Un pequeña semilla que podría salvarnos de muchos males ¿Cómo algo tan pequeño como la chía puede tener propiedades insospechadas para el cerebro? Según Richard Bazinet, profesor y presidente de investigación de Canadá en Metabolismo de Lípidos Cerebrales en la Universidad de Toronto, esta semilla tiene un gigantesco potencial para la prevención de males neurodegenerativos, tales como el alzhéimer y el párkinson.
Esto, según adelanta en entrevista con Qué Pasa, se debería al aporte que la chía entrega en ácidos grasos esenciales y omega-3. Recientemente estuvo en Chile para firmar un acuerdo de colaboración con nuestro país para investigar las propiedades de esta semilla y entender mejor cómo afecta en el cerebro y qué otros beneficios podría tener este alimento para la salud humana y la sustentabilidad en la producción de estos nutrientes.
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Junto al doctor y nutricionista de la Universidad de Chile, Rodrigo Valenzuela, emplearon una metodología pionera con isótopos estables, nunca antes utilizada en lípidos cerebrales, para rastrear con precisión la conversión de omega-3 de origen vegetal en DHA, un ácido graso vital para el cerebro. Bazinet, quien también es profesor en el Departamento de Ciencias Nutricionales de la Universidad de Toronto, comentó la importancia de saber sobre el aporte que podría entregar la chía, y por qué en muchos casos es más importante que el aporte que entrega el pescado, por ejemplo, en omega-3.
¿Cómo influyen los ácidos grasos en la salud cerebral?
Los ácidos grasos son muy importantes para influir en la salud cerebral, ya que el cerebro es en realidad bastante graso. La gente puede que no se dé cuenta de esto, pero el cerebro es casi tan graso como tu grasa corporal, excepto que este órgano tiene muchas grasas especiales, una de ellas es el ácido docosahexaenoico, DHA, una grasa omega-3 muy popular.
Los ácidos grasos desempeñan un papel fundamental en la salud del cerebro, ya que este órgano es sorprendentemente graso. Aunque muchos no lo saben, el cerebro contiene casi tanto contenido graso como el tejido adiposo del cuerpo, pero con una diferencia clave: el cerebro alberga grasas únicas, como ser el ácido docosahexaenoico (DHA), un destacado ácido graso omega-3 esencial para su funcionamiento óptimo.
¿Qué papel desempeñan los lípidos cerebrales en la patogénesis de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson?
Los lípidos cerebrales desempeñan un papel importante en la patogénesis de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. Hemos aprendido en los últimos años que algunos de estos ácidos grasos que están en el cerebro son precursores importantes de moléculas antiinflamatorias en el cerebro. Y así, una de las formas en que pensamos que funcionan en muchas enfermedades es suprimiendo la inflamación y el daño de la inflamación en el cerebro, devolviendo al cerebro a una respuesta homeostática más normal.
Los lípidos cerebrales desempeñan un papel clave en la patogénesis de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. En los últimos años, hemos descubierto que algunos de estos ácidos grasos presentes en el cerebro son precursores fundamentales de moléculas con propiedades antiinflamatorias. Una de las formas en las que estos lípidos parecen actuar en diversas patologías es a través de la supresión de la inflamación y el daño asociado, ayudando al cerebro a recuperar un estado homeostático normal.
¿Existen intervenciones dietéticas que podrían mitigar el riesgo de progresión de estas enfermedades?
Lo importante sobre las grasas omega-3 es que son grasas esenciales y por lo tanto tenemos que ingerirlas, para ello, existen dos opciones eficaces. Una forma es obtenerlas del pescado, que es una fuente muy popular, y estamos aprendiendo mucho más ahora sobre los precursores de origen vegetal, como la chía que tiene grasas que podemos tomar en nuestra dieta, enviarlas a nuestro hígado y luego enviarlas al cerebro.
Las grasas omega-3 son esenciales, lo que significa que debemos obtenerlas a través de la dieta. Existen dos formas de incorporarlas: una de las más conocidas es a través del pescado, una fuente tradicionalmente popular. Sin embargo, también estamos descubriendo cada vez más acerca de los precursores vegetales, como lo es el caso de la semilla y aceite de chía. Al incluirlas en nuestra alimentación, estas grasas son procesadas por el hígado y, posteriormente, transportadas al cerebro, donde desempeñan funciones vitales.
¿Qué metodologías se utilizan para estudiar el metabolismo de los lípidos en el cerebro?
Es muy difícil estudiar el metabolismo de los lípidos en el cerebro en este momento. Tenemos algunos métodos en los que podemos ver cómo los ácidos grasos entran en el cerebro, pero son difíciles de hacer. Mucho de nuestro trabajo se basa en estudios preclínicos o estudios en humanos en los que examinamos la sangre y luego hacemos suposiciones sobre cómo eso puede o no afectar al cerebro.
Estudiar el metabolismo de los lípidos en el cerebro representa un gran desafío en la actualidad. Aunque contamos con algunos métodos que permiten rastrear cómo los ácidos grasos ingresan al cerebro, su implementación es compleja. Gran parte de nuestra investigación se basa en estudios preclínicos o análisis en humanos, donde examinamos los niveles de lípidos en la sangre y, a partir de ahí, hacemos inferencias sobre su impacto potencial en el cerebro.
¿Por qué se destaca la contribución del omega-3 de la chía? ¿Qué diferencias hay en comparación con el ácido graso obtenido de fuentes animales?
La chía es una fuente importante de uno de los ácidos grasos omega-3 vegetales que podemos enviar a nuestro hígado y luego a nuestro cerebro. Estamos muy interesados en esta fuente de ácidos grasos por varias razones. Una es que sólo hay cierta cantidad de pescado en el océano y hay consecuencias ecológicas de la sobrepesca. La otra razón es que la gente está simplemente interesada en las dietas basadas en plantas, las dietas vegetarianas y las dietas veganas. Así que esto se convierte en una fuente potencialmente importante para ellos. Otra razón es que, en nuestra capacidad de sintetizar estas importantes grasas cerebrales en nuestro hígado, necesitamos tener un equilibrio de ciertos tipos de lípidos, omega-3 y omega-6, y el perfil de ácidos grasos de la chía está en una muy buena posición para permitir que esa conversión ocurra.
La chía es una fuente importante de ácido graso omega-3 de origen vegetal, capaz de ser metabolizado por el hígado y transportado al cerebro. Esta fuente de ácidos grasos resulta especialmente interesante por diversas razones. En primer lugar, los océanos tienen un suministro limitado de pescado, y la sobrepesca genera consecuencias ecológicas significativas. Por otro lado, cada vez más personas optan por dietas basadas en plantas, vegetarianas o veganas, convirtiendo a la chía en una alternativa crucial para cubrir sus necesidades nutricionales. Por último, para sintetizar las grasas esenciales para la salud cerebral en el hígado, es fundamental mantener un equilibrio adecuado entre los ácidos grasos omega-3 y omega-6, y el perfil lipídico de la chía resulta ideal para favorecer esta conversión.
¿Qué área emergente de la investigación de lípidos cerebrales considera más prometedora?
Bueno, las áreas más prometedoras o las áreas más emocionantes en la investigación de lípidos cerebrales ahora tienen que ver un poco más con la comprensión de cómo los omega-3 entran en el cerebro y cuánto entra en el cerebro. Y al entender esos números con un poco más de detalle, podemos responder al trabajar “en reversa” y resolver algunos de los enigmas y preguntas que tenemos sobre la dieta. Una de las grandes preguntas con la dieta es cuánto necesitamos comer. Antes de saber cuánto necesitas comer, necesitas saber cuánto necesita tu cuerpo. Y estamos obteniendo una imagen de eso para el cerebro, y somos capaces de ver ahora cómo varias fuentes dietéticas, desde el pescado hasta la chía, pueden suministrar al cerebro. Así que creo que esa es un área emocionante en la que vamos a hacer buenos avances en un futuro próximo.
Las áreas más prometedoras y emocionantes en la investigación de lípidos cerebrales actualmente se centran en comprender mejor cómo los omega-3 ingresan al cerebro y en qué cantidad lo hacen. Al profundizar en estos datos, podemos trabajar de manera inversa para resolver enigmas y responder preguntas clave relacionadas con la dieta. Una de las principales incógnitas es determinar cuánto necesitamos consumir para satisfacer las necesidades del cerebro. Antes de responder a esa pregunta, es esencial entender cuánto omega-3 requiere realmente nuestro cuerpo. Estamos comenzando a construir una imagen más clara de estas necesidades cerebrales y, además, a identificar cómo distintas fuentes dietéticas, desde el pescado hasta la chía, pueden abastecer al cerebro. Este enfoque promete avances significativos en un futuro cercano, lo cual es muy alentador para el campo científico.
¿A qué desafíos se enfrenta la investigación en este campo y cómo podrían superarse?
Uno de los principales desafíos en el estudio del cerebro es la falta de acceso a muestras en humanos. Puedo tomar una muestra de sangre, puedo tomar algunos tejidos biológicos, pero no podemos tomar una muestra del cerebro. Así que esperamos que las tecnologías continúen mejorando para que podamos visualizar el cerebro y continuar visualizando los
lípidos entrando en el cerebro. Pero también tenemos que combinar eso con los desafíos ecológicos e incluso los desafíos geopolíticos y agrícolas que enfrenta el mundo en torno a la producción de alimentos y la sostenibilidad alimentaria para asegurarnos de que obtenemos números correctos, para entender cuánto necesitamos producir para llegar allí.
Uno de los mayores desafíos en el estudio del cerebro es la limitada accesibilidad a muestras humanas. Podemos obtener muestras de sangre o de algunos tejidos biológicos, pero no es posible tomar directamente una muestra del cerebro. Por ello, dependemos de que las tecnologías sigan avanzando para mejorar nuestra capacidad de visualizar el cerebro y rastrear cómo los lípidos ingresan a este órgano. Además, debemos integrar esta investigación con los retos ecológicos, geopolíticos y agrícolas que enfrenta el mundo en términos de producción y sostenibilidad alimentaria. Esto nos permitirá obtener datos precisos para determinar cuánto necesitamos producir y garantizar un suministro adecuado y sostenible para satisfacer estas necesidades.