales permitiría gestionar este problema de la mejor forma, previniendo sus consecuencias negativas.
Las sequías pasadas se han superado con inversión. Hoy, Juan José Crocco menciona que es necesario destinar recursos en la infraestructura hídrica del país y en una institucionalidad responsable de ella. Es necesario entender que el agua es un elemento vital en la economía y el desarrollo social, y ante una escasez, el PIB puede enfrentar las consecuencias de no contar con fuentes hídricas seguras.
El subdirector de la DGA sugiere que la generación de instrumentos resilientes a esta nueva normalidad permitirá replantearse el tipo de estructura en la que se invierte. Actualmente, la mayoría de las obras hidráulicas están centradas en la acumulación, siendo que las estadísticas indican que los caudales no contarían con flujo suficiente para su llenado y que la tendencia de los grandes embalses va en retirada en otras naciones.
Crocco explica que es necesaria una mirada integral a este problema, buscando soluciones innovadoras interconectadas entre todos los agentes de la sociedad, tanto públicos y privados, para diseñar en conjunto un sistema que produzca una respuesta capaz para afrontar la urgencia que presenta esta actual megasequía y para prepararnos para las que vendrán.
“El desafío hoy es cómo resolvemos el problema juntos, no por separado. El problema no se va a solucionar con una u otra ley, requiere de todas las partes, que todos los actores pongan de su parte para enfrentarlo en conjunto, y para eso necesitas generar incentivos para innovar, no sólo en soluciones informáticas, sino también innovar en las formas en las que estamos haciendo las cosas. Somos el laboratorio perfecto para innovar, tienes todos los climas y situaciones hidrológicas que se te puedan llegar a ocurrir. Nosotros como país tenemos que ponernos la meta de ser exportadores de soluciones de aquí a veinte años, y para esto, tanto el Gobierno como los privados se tienen que ‘poner las pilas’ para empezar a generar los incentivos para que esa innovación se produzca a la tasa más rápida posible”.
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