Entre 2020 y 2022 lideró el programa del Servicio Nacional de Salud de Inglaterra (NHS por sus siglas en inglés) dirigido a la recuperación de la salud visual post Covid-19. El enclaustramiento forzado por la pandemia hizo que muchos pacientes oftalmológicos sufrieran retrocesos o tuvieran demoras en el diagnóstico de sus enfermedades y el sistema público buscó “ponerse al día” en un área en que la detección oportuna es fundamental.
Melanie Hingonari es miembro de The Royal College of Ophthalmologists, y tiene un vínculo con Chile, como directora clínica de los convenios internacionales del Moorfields Eye Hospital de Londres, uno de los referentes mundiales de la especialidad.
Por eso, hace pocas semanas estuvo de visita en Santiago supervisando el proceso de transferencia de buenas prácticas en atención y calidad que forma parte de la alianza estratégica que desde 2018 mantienen Moorfields y la Clínica Oftalmológica Pasteur en nuestro país.
En conversación con Qué Pasa, la especialista comenta su trabajo con la Inteligencia Artificial y su vinculación con la oftalmología y si el uso de esta tecnología podrá reducir o no actuales tendencias como la miopía.
“Ya he visitado tres veces los servicios chilenos y estoy muy contenta de decir que los oftalmólogos están bien formados, tienen conocimientos y utilizan la última tecnología. Sus entendimientos sobre el tratamiento de las enfermedades oculares están a la altura de las mejores prácticas internacionales”, sostiene la Dra. Hingorani.
-¿Qué relación tiene la Inteligencia Artificial con la oftalmología?
La oftalmología es el campo de la medicina que actualmente tiene el futuro más prometedor en lo que respecta al uso de la Inteligencia Artificial para la toma de decisiones clínicas.
La oftalmología es un área en la que se pueden aplicar datos numéricos e imágenes para que el diagnóstico sea más preciso y completo, al igual que a la hora de tomar decisiones sobre qué tratamiento aplicar en patologías más complicadas y de mayor riesgo, como las que afectan a la retina y el glaucoma, entre otras.
Esto porque es una de las principales especialidades ambulatorias (la más concurrida de todas las demás especialidades médicas en el Reino Unido), que ve un número realmente elevado de pacientes cada día, a la mayoría de los cuales se les realizan pruebas de imagen de forma rutinaria. Por ello, hay muchas imágenes fácilmente disponibles en las bases de datos clínicas.
Para que la IA funcione, tiene que haber un gran número de imágenes de las que aprender (aprendizaje automático), de modo que pueda mejorar hasta el punto de ser fiable y tomar las mismas decisiones que un médico. Nuestras numerosas imágenes permiten hacerlo. Además, como en la mayoría de las especialidades, si no en todas, la IA puede ayudar en tareas más ordinarias y sencillas, como planificar y reservar citas para revisiones y cirugías de forma eficiente.
¿Cuáles son algunos ejemplos concretos de este vínculo con la oftalmología?
Hay varios hospitales en el Reino Unido que utilizan la IA para saber qué tipo de tratamiento necesita cada paciente y durante cuánto tiempo exactamente, con el fin de mejorar la eficiencia.
En un hospital del Reino Unido, que compartió sus resultados con la UK Ophthalmology Alliance, gracias a la IA pudieron eliminar casi todo el tiempo perdido en distintas tareas dentro de los quirófanos y eliminar su lista de espera previa a la pandemia.
En lo que respecta al diagnóstico de enfermedades oculares, en el mundo existe cierta cautela a la hora de introducir la IA en la práctica clínica rutinaria, hasta que se tenga la certeza absoluta de que tomará decisiones seguras y precisas, y muchos países cuentan con estrictas normas de regulación al respecto. Sin embargo, en Escocia, la IA ya se utiliza en la detección de problemas de retina en pacientes diabéticos.
A todos los pacientes diabéticos se les deben tomar imágenes del fondo del ojo cada uno o dos años para detectar cambios a tiempo y, por tanto, recibir tratamiento antes de que llegue a causar ceguera. En Escocia, la IA es capaz de seleccionar únicamente las imágenes que presentan algún tipo de anomalía visual, de modo que los médicos y tecnólogos pueden dedicar su tiempo a evaluar sólo las imágenes pertinentes, lo que les deja más tiempo para tratar a los pacientes y ocuparse de otros asuntos.
-Se calcula que más de la mitad de la población mundial será miope. ¿Podría una tecnología como la IA reducir o detener esta tendencia?
La miopía aumenta a medida que los países se industrializan y la población pasa menos tiempo al aire libre y más en interiores mirando pantallas, desde una edad muy temprana.
De momento, la IA no ofrece soluciones en términos de cura, pero se está evaluando que parece potencialmente útil para cosas como predecir qué jóvenes son más propensos a convertirse en miopes cuando sean mayores y calcular dónde debe colocarse el implante de lente en la cirugía de cataratas en pacientes muy miopes. Dado que aún no comprendemos del todo las causas genéticas y ambientales de la miopía, también se espera que la IA ayude a encontrar modelos para entender mejor las causas y aumentar los índices de predicción.
-Usted asesoró al Sistema Nacional de Salud de Inglaterra en materia de salud visual. ¿Cómo debería organizarse la administración sanitaria de la oftalmología?
La oftalmología es un campo muy atareado, con muchos pacientes, y se prevé que siga aumentando en los próximos años debido al incremento del número de personas mayores y diabéticas en la población, y a la introducción de nuevos tratamientos, como las inyecciones oculares, que deben administrarse con regularidad para evitar la pérdida de visión.
Esto significa que debemos ser mucho más eficientes para evitar tiempos de espera muy largos, ya que es poco probable que alguna vez haya suficientes oftalmólogos y recursos para diagnosticar y tratar a tantos pacientes de la manera “tradicional”, que se basa en tratamientos cara a cara administrados por médicos.
Necesitamos sistemas administrativos que funcionen de forma muy eficiente, garantizando que los pacientes reciban atención oportuna, eliminando las pérdidas de tiempo, utilizando a todo el equipo oftalmológico, no sólo a los médicos, para diagnosticar y tratar a los pacientes, utilizando la tecnología y disponiendo de edificios oftalmológicos diseñados teniendo en cuenta la oftalmología para mejorar la experiencia del paciente y facilitar una atención eficiente.
-La OMS estima que hay 2.200 millones de personas con algún tipo de problema de visión o ceguera y que, de todas ellas, al menos un millón de estos casos podría haberse evitado o aún no ha sido tratado. ¿Es la salud ocular una nueva pandemia? ¿Es posible revertir o hacer frente a este problema mundial?
Sin duda, se trata de uno de los problemas crecientes de nuestro tiempo. A medida que la población mundial envejece y se vuelve más diabética, que aumenta la urbanización y que más países adoptan un estilo de vida más desarrollado y occidentalizado, se produce un enorme impacto en la salud y la atención oculares.
El NHS ha pronosticado que, en el Reino Unido, las únicas especialidades que se verán más afectadas por estos cambios que la oftalmología son la geriatría y la psicogeriatría (es decir, especialidades que atienden a personas de edad avanzada). La prevención primaria implica llevar una vida sana y es la misma que para muchas otras enfermedades: comer bien, hacer ejercicio, mantener la tensión arterial y el azúcar en sangre bajo control y evitar el sobrepeso.
Pero hay muchas cosas que no se pueden evitar: las cataratas, el glaucoma y la degeneración macular se deben principalmente a la vejez y pueden afectar incluso a las personas más sanas. Lo más importante es detectarlas precozmente mediante una excelente atención primaria de la salud ocular (a menudo a cargo de optometristas) y así garantizar la accesibilidad a los servicios oftalmológicos hospitalarios.